Coronavirus

Crónicas de cuarentena

¿Un mundo de fantasía?, lo real que continúa en lo virtual a fuerza de afecto y deseo

El límite entre lo real y lo virtual se torna cada hora más tenue en medio de la cuarentena por coronavirus. La cercanía o lejanía pasan hoy por la fuerza del afecto y las posibilidades de contacto y comunicación. Cultura y educación ya están demostrando cómo romper el aislamiento, vía web


Elisa Bearzotti

Especial para El Ciudadano

 

La vida en cuarentena en este raro 2020 continúa su curso definido por una irreversible fusión entre el mundo real y el digital, una experiencia de difícil análisis por su amplitud y peculiaridad. Hoy más que nunca lo virtual es lo real.

La nietita de una de mis amigas nació en cuarentena… Su imagen, compartida a través de los múltiples canales habilitados como Whatsapp, Zoom, Skype y similares nos llegó en tiempo récord, pero ¿cómo transmitir la suavidad y calidez de la piel de un bebé a través de una foto o un video? Imagino que para mi amiga los días deben estar llenos de una densidad y una elocuencia diferente a la del resto, porque el tiempo se mide en perspectiva de la falta y el deseo, y para ella tiene un solo nombre: Josefina.

El hijo de mi cuñada, impulsado por razones de índole personal, decidió que la cuarentena era el momento justo para casarse. Lo vimos vestido de gala junto a su pareja, mientras los íntimos, vestidos también de gala y cada uno en su domicilio particular, a muchos kilómetros de distancia, seguían la ceremonia, emotiva y plena de sentido, a través de la plataforma Zoom, sin que disminuyera en nada la fuerza y vitalidad del compromiso asumido.

Incluso el padre Ignacio tuvo que aceptar que esta vez el Vía Crucis, que habitualmente congrega a miles de personas, fuera sólo virtual.

En estos días también he contado con información privilegiada de lo que ocurre en España y Francia, gracias a que dos de mis hijos viven allí desde hace varios años. A través de la web pude compartir no sólo sus experiencias sino también sus emociones, preocupaciones y temores. Por primera vez sentí que la distancia que nos separa ya no se mide en kilómetros sino en posibilidades de contacto y permanencia: la cercanía o lejanía hoy pasan por la calidad del sentimiento, por la fuerza del afecto.

De hecho, el espacio, según creo, es la variable que suma más cambios cuando nos movemos en el ámbito de la virtualidad, y nuestras casas pronto tomarán nota del nuevo estilo de vida. Seguramente, para acompañar la impronta ecológica que aprecian centennials y millennials reducirán su tamaño, ya que no se necesitan muchos metros para un modo de existencia caracterizado por el exceso de compañía ciberespacial y la elección de lugares “neutros” como bares y cervecerías para el momento de la compañía real y el disfrute. De hecho, las “tiny houses”, casas muy bien diseñadas que aglutinan todo el confort pero no superan los 30 metros cuadrados, están haciendo furor en todo el mundo.

Mientras tanto, cultura y educación son dos de las áreas que están demostrando su viabilidad a través de la web. Si bien no es una novedad, ya que las clases virtuales se han multiplicado en los últimos años, sí lo es la ruptura de los rígidos cánones impuestos por la educación formal, que utilizaba exclusivamente mecanismos presenciales. Hoy, todos los niveles educativos han habilitado plataformas para que los alumnos puedan permanecer activos, con sus clases actualizadas, o al menos en vías de serlo si la situación se prolonga. Y si pensamos en el futuro próximo, hay que decir que las investigaciones en este campo son muy optimistas en cuanto al alcance y la profundidad de los aprendizajes en la web, que se desarrollan en un entorno mucho más adecuado para la sensibilidad de los actuales alumnos.

En este contexto, el gobierno de la provincia de Córdoba convocó a un laboratorio de ideas que apunta a disminuir las consecuencias de la aparición del virus en el planeta. La iniciativa, con resultados sorprendentes, despertó el interés de intelectuales y científicos.“Pensábamos tener 150 personas, pero tuvimos 1.500 de todas partes del país”, aseguró Pablo de Chiara, ministro de Ciencia y Tecnología de la provincia. Durante 70 horas de inmersión surgieron 72 propuestas de soluciones producto del trabajo interdisciplinario de científicos, diseñadores, desarrolladores, tecnólogos, empresas y emprendedores. “Logramos vencer el desafío de la virtualidad. Ese fue el primer logro de este encuentro. Me impresionan los resultados”, dice De Chiara. Los participantes utilizaron programas como Zoom, Jitsi o Google Hangouts para interactuar virtualmente.

También los principales museos del mundo han abierto sus puertas a la posibilidad de recorridos virtuales para mostrar las maravillas que albergan. Tal es el caso del Museo Británico (Londres), el Louvre (París), el Museo Arqueológico de Atenas, el inquietante Moma o el más tradicional MET en Nueva York, por nombrar sólo algunos de los sitios más importantes que custodian lo más renombrado del arte y la historia del planeta.

Alejandro Sacristán, columnista del diario español El País, no duda en afirmar: “Nos movemos hacia una realidad extendida, dado que lo virtual posee una realidad plena, es parte de lo real tal y como expresó el filósofo tunecino Pierre Lévy en su libro de los 90 ¿Qué es lo virtual? Ahora estamos construyendo un espacio real y digital a la vez. Durante los últimos 25 años hemos construido y puesto a punto tecnologías (…) para navegar, entender, manejar y experimentar el continuo realidad–virtualidad”. Y agrega a continuación: “El continuo realidad-virtualidad fue enunciado por Paul Milgran y Fumio Kishino en 1994, un continuo que se extiende linealmente de izquierda a derecha, desde la realidad física hasta la virtualidad completa”.

Estos días de aislamiento social obligatorio son el muestrario condensado de una experiencia que ya viene aconteciendo y que está transformando profundamente las relaciones sociales y la forma en que el ser humano busca dejar su huella en el mundo. Una huella que ya no quedará impregnada en la piedra, sino en bits replicados hasta el cansancio, inmanentes y tan reales como el aire que respiramos.

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