Economía

Opinión

Una calma con tormenta de fondo

Con la adopción de un nuevo régimen monetario, el BCRA ha logrado estabilizar el tipo de cambio y controlar el mercado de dinero. A fuerza de altas tasas de interés, la actual administración consiguió reducir la volatilidad que encapsuló al dólar entre abril y septiembre del año pasado


Esteban Guida / Fundación Pueblos del Sur

Con la adopción de un nuevo régimen monetario, el BCRA ha logrado estabilizar el tipo de cambio y controlar el mercado de dinero. A fuerza de altas tasas de interés, la actual administración consiguió reducir la volatilidad que encapsuló al dólar entre abril y septiembre del año pasado. Sin embargo, teniendo aún latente el descalabrado cambiario e inflacionario de 2018, los principales interrogantes que surgen entorno a la presente conducción del Central se focalizan en la viabilidad del esquema en el mediano plazo, más aun si se tiene en cuenta que el 2019 es un año electoral con los riesgos e incertidumbres políticas que ello implica.

Actualmente, con un tipo de cambio estable y levemente por debajo de la banda inferior de la zona de no intervención, surgen preguntas sobre los riesgos de este “veranito financiero” y la sostenibilidad de este esquema en el mediano plazo. Hay que decir que, lo que para algunos puede ser un éxito, para el conjunto de la economía fue un gran golpe a la realidad (los últimos números oficiales dan cuenta de ello); por lo tanto, continuar con este modelo restrictivo tal como se viene aplicando puede resultar inviable si lo que buscan las máximas autoridades es incentivar el crecimiento del país.

La tranquilidad del dólar y las altas tasas de intereses, sin dudas, provocaron que las inversiones en moneda nacional vuelvan a ser atractivas, además, de reducir la demanda de activos externos. Las licitaciones de Leliqs con una tasa inicial cercana a los 75 puntos cautivó a los bancos, más aún, si se tiene en cuenta que se podían suscribir a los encajes que exige el marco legal del BCRA. Este estímulo de los bancos por generar grandes ganancias sucumbió en la necesidad de elevar las tasas pasivas de los depósitos en pesos con el objetivo que captar más fondos que puedan servir para invertir en una mayor cantidad de Letras de Liquidez del Central siendo que después este instrumento financiero podía cumplir con las exigencias mínimas de efectivo. Por tal motivo, se observó que el monto de Leliqs pasó de 432 mil millones de pesos a finales de septiembre de 2018 a 740,8 mil millones a finales de enero de 2019 y el stock de plazos fijos en pesos creció a una razón de 70.000 millones de pesos por mes entre octubre y diciembre pasado; mientras que, en los cinco meses previos, habían crecido en promedio 20.000 millones de pesos por mes. Asimismo, el último informe cambiario del BCRA reveló que la formación neta de activos externos se achicó a 862 millones de dólares, contra los 2.737 millones de dólares registrados en diciembre de 2017 y contra el pico de 4.616 millones de dólares registrado en mayo de 2018. No obstante, este accionar de los bancos da cuenta, también, de su poder frente a la cotización del dólar.

Por su parte, las buenas señales externas generan un contexto favorable para la actual performance del BCRA: la Reserva Federal de los Estados Unidos comunicó que no subirá las tasas en el corto plazo. Esto no solo baja el piso en el cual el Estado puede financiarse sino que genera un retorno de fondos hacía los países emergentes. Incluso, Hacienda viene renovando todos los vencimientos de LETES y ha podido disminuir levemente su tasa de corte.

La tasa de interés monetaria ha ido reduciéndose progresivamente desde los máximos de 75%. Actualmente, la tasa de política monetaria ronda los 54 puntos porcentuales y el dólar continúa estable. Sin embargo, no se sabe si este patrón monetario continuará así a medida que el Central continúe bajando las tasas. En una situación similar se encontraba Sturzenneger a comienzos de 2018. La liberalización del mercado cambiario y la libre movilidad de capitales continua igual que meses atrás, por ende, el país sigue siendo vulnerable ante shocks externos. Si suponemos que la decisión de la FED comunicada hace unos días cambia y sube las tasas, los fondos que ahora se encuentran aprovechando el carry trade se retiraran nuevamente y retornaran al país del dólar.

A pesar de los malos resultados macroeconómicos, la estabilidad cambiaria es una realidad. Sin embargo, el desafío del gobierno nacional es observar si el programa monetario actual reúne las condiciones necesarias para mantener la estabilidad del dólar (y de los precios) a medida que continúa bajando las tasas de interés, situación que le devuelve el oxígeno a la actividad económica. Los gobernantes, también, deberían analizar qué harían ante una nueva corrida cambiaria: ¿aplicarían la misma receta con un aparato productivo ya deteriorado y con pésimos indicadores socioeconómicos?

Paradójicamente, el ex ministro de economía, Domingo Cavallo, cuestionó el actual enfoque monetario implementado por Cambiemos y afirmó que si la entidad cambiaria continua por este camino se orquestará una crisis monetaria antes de las elecciones de octubre. Incluso, demás economistas y consultores sostienen que si bien la presente estabilidad da buenas señales al mercado y regresa parte de la confianza perdida en el país, todavía se corren riesgos de un nuevo proceso de volatilidad cambiaria que deprima aún más la economía.

Por lo tanto, a pesar de la relativa (y posiblemente transitoria) estabilidad cambiaria, los problemas de fondo de la economía concebida por el macrismo siguen sin resolverse y, peor aún, agravándose día a día. Por eso, mientras algunos celebran con el juego financiero, otros se quedan sin trabajo, sin empresa y sin perspectivas de futuro.

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