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Un lugar recoleto entre votaciones

La Casa Santa Marta, donde se alojarán durante el cónclave los 115 cardenales que elegirán a partir de hoy al sucesor de Benedicto XVI, es una residencia cómoda pero sobria, para incitar a la reflexión a unos purpurados que vivirán totalmente aislados del mundo exterior.

La Casa Santa Marta, donde se alojarán durante el cónclave los 115 cardenales que elegirán a partir de hoy al sucesor de Benedicto XVI, es una residencia cómoda pero sobria, para incitar a la reflexión a unos purpurados que vivirán totalmente aislados del mundo exterior.

Esta moderna instalación, inaugurada en 2005 a unos mil metros de distancia del Palacio Apostólico, fue un regalo al colegio cardenalicio del papa Juan Pablo II, que participó en dos cónclaves en 1978.

Un busto de bronce del papa polaco preside la entrada del luminoso edificio de cinco pisos, situado cerca de la sala Pablo VI donde se celebran las audiencias públicas del pontífice durante los meses de invierno.

Consta de 106 estudios, veintidós habitaciones sencillas y un apartamento, todos ellos con cuarto de baño en el interior.

El hotel de los cardenales tiene también una pequeña capilla, un amplio comedor con mesas redondas dispuestas sobre un suelo de mármol de color claro.

Lo único que los cardenales –que juran mantener el secreto del cónclave– echarán de menos serán las comunicaciones con el exterior, pues tendrán bloqueados todos los servicios de teléfono o de internet, así como el acceso a la prensa y a los medios de comunicación.

Eso les permitirá concentrarse plenamente en la oración y la reflexión que requiere la elección del nuevo líder de los casi 1.200 millones de católicos en el mundo.

Hasta el cónclave en el que fue elegido Benedicto XVI, los cardenales, de edad avanzada y algunos con problemas de salud, vivían en condiciones espartanas, en habitaciones cerradas con llave, y llegar a uno de los cuartos de baño compartidos era toda una aventura.

Con la Casa Santa Marta se acabó también la clausura, por lo que los cardenales pueden conversar en las salas comunes y pasearse por dentro del recinto del Estado vaticano.

La inauguración del hotel cardenalicio hizo temer en 2005 que las nuevas comodidades de que gozaban los purpurados pudieran alargar considerablemente un proceso que en el último siglo ha durado un máximo de cinco días. Pero en el último cónclave sólo fue utilizado durante una noche puesto que Benedicto XVI fue elegido en el transcurso del segundo día, al igual que Juan Pablo II en 1978.

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