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Un reactor nuclear ayuda a capacitar especialistas en Rosario

Desde hace años la UNR mantiene un equipo de baja potencia usado para la docencia y la investigación. “La energía atómica tiene mala fama, pero hay muchas actividades cotidianas que son nucleares”, explica el director del instituto donde funciona


Crédito: Camila Casero

Ileana Carrizo- Universidad Nacional de Rosario

El reactor nuclear RA-4 Siemens SUR 100 forma parte del Instituto de Estudios Nucleares y Radiaciones Ionizantes (IENRI) de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Se trata de un equipo de baja potencia (1wat) y de núcleo homogéneo, que se utiliza para la docencia y la investigación. “La energía atómica puede tener mala fama dado que su aparición pública fue a través de armas bélicas, pero hay muchas actividades cotidianas que son nucleares, como sacarse una radiografía o hacerse una tomografía. También se usa para analizar las estructuras como puentes y diques sin necesidad de dañar esas construcciones”, explica el director del instituto, Oscar Peire. “Las radiaciones nucleares de baja potencia se usan en el agro para darles mayor durabilidad a los cultivos y que puedan ser exportados. Es un área que debe ser desarrollada e investigada para beneficio de las personas y la vida”, agrega.

Qué es

El RA-4 es un reactor denominado de potencia cero. Trabaja normalmente a potencias muy bajas, por lo que no necesita de un sistema de refrigeración. Su núcleo es cien mil millones de veces más chico que el del reactor de la Central Nuclear Atucha I. El recipiente que lo contiene es una coraza de grafito, plomo y agua con boro, que actúa como gran absorbente de neutrones. Peire destaca que este reactor permite tareas de capacitación y formación de operadores y estudiantes, así como desarrollo de investigaciones. “Es un reactor homogéneo que tiene la particularidad de que el moderador, elemento que sirve para reducir la velocidad de los neutrones en las reacciones de fisión nuclear, está mezclado con el combustible, el uranio. Esto simplifica el cálculo de las operaciones físicas y matemáticas que allí se realizan”, señala el director del instituto.

“Contamos con un espacio que permite a los estudiantes ver cómo se desarrolla la operación en las que comprueban de manera empírica lo que vienen estudiando”, explica Peire y aclara que sólo quienes tienen una licencia lo pueden manejar. El resto observa. En las instalaciones hay una serie de pantallas que permiten seguir las operaciones del reactor.

Un distinto que capacita

La diferencia entre los reactores comerciales (de alta potencia) y los de investigación (de baja potencia) es que los primeros convierten el calor generado en energía eléctrica, mientras que los de investigación no generan calor sino que utilizan los neutrones generados en la fisión para producir radioisótopos o para estudiar sus efectos sobre diversos materiales.

El de la UNR es utilizado por estudiantes de la carrera de física, de ingeniería electrónica y eléctrica. También lo aprovechan estudiantes de grado y posgrado de carreras del área de las tecnologías atómicas del país y la región que realizan sus prácticas e investigaciones en la UNR. En la actualidad, se está evaluando la posibilidad de utilizarlo en la práctica de medicina nuclear.

La formación y capacitación de operadores de centrales nucleares como las de Atucha y Embalse es una de las funciones del RA-4. Sus características permiten la verificación de las diferentes situaciones a las que podría enfrentarse un operador en un reactor de mayor potencia. Peire explica que en una central atómica el funcionamiento no tiene grandes variaciones. “Si no se presentan problemas, la tarea del operador es bastante rutinaria, pero en nuestras instalaciones puede experimentar, ver cómo va cambiando el efecto neutrónico, verificar lo que conoce en la teoría y llevar ese conocimiento a su central”, señala el director del instituto.

Habilitado

El RA-4 cumple con todas las normas y medidas de seguridad que se le exige a cualquier instalación atómica, tanto para prevenir accidentes como para evitar daños en la salud de quienes trabajan. “Cuenta con una camisa de grafito, plomo y agua que forman un aislante biológico para proteger al personal y los operadores. Además, existe un área de seguridad a la que no hay que acercarse cuando está funcionando. En el espacio de clases hay un muro de hormigón que funciona como protección para quienes están haciendo observaciones”, dice Peire.

Cómo llegó

La adquisición del reactor comenzó en 1969 con la firma de un convenio con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Según este acuerdo, la CNEA proveería el reactor mientras que la UNR cedería el espacio físico y el personal capacitado para su manejo y mantenimiento. A partir de diferentes gestiones y en reconocimiento de la política atómica argentina, la empresa alemana Siemens donó el RA-4. Llegó a Buenos Aires en 1972. Lo armaron y en octubre de ese año fue trasladado a Rosario. En mayo de 1973 fue instalado en el espacio donde funciona hasta la actualidad.

Para investigación

Semanas atrás la UNR fue sede del encuentro que tuvo el objetivo de debatir en torno a la propuesta elaborada por la Autoridad Regulatoria Nuclear para modificar la norma de operación de reactores de investigación. Participaron los directores de los reactores educativos de la Argentina, funcionarios de primera línea del área de energía atómica y autoridades universitarias. “Desde hace algunos años estamos trabajando en lograr una mayor inserción en el medio científico, académico y con organismos de desarrollo nuclear, lo que nos permite hacer intercambios, recibir alumnos, ser sede de proyectos de investigación, de esta manera aprendemos, crecemos y funcionamos con toda nuestra capacidad”, cuenta Peire, quien dirige el instituto cuyo plantel lo completan Luciano Vicario, Raúl Taddeo, Luciano Giorgi, José Orso y Vanessa Bernett, una de las primeras mujeres en Argentina en tener el cargo de Oficial de Radio Protección.

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