La Cazadora

Experiencia colectiva

Una agrupación del campo literario que reflexiona sobre las violencias machistas

La Palabra Colectiva es una agrupación de mujeres y disidencias que busca “llegar a donde la palabra no circula, donde las mujeres están privadas de todo y se han tenido que callar”, explicó Valeria Marchesino, una de las referentes de la organización, a La Cazadora


El objetivo de La Palabra Colectiva es territorializar la palabra. “Socializar el libro, difundirlo, producir sentido”, definió Valeria Marchesino, una de las referentes de esta organización de base. La agrupación feminista está compuesta por escritoras, comunicadoras, periodistas y docentes de lengua que se reunieron allá por 2019 convencidas de que la palabra es una de las herramientas para hacerle frente a a la violencia machista. 

Hoy en día La Palabra Colectiva tiene siete integrantes: Gloria Lenardón, Beatriz Fiotto, Graciela Mitre, Valeria Marchesino, Hagar Blau Makaroff, Griselda Robertazo y Alicia Salinas. El espíritu de la colectiva es apelar a la construcción permanente con compromiso de “sororidad como camino” hacia la palabra como “herramienta primordial de lucha contra las violencias”.

La organización nació el 29 de junio de 2019 ante la inquietud de algunas escritoras que manifestaron preocupación por situaciones de machismo dentro del ámbito literario. “En un principio escritoras nos reunimos en la Biblioteca Popular Alfonsina Storni para conversar sobre estas temáticas y revisar literatura que estuviese específicamente relacionada al feminismo”, contó Marchesino sobre la génesis de la colectiva.

Los caminos de la agrupación terminaron excediendo los límites de lo estrictamente literario. “Fueron sumándose otras mujeres y en algún momento también disidencias que fueron atraídas por una militancia contra la violencia patriarcal. Al día de hoy hay también periodistas, comunicadoras sociales, profesoras de lengua”, explicó Marchesino.

“Hicimos lecturas feministas, de las que participaron también muchas compañeras. Para el multitudinario 8 de marzo de 2020 nos reunimos muy entusiasmadas y marchamos juntas con nuestra propia bandera. Veníamos con proyectos, iniciativas y ¡pum!, adentro”, narró en referencia al comienzo de la pandemia por covid-19 en marzo de aquel año. 

La colectiva tenía 7 meses de vida cuando inició la pandemia. “Con el aislamiento muchas personas se fueron alejando, al perder de vista presencial a la gente se la pierde de vista del todo, cada familia lo estaba pasando de una manera muy particular”, explicó, y agregó: “La verdad que con esos pocos meses de existencia de una organización de base no sabíamos si iba a seguir existiendo, porque aparte a nosotras no nos conocía nadie”. 

“Empezamos a intentar producir encuentros virtuales para que no cayera la cosa, sobre todo con la lucha por el aborto legal. Nos tuvieron tantos años con esto freezado, ahora que estaba en auge, cómo seguimos con eso. Era una inquietud de todos los movimientos feministas”, dijo Marchesino. La referente expresó que había mucha incertidumbre sobre cuándo se iba a poder hacer un encuentro presencial. “Los primeros días de tanto encierro, cuando fue el aislamiento obligatorio, era impensable que se fuera a aprobar la ley y que iba a ser en la calle con barbijo. Muchas militantes se animaron a ir. Yo creo que la masividad de la marea verde lo logró aún en pandemia. La llama se mantuvo viva más allá de los cierres”, sostuvo.

Cuando se cumplió un año de vida, como aniversario la colectiva realizó una antología poética con escritoras y disidencias de la ciudad que duró todo un mes. Contó la referente: “Se publicaron una poesía o fragmento narrativo por día en nuestras redes. Gorodischer abrió la antología con un fragmento de ella y lo cerramos con dos escrituras de Madres de la Plaza 25 de mayo, Norma y Elsa. Ahí participaron no solamente las miembras de la colectiva, también había otras escritoras”.

A medida que el aislamiento se fue flexibilizando, la colectiva retomó su gestión presencial y conectó con otras organizaciones, como Mujeres tras las rejas. “La referenta de Mujeres tras las rejas estaba copada con la posibilidad de que fuéramos a la cárcel de mujeres, ya lo habíamos charlado antes de la pandemia. Cuando se vuelve a abrir todo efectivizamos una actividad: una gran colecta de libros de escritoras rosarinas y rosarines. La verdad que superó las expectativas, no sabíamos dónde meter tanta cantidad”, comentó. 

“Seleccionamos para la cárcel y también para las mujeres que están en los refugios que tiene la Municipalidad, mujeres que tienen que estar resguardadas porque están en situaciones de violencia extrema, están con restricciones, perimetrales, muy aisladas ellas con sus hijes cuidando su integridad física”, contó Marchesino.

La colectiva, junto a las coordinadoras de los refugios, diseñaron talleres de circulación de la palabra para trabajar con los libros como disparadores de producciones y reflexiones, convirtiendo a la escritura en una manera de verbalizar lo vivido. “Queríamos conocerlas, comprometiéndonos obvio a mantener el anonimato y a esa privacidad que tienen que tener. Hicimos unos encuentros en la Biblioteca Estrada, trabajamos alrededor de algunas poesías, les encantó. Fue una experiencia que nos marcó. Estamos proyectando ir a la cárcel y continuar con esto”, detalló.

“No queremos reflexionar sobre una cuestión filosófica, literaria. Venir de ese palo es lo que nos juntó, pero en realidad vamos hacia estos lugares donde la palabra no circula, donde las mujeres están privadas de todo y se han tenido que callar”, manifestó Marchesino, y añadió: “Esta experiencia con las mujeres de los refugios nos fue formando porque hasta que no nos sentamos y nos pusimos a trabajar con las chicas nosotras no sabíamos si realmente estábamos en condiciones de poder trabajar con ellas”. 

Este 2022 La Palabra Colectiva cumplió 3 años y lo festejó con un encuentro de lecturas en el Pasaje Pan. “El aniversario nos llevó bastante tiempo. Se acercaron más de 80 personas. A mediados del 2020 no sabíamos que iba a pasar con lo que habíamos intentado crear y este año celebramos tres años con la concurrencia de escritoras y escritores que han publicado, que son conocidas, que dan clínicas de literatura en esta ciudad”, narró Marchesino. 

En un marco de mucha emoción, 30 autoras y autores realizaron lectura de poesías y relatos: María Paula Alzugaray,  Evelyn Arach,  Marcela Armengod; Adriana Borga, Patricia Cuaranta, Juan Pablo Di Lenarda Pierini, Virginia Ducler, Dora Do, Celia Fontán, Lorena Girard, Mercedes Gómez de la Cruz, Nora Hall, Andrea Lípari, Vicky Lovell, Susana Martin,  Alejandra Méndez Bujonok, Sandra Mendizaba, Mariana Miranda, Wachi Molina, Maia Morosano, Rocío Muñoz Vergara, Andrea Ocampo, Kohay Ornellas, Silvia  Pampinella, Laura Rossi, Rosario Spina, Paula Turina, Mariana Vacs y Julia Vélez.

“Queremos construir una organización que nos represente, es la primer colectiva feminista de escritoras de Rosario así que el desafío es consolidarnos en el tiempo”, concluyó la referenta.

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