Cultura

Conversaciones

Un lápiz en manos de una niña: el poder para inventar un otro que sea un par o…una hermana

“Una niña con un lápiz” es un hermoso libro infantil que con precisas líneas de texto y expresivas ilustraciones pinta un mundo surgido de los recursos espontáneos para hacer dormir a una pequeña. El rosarino Federico Levin lo escribe y Nicolás Lasalle lo dibuja. El primero explica su proceso


Guadalupe Carmona

“Una niña no tiene casi nada: solo un lápiz. Tiene, entonces, casi todo. Casi todo lo que se pueda imaginar”. Tal es la sinopsis del libro de literatura infantil Una niña con un lápiz, de la editorial Limonero. Con texto de Federico Levin e ilustraciones de Nicolás Lassalle, esta historia gira en torno a una pequeña niña que se encuentra a sí misma en el vacío blanco de aquella primera página, pero tiene algo con ella que puede ayudarla: un lápiz al alcance para crear un sinfín de cosas.

Esa herramienta poderosa lo es todo. La protagonista de la narración escapa de la soledad y construye con sus propias manos un gran universo para que la acompañe. La potencia de la creación e imaginación ante la resolución de las dificultades a las que enfrenta la vida misma. El lápiz es omnipotente, o al menos es suficiente para suscitar el devenir del hilo narrativo de este cuento.

Federico Levin ha escrito y publicado novelas, cuentos, poesías, ensayos y también guiones de series. ¿Cómo un autor que viene del palo de la escritura para “adultos”, por definirlo de alguna manera, incursiona en la literatura infantil? “Hay como dos caminos de llegada a la escritura de textos para chicos: desde la literatura en general o desde la pedagogía y cuestiones vinculadas a la educación, a las infancias en concreto. Vengo más de la literatura, pero de pronto me encontré teniendo dos hijas y leyendo este tipo de textos. En ese momento se me armó ese interés”, expresó el autor.

Un cuaderno en blanco y un lápiz

Como señaló el escritor oriundo de Rosario, el relato de Una niña con un lápiz nació de la espontaneidad. “Venía ya escribiendo cuentitos sueltos, leyendo mucho este tipo de material, y el cuento en concreto fue medio una improvisación. Fue un momento donde mi hija más chica, que debería tener un año, no paraba de llorar y con la técnica de la distracción, que es la que mejor me sale, empecé a intentar algo con lo que tenía a mano, y había ahí un cuaderno en blanco y un lápiz. La curva del cuento la improvisé para salir del paso y efectivamente dejó de llorar, me sentí muy exitoso. Inmediatamente me fui a escribirlo”, contó.

Para Levin, las charlas que tuvo con Nico Lassalles durante la elaboración del libro fueron cruciales para lograr un acabado ideal. El autor manifestó: “Una vez que Nico se subió al proyecto nos contactamos y charlamos. Él me mostró bocetos iniciales y me invitó a que le diga realmente lo que pensaba. Tanto a él como a mí nos sirvió mucho. A él para terminar de darle la vuelta a cómo ilustrarlo, y a mí para quedarme tranquilo de que iba a ser un libro integral. No era solo un texto con unas ilustraciones sueltas. La verdad que el objeto en sí, el libro final, me encanta como quedó”.

 Un vacío profundo que se evoca en la adultez

A medida que la historia florece, el poder de creación de la protagonista se despliega sin límites. En la búsqueda de esos otros que la acompañen en la travesía damos con un nuevo personaje que, Levin cree, es primordial para la trama.

“La nena no inventa una figura de autoridad, sino a la hermana. No inventa al papá o la mamá, sino a alguien que es como un par. Yo lo veo en mis hijas, ese vínculo es muy particular y me parece que no está tan explotado. Hay paridad y hay diferencia porque al mismo tiempo una sabe leer y la otra no, por ejemplo. Eso me parece que está buenísimo para jugar. Ese momento fue el que me hizo sentir que el texto era un cuento”, afirmó.

El autor explicó que a la hora de escribir no tiene como “objetivo” hacer pensar al lector. De todas maneras, entiende que en esta obra se puede dilucidar una especie de subtexto.

“Me parece que hay otra clave del libro, y está muy bien expresado en las ilustraciones de Nico, que es que en el principio hay un vacío profundo. Es un tipo de vacío que yo puedo recordar de la infancia y que es difícil después evocar en la adultez. Ese aburrimiento, que uno siente cuando es un niño, es muy profundo, tiene un nivel de desgarro. Cuando uno es grande ya sabe que el tiempo pasa, entonces esos instantes en donde no está pasando nada, cuando uno no se puede conectar con nada, van siendo cada vez menos dramáticos. Y yo tengo esa sensación, ese recuerdo de mi infancia”, señaló Levin.

“Mi proceso creativo arranca con algo que no es exactamente una decisión, sino que es un tipo de composición más inmediata de mi imaginación. Eso es muy parecido tanto en los textos para chicos como para otros”, definió Levin en relación a la forma de encarar el proceso de escritura. Y agregó: “Lo que sería la literatura adulta, como para ponerle un rótulo ridículo, difiere en la extensión y la complejidad. Requiere otro proceso. Con los cuentos para chicos me pasa algo que es como un goteo, en cualquier momento surge una idea y se escribe un cuento. Casi en una sola sentada o dos. Los trabajo más con un espíritu de artesano”.

Florecimiento de la literatura infantil

El autor sostuvo que una de las cosas que disfruta de escribir textos para la niñez es la oportunidad que le otorga de no enredarse con su fascinación por el lenguaje. “El goce del chico al leer y escuchar un cuento no es ese, no es «mirá lo que hizo el autor con el lenguaje». En la otra literatura, al contrario, voy eligiendo caminos como semánticos, de atmósfera, me dejo jugar, me expando más”, desarrolló.

¿Qué lugar ocupa hoy la literatura infantil en la escena literaria general? Levin planteó: “Lo que me llega a mí como parte involucrada, como padre y escritor, es que es un momento de florecimiento del trabajo editorial con este tipo de textos. Veo que hay mucho movimiento y cosas muy buenas que salen. Ahora hay librerías enteras dedicadas a esto, o librerías que le dan un espacio muy grande, que tienen una curaduría, un estilo. Hay un montón de editoriales muy buenas y especializadas, aparte de Limonero que es una editorial increíble, están Pípala, el Zorro Rojo, todas las semanas descubro nuevas. Me parece que está como en un momento de ebullición”.

Otros autores de la literatura infantil han sido una influencia en el trabajo del autor de Una niña con un lápiz. Federico Levin indicó que para él hay dos vertientes al momento de definir quiénes son los escritores que le gustan y que han atravesado su obra: una sería los autores de literatura infantil que ha consumido de chico, y que ahora lo influencian en su labor; y la otra, sus pares.

Influencias y compañeros de rubro

“De lo que yo haya leído y me afectó hay clásicos como Alicia en el País de las Maravillas o A través del Espejo, de Lewis Carroll. Un autor que atraviesa todos esos universos es Roald Dahl, porque he leído cosas de chico y lo volví a buscar ahora para leerles a mis hijas y me sigue sorprendiendo. También lo tuve de referencia en mis trabajos como guionista, porque la mayoría de las cosas que escribe se adaptan al cine casi idénticamente, es como si estuvieran ya adaptadas. Es un autor medio oscuro, retorcido, incorrecto. Sin embargo, logró ser muy leído y celebrado, es un autor que me parece muy extraño y me resulta simpático”.

En la escena latinoamericana, otro autor que le interesa, y es uno de sus referentes literarios, es Mario Levrero. “Tiene un libro que se llama Cuentos cansados; es uno de los primeros libros que compré y le leí a las chicas que me partió la cabeza”.

En cuanto a aquellos compañeros de rubro, Levin señaló: “De los que están trabajando ahora que me gustan, miro y busco mucho lo que hace Nicolás Schuff, en general con Mariana Ruiz Johnson. Es una dupla muy buena de textos e ilustraciones. Eva Mastrogiulio también, siempre que saca algo voy a mirarlo y me encanta. De Ruth Kaufman y Diego Bianki que son del sello Pequeño Editor, me gusta todo lo que hacen”.

Mañana miércoles, Federico Levin participará de una actividad denominada “¿Cómo nace un cuento?⭐Lxs niñxs con un lápiz. Contar y escuchar historias⭐” en el marco de la propuesta #VacacionesDeInviero Lxs niñxs con un lápiz. Contar y escuchar historias que se desarrolla en el Centro Cultural Parque de España durante el receso escolar de julio. A partir de las 18, el autor y la escritora rosarina Belén Campero coordinarán #VacacionesDeInvierno ⭐ ¿Dónde empieza una pregunta? ⭐ Encuentros para pensar otros mundos posibles, una actividad abierta para todo público y niños a partir de los seis años. + info e inscripción gratuita en www.ccpe.org.ar

Comentarios