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Un pequeño mundo de afectos

El Centro de Jubilados Esperanza reúne a padres de discapacitados mentales de entre 30 y 60 años. Allí realizan distintas actividades y fomentan la solidaridad y la contención contra la discriminación.

En Ricchieri 139 se abre una puerta a la integración. Se trata del Centro de Jubilados Esperanza, que reúne a jóvenes de entre 30 y 57 años con discapacidades intelectuales en diferentes actividades que los ayudan a desarrollar sus intereses creativos, culturales y deportivos.

“Este centro es único en el país. La idea surgió porque vimos cómo nuestros hijos eran discriminados de muchos lugares, entonces qué mejor que darles un espacio propio para que crezcan y aprendan valores como la solidaridad, la inclusión y la amistad entre todos”, expresó en diálogo con este diario la presidenta del centro, Nélida Chitarroni.

Entre muchas de las actividades que realizan en el Centro de Jubilados Esperanza, se dedican por estos días a ensayar para el acontecimiento del próximo lunes (ver aparte).

Asimismo, aclaró que cada uno de los jóvenes que se integran al lugar reciben un subsidio por su discapacidad, por ende son considerados jubilados.

“Hay muchas personas adultas discapacitadas mentales que no tienen un hogar, una familia que los contenga y en el resto de los lugares que ofrecen contención no son aceptados. En general, son discriminados en la mayoría de los lugares de la ciudad”, contó con dolor la presidenta Chitarroni.

La conductora de esta iniciativa fue una de las fundadoras de este espacio de contención y ya lleva 30 años de pleno funcionamiento. “Empezamos como familiares de chicos especiales, y diez años más tarde surgió la idea de crear una cooperativa entre los padres, junto al apoyo municipal de parte de Roberto Bereciartúa, a comienzos de 1980”, relató Chitarroni.

Ella tiene 81 años y un hijo de 49 y es una de las fundadoras de la entidad. “Siempre trabajamos con un gran grupo de papás que están preocupados por la situación de los adultos discapacitados mentales. Ellos no tienen dónde ir y son discriminados. Por ejemplo, mi hijo no puede conversar con un par de 50 años, no hay temas, no hay un hilo conductor, y tampoco pueden estar solos, siempre debe haber alguien que los cuide, por eso este lugar es además de una ayuda a ellos, un espacio de contención para sus padres y familiares, sino, estarían todo el día mirando televisión, sin hacer nada”, señaló.

Paralelamente, la mujer explicó que con un taller impulsado por la escritora Ada Donato, se les enseñó a los chicos (teniendo en cuenta su avanzada edad), mediante la escritura y lectura, el valor del compañerismo, la amistad y el cooperativismo.

“Como nos costó un año y medio sacar el permiso, creamos el centro de jubilados y estamos abiertos a todo el que quiera participar de las actividades de baile, gimnasia y también el taller de la memoria”, detalló.

Según explicó, este último taller consiste en trabajar con recuerdos y tratar de retenerlos. Asimismo, agregó que hasta hace poco hubo un taller de teatro, pero como los chicos tenían que leer y estudiar algunas cuestiones, les era un poco difícil y dejaron de lado la actividad. El centro cuenta con subsidios del Pami y el aporte de los padres integrantes de esta cooperativa. Es por eso que hubo muchas actividades en un comienzo, pero por falta de fondos para pagar a los profesionales que las dictaban dejaron de realizarlas. Para ampliar la propuesta del centro, necesitan de la colaboración de profesores de computación para que les enseñen a los integrantes del centro a trabajar con el abecedario y a escribir sus primeras frases.

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