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Un recorrido mágico teñido de poesía

El poeta Fernando Noy abrió el miércoles la 11° edición de las jornadas de poéticas teatrales.


Un relato teñido de poesía desplegada por las vidas vividas, un encuentro entre generaciones, un puente en comunidad imprescindible, una visión amplificada de la vida, del mundo y de lo acontecido en otro tiempo que se revelará ahora y siempre.

El poeta, performer y dramaturgo Fernando Noy, acompañado en su viaje estelar por el crítico y periodista porteño Federico Irazábal, repasó el miércoles, en el marco del comienzo de las 11ª edición de las Jornadas de Poéticas Teatrales que organizó la Escuela Provincial de Teatro y Títeres N° 5029 y que finalizaron anoche, al cierre de esta edición, con la presentación de Los 80, esos raros peinados nuevos, un mundo vivido entre plumas, pelucas y ropa rescatada de la basura, convertida en piezas de colección.

Así, los inmanentes despojos que fueron fundantes de un nuevo lenguaje escénico, rutilante y maravilloso, gestado a la luz de la poesía de Alejandra Pizarnik, Marosa di Giorgio, Néstor Perlongher o la brasileña Adélia Prado, entre muchos otros textos propios, se hicieron presentes en medio de un relato de recuerdos desmesurados y frente a una serie de imágenes proyectadas que repasaron los 80, desde los momentos finales de la última dictadura militar hasta entrados los calamitosos 90, a través de la memoria y la emoción más honesta de Noy. En él viven “La Carancha”, “Alfonsina y el mal”, “Las Coperas” o “Sombra de conchas”, esos textos que su entrañable amigo-hermano-cómplice Batato Barea usó como medio para deslumbrar a una generación que quería escapar del horror que cargaba mientras él mutaba en Sandra Opaco.

Y otro iluminado, el inolvidable Alejandro Urdapilleta, un actor sin concesiones ni mesura, y Humberto Tortonese, Cemento, el Parakultural, el mejor tiempo del Centro Cultural Ricardo Rojas, todo eso a lo que llamaban “el engrudo” en lugar de underground, entre los recortes de una época en la que la libertad se había vuelto energía ineludible.

Poco después, sobre el final de una charla que debió afrontar el deseo colectivo de perpetuarse en el tiempo, llegaría el turno de la presentación de Sofoco, primer libro de relatos del siempre mágico y entrañable Noy, esta vez con el apoyo de su cómplice local, el actor y bailarín Diego Ullúa, y la presencia de tres mujeres que entienden del espectáculo: Cristina Prates, Gladys Temporelli y la maravillosa Andrea Fiorino. Fueron momentos únicos de una noche única que ojalá, más allá de la condición filosófica que impone lo contrario, sea repetible.

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