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Un trozo de cielo multicolor

El grupo Rosario Vuela lleva 3 años elevando barriletes acrobáticos y sumando adeptos. Cada trabajo tapa una parte del firmamento monótono de la ciudad y demuestra que este arte sigue con innovaciones.

Luciana Sosa

Un puñado de aficionados a los barriletes se fue conociendo con el correr de los encuentros organizados en la ciudad y así decidió crear un grupo con nombre propio: Rosario Vuela. Que ya lleva 3 años de vida y cada sábado se reúne en el parque Scalabrini Ortiz, “en la loma que está cercana a avenida Francia”, detalló uno de sus integrantes, Guillermo Percoco. Desde 2006, cuando se congregaron como agrupación de amantes de las cometas, estos rosarinos buscaron promover las actividades relacionadas con barriletes, desde la construcción hasta el vuelo en equipo de cometas acrobáticas. Hoy los integrantes ascienden a unas 15 personas de entre 10 y 68 años.

“Entre las diferentes actividades que realizamos, destacamos los talleres de construcción de barriletes en varias escuelas de Rosario, Roldán, San Lorenzo, Pueblo Esther e Ibarlucea en los que les enseñamos y ayudamos a los chicos a construir su primer barrilete”, detalló Percoco sobre esta promoción del arte “volátil”.

Asimismo, el grupo ha generado también barrileteadas solidarias, en 2005 y 2006, para la lucha contra el HIV y el cigarrillo, organizada por el hospital Garrahan. La actividad se realiza en simultáneo en todo el país y el desfile de barriletes se suele acompañar con el reparto de folletería alusiva sobre las medidas de prevención contra el tabaquismo y el virus del sida.

—¿Cómo nació tu interés por los barriletes?

—Fue en la costa, hace muchos años, cuando vi por primera vez un barrilete acrobático: tiene 2 hilos, se agarra uno con cada mano y según se tire más de uno o del otro se dirige el desplazamiento del barrilete. En 2004, lo vi en el Festival de barriletes de Rosario y en el 2005 pude comprar el primero. A partir de ahí conocí gente que también volaba, entre ellos los de la asociación civil Batoco (Barriletes a Toda Costa). Allí descubrí la infinita variedad de cosas que se puede hacer con estas cometas. Hoy no se hacen ya de caña y papel, sino de materiales más sofisticados como fibra de vidrio y carbono para la estructura y tela ripstop (la misma de los paracaídas) en reemplazo del papel. Esto permite hacer barriletes que no se rompen y que se pueden desarmar y armar en 10 segundos haciéndolos súper transportables. También me dio la posibilidad de conocer muchos lugares del país, como la frontera en Salta, Córdoba, La Pampa y hasta Comodoro Rivadavia. Además, los barriletes han sido mi gran terapia durante estos años, ya que soy programador: paso todo el día sentado trabajando frente a una computadora.

—¿Cómo reaccionan los chicos cuando se enteran que les van a enseñar a hacer sus propios barriletes?

—Cuando damos un taller, además de enseñarles a construir un barrilete, tratamos de mostrarles un poco de todo lo que se puede hacer, ya sea llevando nuestros modelos o mediante fotos y videos. En cuanto al recibimiento, si tienen hasta 8 años, muestran mucho entusiasmo, mientras que los mayores de 10 preguntan despectivamente: “¿Esa pavada vamos a hacer?”, pero se terminan enganchando cuando ven que su trabajo puede tomar vuelo.

—¿Y el público en general, ante sus participaciones en las barrileteadas masivas?

—Se sorprenden cuando nos ven llegar con carpas, banderas, banners y un arsenal de barriletes acrobáticos, otros gigantes, cometas para vuelo en equipo (es decir 2 o más barriletes acrobáticos volando al compás de la música), cometas de tracción que permiten hacer saltos de muchos metros de altura o remolcar una especie de triciclo grande y alcanzar velocidades de hasta 50 kilómetros por hora, barriletes que levantan un equipo de fotografía radiocontrolado y toman fotos aéreas, y un montón de cosas más. Tratamos siempre de invitar a participar al público prestándoles nuestros barriletes, enseñándoles a volar y haciéndolos parte de distintas rutinas.

—¿En esos encuentres quiénes son los más entusiastas? ¿Padres o hijos?

—(risas) Casi siempre pasa lo siguiente: van al parque padre e hijo y nos piden que les enseñemos a volar un barrilete. Al sábado siguiente vuelven, el pibe con una pelota de fútbol y el padre con el barrilete para volarlo con nosotros. Sin embargo, la anécdota más divertida fue hace un año: gente que vio nuestros vuelos nocturnos con luces los confundió con ovnis.

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