El Brujo Quintero tenía manos sanadoras. Vivía solo en su casa de Empalme Graneros donde recibía a diario la visita de vecinos, que acudían en busca de masajes, palabras curativas, pomadas naturales. Su popularidad creció a la par de sus constantes gestos con los más necesitados y el ejemplo con los que llevaba sus 77 años de vida. No tomaba ni un medicamento y solía hacer largos viajes en bicicleta. Ayer, una de sus hijas lo encontró tendido en la cocina. La muerte llegó de la mano de un puñal que todavía conservaba en el estómago. Muchas cosas se deducen de una escena del crimen. Cortes de defensa en los brazos, la cerradura sin forzar, el dinero sobre la mesa de luz, un solo cajón revuelto con manchas escarlata. Pero fueron las huellas de dos manos ensangrentadas en la pared las que brindaron el relato más cínico. No porque esas manos no fueran sanadoras, sino porque eran manitos, tan pequeñas como la de una criatura de dos años.
“No tengo nada que decir”, esbozó entre sollozos una de las hijas de Ramón Alfredo Quintero, mientras esperaba en la puerta de su casa de Pelayo al 2600 que los pesquisas terminaran el trabajo y retiraran el cuerpo de su padre. A su lado, su hermana embarazada también fue breve: “¿Qué te puedo decir? Lo querían todos en el barrio, hacía 30 años que vivía acá. Veníamos a visitarlo todos los días, entre las 10 y las 11 que fue cuando lo encontramos. Pero más temprano se cruzó con un sobrino que pasó por la puerta y estaba todo bien”. La referencia, según un vocero policial, es de un sobrino de la víctima que cerca de las 8.30 se lo cruzó en la puerta de su casa cuando iba a tomar el colectivo.
Además de sus dos hijas, ambas del segundo matrimonio de Quintero, que enviudó hace dos años, estaban las hijas de su primera concubina.
Una de ellas relató que su padre era un célebre jugador de bochas que lo llevó a competir en numerosos clubes y acumular varias medallas de oro.
“Era bochófilo. Le decían el Brujo Quintero o Cabezón”, dijo la mujer que resaltó el excelente estado de salud de su padre, quien aseguró pedaleaba desde Empalme Graneros hasta Villa Gobernador Gálvez con frecuencia. “Se jubiló en una fábrica de fundición, pero también fue zapatero, todavía conserva las máquinas en el fondo de la casa”, describió.
“Papá no era curandero. No andaba con velas, cintas ni esas cosas. Él era muy creyente, hacía masajes y curaba el empacho”, concluyó la mujer tras referir que el hombre tenía ocho nietos y uno en camino.
“Todos lo querían en el barrio. Era muy respetado. Hacía 30 años que vivía acá. Sus hijas lo visitaban todos los días. Era muy religioso, creía mucho en Dios, en especial con su segunda esposa, que falleció hace dos años. Ella también lo ayudaba a curar”, dijo una vecina que no salía de la conmoción.
“Venía gente de todos lados a verlo. Algunos en sillas de ruedas, otros con criaturas. Y cuando alguien no podía moverse, él iba a sus casas”, agregó otra señora que aseguró tenía un horario de consulta, entre las 18 y las 22.
La Policía dijo que Quintero tenía un golpe a la altura del ojo derecho, una puñalada en el estómago y varios cortes en los brazos que parecían de defensa. En la casa no había tanto revuelto, aunque no descartan que el móvil haya sido un robo, ya que uno de los cajones estaba desordenado y tenía prendas con manchas de sangre. Unos 300 pesos descansaban sobre la mesa de luz. En tanto el cuerpo estaba vestido con ropa clara, y en algunas partes se veían huellas pisadas, lo que indica que recibió varias patadas.
El hecho ocurrió en jurisdicción de la seccional 20ª y es investigado por el juez de Instrucción en turno.
De números y crímenes
Con los cinco homicidios que se registraron entre la noche del miércoles y la tarde de ayer en Rosario, los crímenes registrados en jurisdicción de la Unidad Regional II en lo que va del año ascendieron a 26, cuatro de los cuales, en realidad, fueron cometidos a fines de 2013 pero sus víctimas fallecieron durante este enero.
Los números hablan por sí mismos: en lo que va del año se registraron 22 hechos de violencia que dejaron como resultado víctimas fatales. Esos mismos números hablan de homicidios que continúan en ascenso. Y es que para esta misma fecha, pero de 2013, habían sido cometidos 16 homicidios en Rosario y sus alrededores y, a fines de enero de ese mismo año, la suma de muertes violentas ascendía a 23. Uno más de los registrados hasta el 23 de enero de 2014.
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