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Asesinato del Cuatrerito

Un tiro en la cabeza para un jefe de la barrabrava rojinegra

Por el crimen fueron detenidos dos hombres y otros dos por agarrar una mochila con el arma que se descartaron.


Matías Hernán Francetti, de 23 años y conocido como “El Cuatrerito”, era desde abril uno de los jefes de la barrabrava leprosa. El liderazgo fue fugaz debido a que ayer a las 16.30 dos hombres en moto, se le pusieron a la par y le descargaron más de catorce proyectiles apenas salió por la puerta 6 del estadio de Newell´s, en Morcillo al 2500 (paralela a avenida Pellegrini a la misma altura). Francetti se hizo conocido en las crónicas policiales cuando cayó en la causa Carbón blanco por estar señalado como uno de los protagonistas del envío de más de mil kilos de cocaína a España y Portugal.

Al menos uno de los tiros impactó en la cabeza del Cuatrerito y le provocó la muerte casi en el acto. Un policía de civil siguió la moto y personal de Comando Radioeléctrico le cerró el paso a la moto Falcon color roja en bulevar 27 de febrero y Oroño. Los sospechosos, quienes habían tirado una mochila mientras los perseguían por 27 de febrero, dejaron el vehículo y salieron a la carrera. A los metros fueron detenidos e identificados como Leonardo A., de 31 años, y Brian G., de 23. Los apresados fueron alojados en la comisaría 5ª hasta la audiencia imputativa, indicaron las fuentes policiales.

Además, los policías apresaron en 27 y Ovidio Lagos a Antonio F., de 44 años, y a Julio L., de 35, por haberse quedado con el bolso que tiraron los sospechosos, el cual en su interior tenía una pistola calibre 9 milímetros. Los investigadores sospechan que fue el arma utilizada para asesinar al Cuatrerito.

Si no fuera por la cinta de peligro con la que la policía acordonó el lugar, los chicos dando vueltas por el palomar y los jugadores de tenis que se podían ver por el enrejado parecía una tarde normal en el Parque Independencia.

Para las 17.30, el ambiente no era el mismo: los socios salían enojados porque se suspendieron las actividades y por los hechos de violencia que se suceden en el club donde llevan a sus hijos. “Estoy podrida de estos inadaptados. Estaba con mis hijos en la clase de natación y tuve que salir corriendo porque empezaron a escucharse cualquier cantidad de tiros. Ahora salgo y la Policía me acordonó el lugar y no puedo sacar el auto. Estoy acá afuera con una persona muerta y mis dos hijos chicos esperando. El socio no tiene que pagar más y estos se van porque no los van a poder mantener”, gritó la mamá indignada.

Los tenistas siguieron peloteando a pesar de que, pasando el enrejado y a unos metros, estaba tirado en la calle y al lado del cordón el cuerpo sin vida del Cuatrerito. Poco a poco, el parque se empezó a llenar de simpatizantes y curiosos, y los tenistas dejaron de entrenar.

Uno de los hinchas rojinegros deslizó por lo bajo y sin dar su nombre por temor represalias que al Cuatrerito se lo veía en las instalaciones del club pero que en este último tiempo había empezado a tomar mucha más fuerza –en referencia al apoyo de la barra–. Y agregó que la mayoría de los integrantes del paravalancha lo reconocían como uno de los jefes. Esta versión fue avalada por otros hinchas que ayer se acercaron a la puerta para ver qué era lo que había pasado.

A pesar de que las versiones sobre un ajuste desde otra facción de la barra que responde a los familiares del asesinado ex líder del paravalancha leproso, Roberto “Pimpi” Caminos dos sugerentes mensajes publicados en una cuenta de hinchas canallas en una conocida red social sindican otro móvil o al menos lo parece. El 9 de mayo pasado, el muro rezaba: “Matías Hernán Cuatrero se hace famoso por tirar tiros desde autos como le dio al Pimpi. Le falto huevo para matarlo y terminamos finandolo nosotros”, sostiene el portal.

“Quiere agarrar la barra pecho, con hinchas de Boca y River y con pibes de barrio dándole drogas y plata y amenaza a pibes fuera de la movida. Traidor como vos no hay ninguno. Ahora vamos por vos careta. Aguantatela logil”, agregan.

Por su parte ayer a las 19, apareció una nueva publicación: “Finado de visitante, por gil robado y por boca floja. El que avisa no traiciona. Chau Cuatrero, que te coman los gusanos”, decía junto a la foto de la víctima tirada ya sin vida.

Famoso

El Cuatrerito saltó a las crónicas policiales en junio de 2011 tras un espectacular ataque en la zona sur. Un hermano del asesinado barrabrava de Newell’s Roberto “Pimpi” Caminos, Alberto (alias Tato), amenazaba con retomar el liderazgo de la pesada desplazando a Diego “Panadero” Ochoa, y preparó una marcha sobre el Coloso que, anunciada a medios y la Policía, contaba con custodia de uniformados. Cuando algunas decenas de personas estaban listas para iniciar el camino hacia el Parque dos muchachos que bajaron de un auto abrieron fuego. Uno de los tiros le dio en un glúteo al comisario Javier Alegre, quien salvó su vida de milagro, mientras que otro disparo impactó en un simpatizante y uno más le atravesó el cuello de la camisa a un alto jefe policial. Tato terminó preso luego de ser denunciado por intimidación pública y por el ataque quedó en la mira como instigador Ochoa, y como sospechoso de haber comandado a los tiratiros Claudio “Pollo” Bassi, quien luego sería detenido por el homicidio del capo de los Monos, Claudio “Pájaro” Cantero. El Cuatrerito había crecido a la sombra de Pimpi, aunque dio el salto desde el barrio Municipal hacia sus rivales del Parque del Mercado.

Más tarde, en mayo de 2012, el Cuatrerito cayó en Lisboa en el marco del histórico operativo Carbón Blanco, el que involucró el empresario arroyense Patricio Gorosito por el tráfico vía marítima de una tonelada de cocaína a Europa y que terminó con este último condenado a 19 años de cárcel, aunque con prisión domiciliaria. El Cuatrerito terminó zafando aunque estuvo algunos meses detenido en Portugal.

En aquel ataque de 2011, junto con Cuatrerito sonó otro apodo, el de un tal Teletubi, quien desde entonces volvió a ocupar las crónicas policiales en numerosas ocasiones como integrante de la facción del Parque del Mercado. El viernes pasado volvió a la zona al conseguir en el marco de un juicio abreviado una pena de 1 años y 4 meses de cárcel pero a cumplir con arresto domiciliario en un domicilio del cercano barrio Tablada.

Cuentan en zona sur que el Cuatrerito es cuñado de Milton César, sospechado por el crimen del Pájaro Cantero y cuya familia fue atacada a tiros dos días después de este homicidio con el saldo de su madre y su hermano muerto, además de un amigo. Otro cuñado del Cuatrerito le vendió una casa a Juan Domingo Ramírez, sindicado integrante de los Monos, y en marzo de 2014, en ese lugar (Uruguay al 3900) la Policía se incautó de 16 kilos de cocaína y detuvo a la hermana del Cuatrerito, dijo un vocero judicial.

Capos en desgracia

Allegados a la pesada leprosa cuentan que en el primer partido oficial de Newell’s del certamen que acaba de terminar Nelson “Chivo” Saravia, quien oficiaba como una suerte de administrador de la barra desde que Ochoa cayó preso como autor intelectual del crimen de Pimpi (en agosto de 2013), se presentó como el nuevo jefe del paravalanchas, ahora ya sin ese padrinazgo. “El Panadero entregó las banderas a cambio de protección en la cárcel a dos facciones: una con el Cuatrerito a la cabeza y la otra con el Paraguayo, referenciado en Alexis Caminos, el hijo de Pimpi. Pero enseguida empezaron los problemas y el Cuatrerito fue corriendo de lugar al Chivo, que se recostó sobre el Paraguayo; así que cohabitaban en la tribuna pero en el sur los del Municipal andaban a los tiros con el Parque del Mercado. Hace dos semanas el Chivo dijo que se iba y empezó a sonar el apodo de un tal Maxi como quien iba a ser el nuevo jefe. El problema es que todavía estaba el Cuatrerito”. Otro conocedor de la interna de la pesada definió así el inconveniente: “La merca y la barra andan siempre de la mano, pero detrás de esto, y también de lo de Cara de Goma (Julio Navarro, el subjefe de la barra de Central asesinado semanas atrás en zona noroeste) pueden estar los de uniforme”. La referencia era hacia la Policía y el rumor que vinculaba ayer la muerte del Cuatrerito con un suceso del día anterior. “Fijate que lo ponen cuando se quedó sin padrinazgo con la caída del Monchi (Cantero en la ciudad de Buenos Aires). “Los Monos no bajan hasta el paravalanchas, por eso le pegan a los segundos”, añadió.

Droga

La interna de la barra sumó una decena de episodios violentos el año pasado, incluyendo que un hermano de Saravia fue baleado en una obra en construcción del macrocentro y su primo –quien estaba parado al lado del Chivo– herido de un tiro en un ataque en su zona de influencia, ya en enero de este año: 24 de Septiembre y San Nicolás (barrio Alvear). Una casa ubicada en esa esquina fue rociada a balazos cuatro días antes del último clásico, en abril último. Pero también hubo dos homicidios que distintas fuentes vincularon con el mix de droga y paravalanchas: los casos de Leonardo Cesareo y de Jonathan Fernández. En la madrugada del 4 de diciembre último Cesáreo acababa de comer un asado en los parrilleros del club y fue ultimado de seis balazos desde un auto en Presidente Perón y Lagos cuando iba en moto con su novia. Cesáreo era un ladero de Yona Fernández, vinculado con la comercialización de drogas y también con la barra del club leproso. Según fuentes policiales Yona controlaba algunos puestos de venta de drogas y fue asesinado el 1º de abril del año pasado en la puerta de su casa de zona sur de la misma manera que su mano derecha: 6 disparos calibre 9 milímetros. Fernández había sido parte de la barra y había sido procesado, y luego desvinculado, por balear a un policía en la previa de un frustrado clásico, en las afueras del Coloso del Parque, en enero de 2013.

Correcaminos

La fiscal Marisol Fabbro estaba ayer a las 19.20 a unos metros de la puerta principal donde la aguardaba la prensa cuando decidió conocerse todas las instalaciones de Newell´s, para escaparse por la puerta 5. En el día del periodista y tras una cobertura de dos horas en el lugar, todos los colegas de medios gráficos, radiales y de televisión, esperaban la versión oficial o al menos una declaración que explicara que desde el Ministerio Público de la Acusación no brindarían información sobre el caso. Esto no pasó.

Al advertir la poco disimulada media vuelta de Fabbro, el chofer de la camioneta en la que había llegado la representante de la Fiscalía aceleró con un patrullero detrás. Todos los periodistas, camarógrafos y fotógrafos corrieron detrás de la 4×4 para tener al menos una versión de lo que pasó. La camioneta se estacionó en la entrada a las plateas. En un momento, el conductor encendió nuevamente el motor, esquivó a dos periodistas que estaban en la parte delantera y se perdió, sin que nadie hablara. Tras quedar solos en la vereda de calle Infante, los periodistas regresamos y al pasar por la puerta 5, no enteramos que la fiscal había partido en otra 4×4.

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