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Un golpe al corazón narco de México

La detención de Treviño Morales, líder de los Zetas, abre un interrogante sobre el futuro de la organización criminal.

Las encarnizadas batallas por el control del trasiego de la droga en México perdieron a uno de sus máximos responsables: Miguel Ángel Treviño Morales (alias Z-40), actual líder de los Zetas, fue detenido el fin de semana en un operativo de la Marina sin disparar un solo tiro. La salida de este capo, conocido por haber sido el cerebro de la brutalidad emprendida por sus séquitos contra rivales y la población civil, presenta ahora un interrogante sobre el futuro de la agrupación.

En los últimos diez años, los Zetas lograron imponerse en la zona este de México y expandir sus tentáculos hacia Centroamérica, a fuerza de asesinatos masivos y la complicidad de la Policía. A gran parte de este crecimiento se lo adjudican al papel de Treviño Morales, quien no sólo fue el arquitecto de una detallada trama de lavado de dinero, sino que especializó a los “soldados” para impartir miedo durante su tiempo como mano derecha del entonces líder, Heriberto Lazcano. En las crónicas se relata que una de las técnicas preferidas de Z-40 es el “guiso”, que consiste en colocar a la víctima en un barril, arrojarle aceite y prenderla fuego. A otros, los descuartizan vivos, o sirven de alimento para perros hambrientos.

“Es el sadismo personificado”, dijo el profesor estadounidense George Grayson, autor de Todos los hombres del verdugo, sobre los Zetas. El experto relató que en una ocasión, para advertir a unos vendedores callejeros de estupefacientes que no eran de su bando, golpeó personalmente con una barra de hierro a uno de ellos hasta convertirlo en papilla. “El mensaje fue claro: ni se les ocurra tratar de engañar a los Zetas”, sostuvo Grayson, de acuerdo con la BBC.

De a poco, los Zetas pasaron de ser un mero grupo de narcotraficantes a abrirse a otras ramas del delito, como la trata de personas, la extorsión, el secuestro y el robo de automóviles. Hacia octubre del año pasado Lazcano fue abatido por las Fuerzas Armadas y Treviño tomó su lugar.

El triunfo del cartel los convirtió en el principal enemigo de la Federación de Sinaloa, dirigida por Joaquín el “Chapo” Guzmán, e iniciaron una disputa sangrienta por el control del territorio fronterizo con Estados Unidos. Una verdadera guerra civil, de la que ninguna autoridad se anima a vaticinar sus verdaderos costos humanos y materiales. Desde 2006 a 2012, lapso en el que gobernó Felipe Calderón, se estimaban en 60 mil las muertes a causa de esta lucha, aunque las fuentes extraoficiales elevan esa cifra a 150.000, sólo en México.

El dato fue lanzado el año pasado por el entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta: “Yo pienso que el número que los oficiales mexicanos mencionaron (sobre los muertos) fue de 150 mil”.

El arresto de Treviño Morales podría significar una pausa a esta orgía de violencia debido al vacío de liderazgo en la organización. Aunque la mayoría de las bandas criminales funcionan como una serpiente de muchas cabezas, en el caso de los Zetas ninguno de sus miembros tiene la capacidad para contener semejante cuerpo delictivo. Algunos diarios de México se adelantaron a marcar al Z-42, Omar Treviño Morales, hermano del detenido, como nuevo abanderado del narcotráfico, pero su suerte dependerá de la capacidad de control.

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