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Sustentable

Un plan oficial enseña a fabricar combustible con hojas caídas

La idea es aprovechar como materia prima residuos de otoño de árboles caducos, desecho y molestia para vecinos.


Luis Alberto Spinetta escribió que todas las hojas son del viento. Pero es el invierno quien las lleva a los patios, techos y calles de la ciudad. Los barrenderos y los vecinos apilan bolsas del descarte de los 300 mil árboles que tiene la trama urbana. Y ese material puede convertirse en energía que ayude a calefaccionar hogares rosarinos que no cuentan con la conexión a Litoral Gas. Hojas, cartón, papel y el aserrín que tiran las carpinterías de Rosario pueden compactarse en briquetas de biomasa: una forma de leña más eficiente que la blanda o el carbón. Articulándola con la fabricación de estufas de alto rendimiento –que el gobierno provincial está construyendo e instalando en oficinas públicas a la par que dicta cursos para su construcción– y con la máquina “chipeadora” de gran porte, cuya compra está bajo estudio de la Municipalidad, que permitiría sumar como materia prima los residuos de poda, escamonda y extracción de árboles secos, procesándolos.

Integrado

De las distintas patas que va teniendo el sistema –que a mediano plazo no sólo le sería útil a las franjas vulnerables de la población para pasar los inviernos con sistemas eficientes de calefacción sino hasta formar microemprendimientos e incluso una venta estatal de combustibles al sector privado– los barrenderos y los propios vecinos son una tercera, y fundamental. Son ellos los que recogen –y hasta ahora descartan– bolsas, bolsas y más bolsas repletas con los residuos de los árboles de hoja caduca, que son buena parte de los 300 mil árboles que tiene la ciudad. Incluso en los barrios sigue siendo una práctica común de los vecinos el barrer las hojas de las veredas para apilarlas en montones en el cordón de la calle y quemarlas allí, para reducir el volumen y el uso de bolsas.

Con nuevas máquinas-herramienta y nuevos –o recuperados– tratamientos ese material de descarte puede convertirse en energía que ayude a calefaccionar los tantos hogares rosarinos que no cuentan con la conexión a Litoral Gas y hoy utilizan formas más caras o poco eficaces, como estufas eléctricas con resistencias, gas envasado, o aun estufas a leña, pero con diseños menos eficaces que desperdician calor.

Un reciente taller dictado por la Municipalidad en la Ciudad de los Niños, en la zona norte, para un grupo de vecinos, mostró cómo hojas, cartón, papel y aserrín tirado por carpinterías de la ciudad y residuos de poda pueden compactarse en briquetas de biomasa. Para los expositores, personal de la Dirección General de Innovación y Calidad Ambiental que depende de la Subsecretaría de Medio Ambiente municipal, el proceso puede utilizarse para autoconsumo, pero también puede constituir una nueva fuente de trabajo. En ese marco, el coordinador de Proyectos Especiales, Pablo Torricella, contó a El Ciudadano los detalles del proyecto de difusión.

Licuado

Durante el taller, los participantes hicieron literalmente un “licuado” con agua, hojas secas y pedazos de papel. El resultado era puesto dentro de una prensa de madera –un diseño que se puede construir a partir de pallets, que en muchas obras en construcción son otro residuo y se encuentran abandonados por la ciudad– y con un poco de presión daba su primer resultado, una plancha. Esa misma plancha, dividida, es lo que son las briquetas, una suerte de leña ecológica de gran rendimiento y eficacia por su composición química y por su forma física: son todas del mismo tamaño.

El taller, el primero, se realizó para difundir tecnologías de alta eficiencia para cocción de alimentos y calefacción. Pedacitos de energía de cinco centímetros de alto por cinco de diámetro salieron de esa experiencia en la institución de la costanera.

Casi, o el mejor

Las briquetas poseen un alto poder calórico. Aún mayor al de la leña blanda que se compra en distintos lugares de la ciudad. Crea muy pocas cenizas, es fácil de almacenar y de bajo costo de producción: se nutre de residuos urbanos y sólo requiere de un molde y una prensa de simple construcción.

El proceso arranca con la recolección de cualquier material orgánico y combustible que se corta y tritura. Luego se añade agua y se ubica en un molde dentro de una prensa hecha solo con maderas que logra una presión de casi dos mil kilos por centímetro cuadrado. Se aplican 30 kilos de fuerza sobre las maderas, el peso de un cuerpo humano haciendo fuerza, y luego se saca el líquido. Por último, se deja secar.

“Reemplaza a la leña que se compra. Los pueden hacer en su casa o como un emprendimiento social de producción. El resultado ayuda a las familias que no tiene conexión a la red de gas”, explicó Torricella. Para las salamandras, las estufas Sara –diseño del Instituto Nacional de Tecnología Industrial–, las estufas Rocket –diseño que adoptó la provincia para sus espacios y sobre las que publicó un manual para su construcción hogareña– y para otros como el horno Chileno –diseño que combina el antiguo horno de barro criollo con el añadido de un tambor metálico y una estructura para maximizar el rendimiento del combustible– las briquetas se perfilan como una opción de insumo muy barato. El ahorro también repercute en la naturaleza –menos árboles talados– y en la reducción del volumen de residuos urbanos, incluidos los de la poda que hace Parques y Paseos. “En la ciudad se compra leña de quebracho, que tiene menos poder calórico que las briquetas”, señaló el funcionario acerca del método de la prensa y el tipo de leña que es utilizado en el Congo, África, donde el carbón ya es un bien escaso y caro, por no renovable.

Consultado sobre los potenciales demandantes de las leñas ecológicas e industrias que descarten posibles insumos para hacerlas, Torricella admitió que el mapa aún está en estudio. Lo que saben, insistió, es que hay muchos usuarios de calderas en la ciudad.

“Existe un porcentaje que no tiene gas, tiene problemas con la garrafa social y esto sirve para complementar. Entendemos que debe tener una apoyatura social”, apuntó.

Tres estufas modelo Rocket que ya funcionan en la ciudad

La Secretaría de Medio Ambiente de la provincia montó tres estufas Rocket en Rosario: una en la planta de residuos de Bella vista, otra en el Polideportivo Parque Oeste y una última en el Centro de Convivencia Barrial del barrio qom. Las hicieron durante talleres teórico prácticos, en los que se enseñaba a constuirlas.

Están diseñadas para ser alimentadas con restos de poda, ya que como combustible utilizan leña chica. Poseen dos cámaras que logran concentrar gran cantidad de calor, por lo que se logra una combustión completa y la única emisión es vapor de agua.

Cuando la estufa se apaga, el calor queda atrapado en un banco térmico que lo libera lentamente

“Según estimados de la OMS (Organización Mundial de la Salud), las emisiones de sistemas de combustión de baja eficiencia son responsables de la muerte prematura de 1.6 millones de personas al año, en donde la mitad corresponde a niños menores de 5 años”, detalló el funcionario y agregó: “Permite ponerle fuego durante el día y se mantiene el calor por la noche sin preocuparse por las emisiones”.

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