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Un fin de semana largo que no ayudó a los abuelos

En Rosario hay 122 centros de jubilados: sólo 3 dan de comer. El problema es cuando hay feriados extensos. Ver video.

“Por día recibimos entre siete y diez jubilados nuevos que vienen para pedir el bolsón de comida; tenemos cerca de cien en lista de espera”, asegura el presidente del Centro de Jubilados Empalme Graneros, Rodolfo Rinaudo, de calle Barra y Juan José Paso, donde funciona, además, un comedor al que asisten entre 50 y 60 abuelos cada mediodía. Rosario cuenta con 122 centros de jubilados y en sólo tres de ellos se da de comer. “Nuestro problema es cuando llega el fin de semana largo y aquí se cierra; algunos no tenemos dónde ir”, sostiene Ramón, que dedicó su vida a la albañilería. Lo mismo apunta a Julia mientras espera el pollo con puré: “Sabemos que cierran y aquí hacen esfuerzos para entregarnos el bolsín para poder llegar el fin de semana con algo de comida”.

“Hacemos todo lo humanamente posible y lo que está a nuestro alcance”, aclara el vicepresidente de la entidad, Daniel Cardozo. “Muchos trabajamos ad honorem, y los fines de semana o feriados está cerrado. Pero a los que vienen a comer les entregamos un bolsín con alimentos no perecederos”, explica.

El Centro de Jubilados de Empalme Granero funciona desde 1993 y contuvo a los muchachos de la tercera edad en los momentos más difíciles, en las crisis más duras. Varios de ellos, con las distintas inundaciones que padeció el barrio, nunca pudieron levantarse, pero encuentran en el Centro un lugar de encuentro.

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De bolsones y bolsines

“Nuestro sueño es que algún día dejemos el comedor, que el ingreso de cada jubilado sea suficiente para que no tenga que venir aquí; es denigrante para ellos, pero no están solos”, destaca Cardozo. Cada integrante paga una cuota mínima de 5 pesos para gastos de limpieza y fotocopias, pero según fuentes del Pami reciben un cheque de 22.224 pesos por mes para los gastos de comida y otro de 31.336 pesos para la confección de los bolsones, que retiran los 550 afiliados al Centro; los casi 60 que comen diariamente se llevan el bolsín de fin de semana, similar al otro. “No queremos limitarnos únicamente a dar de comer, queremos que la gente que venga también participe de los distintos talleres que proponemos con mucho esfuerzo”, agrega el presidente Rinaudo.

La actual comisión directiva está desde el año 2005. “Hemos intentado darle otro contenido, tanto es así que elaboramos un proyecto donde marcábamos algunas prioridades, que no nos limitábamos solamente a dar de comer a la gente, aun con la importancia que tiene dada la realidad que vivimos los jubilados, queríamos agregarle actividades sociales, recreativas, con talleres como el de alfabetización, que ahora no funciona porque estamos esperando el subsidio del Pami y en estos momentos nos hace falta porque hay una inmensa mayoría que no tiene más que el primario incompleto. Contamos con asesoría jurídica, taller de música, de recuperación de la memoria, pedicuría. Nosotros estamos adheridos a la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados desde su fundación y no somos indiferentes a la situación que atravesamos los que cobramos la mínima, siempre reivindicando las necesidades insatisfechas de nuestros compañeros”, añade Cardozo.

“Tener comedor es humillante”

Pami se hace cargo del alquiler del inmueble y de sus gastos de luz, teléfono, gas e impuestos. “Hemos hablado con instituciones nacionales y municipales para ver si podemos conseguir un local propio porque estas instalaciones son muy precarias, tenemos en el comedor techo de chapa y se llueve… Mandamos notas al Ministerio de Desarrollo Social a nivel nacional y nos contestaron que no era de su incumbencia, y nos sugirieron hablar con la Municipalidad. Entonces mandamos la carpeta con la sugerencia y la respuesta fue que la Municipalidad no contaba con fondos, pero que quedaba sujeto a un nuevo impuesto que se iba a aplicar en la provincia. Lo concreto es que no conseguimos nada”, lamenta el vicepresidente.

“El hecho de que el Centro tenga comedor, no deja de ser humillante para nosotros, porque si los jubilados cobraran un ingreso digno seguramente aquí funcionaría de otra manera, los jubilados vendrían sólo a los talleres, a un lugar de encuentro cultural, Nosotros queremos que algún día los jubilados podamos comer con nuestra familia y este lugar sea utilizado con fines culturales, algún día llegará…”, agrega con esperanza Rinaudo mientras asegura que los políticos que están de campaña “no vienen a buscar votos por aquí. Nos gustaría saber la posición de cada candidato político sobre Pami para que cada uno saque sus conclusiones”.

“Nos gustaría tener autonomía”

Sobre la relación con las autoridades del Pami, Rinaudo comenta: “Debemos tener una autonomía; estamos con el derecho de hacer actividades que el Pami no nos indica. Nosotros estamos en contra de las intervenciones en el Pami, algún día se deberá terminar para que los jubilados podamos ser la conducción de nuestra institución; algunas cuestiones valoramos como positivas, no tenemos anteojeras. Con Armando Perichón tenemos buena relación, es una persona sensible, muy amable que ha venido a nuestro Centro siempre para dar una mano.”

Sobre las quejas de algunos vecinos ante el cierre del comedor cuando llega un fin de semana largo, los responsables del Centro coinciden y apuntan: “Es entendible y correspondería que el Pami contemple esta situación. Nosotros trabajamos ad honorem y nuestra actitud es solidaria y hay días que terminamos saturados, pero tenemos el reconocimiento de los compañeros. Nos vimos obligados a cerrar el comedor por siete meses; en ese período, a los compañeros que venían al comedor, se les entregaba un bolsón especial todas las semanas, para compensar todo el tiempo que no se cocinaba. Los compañeros estaban satisfechos, no han quedado abandonados. Ahora contamos con todo el equipo de cocina nuevo, con un subsidio que nos dio Pami”, finaliza Cardozo.

Una nutricionista de Pami supervisa el menú semanal y la confección de bolsones y bolsines. Cada bolsón que tiene un valor de 180 pesos cuenta con una botella de aceite, azúcar, leche en polvo, un dulce de batata, arvejas, atún, caballa, puré de tomates, gelatina y flan en polvo, harina, arroz, fideos, té, yerba y galletitas de agua. En Rosario, además del Centro Empaleme Graneros, dan de comer los centros de San Francisquito y Bella Vista.

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