Ciudad

Un espectáculo jamás visto para despedir al Bicentenario

Luces y sonidos hicieron del Monumento una descomunal pantalla en la que se recreó la gesta de Mayo.

Alto en el cielo. El Monumento se tiñó de todos los colores posibles en el megaespectáculo preparado por la Municipalidad para acompañar los festejos del Bicentenario.
Alto en el cielo. El Monumento se tiñó de todos los colores posibles en el megaespectáculo preparado por la Municipalidad para acompañar los festejos del Bicentenario.

Al final fue imponente, descomunal. Suspiros de asombro que se multiplicaban entre las más de 100 mil personas –se habló incluso de 120.000– acompañaron la postergada celebración de luces, sonido y fuegos artificiales. El espectáculo preparado por la Municipalidad de Rosario tuvo anoche, por fin, un escenario inmejorable, con un cielo estrellado y una noche a salvo de las neblinas y lloviznas. Coincidió así con el Bicentenario mismo, y precisamente por ello ni el gobernador Hermes Binner ni el intendente Miguel Lifschitz, que participaban anoche de la cena de gala ofrecida por la presidenta Cristina Fernández, pudieron contemplar el que acaso haya sido el mayor espectáculo público vivido en Rosario. Sí lo hicieron las cataratas de personas que llegaron al Monumento Nacional a la Bandera, decenas de miles más que los días que cumplió la Patria: 73.000.

Un radio de varias cuadras a la redonda del Monumento estaba anoche en un cono de sombras preparado para la ocasión. Sólo las luces de los vehículos que todavía andaban a paso de hombre mientras sus dueños buscaban una hendija para dejarlos –y no la había– rompían la oscuridad y proyectaban las sombras de la oleada humana que se acercaba al mástil mayor.

Allí, ya se proyectaban viñetas sobre el Monumento, imágenes y sonidos de la Revolución de Mayo, con las voces de sus protagonistas interpretadas por artistas rosarinos. Los diálogos, emitidos desde distintas torres de sonido, creaban una sensación “espacial”. Era el nacimiento de la Argentina en 3-D, pero sin frialdad tecnológica, sino con la emoción de las luchas históricas rememoradas.

Esa argentinidad al palo dejó paso a los verdes haces de los lásers, que surcaban el cielo sembrando una atmósfera irreal. La multitud apostada acompañó con asombro el espectáculo, que al pronunciarse la palabra mágica –“Bicentenario”– siguió con la primera salva luminosa.

A partir de allí, todo se iluminó con el mayor despliegue de fuegos artificiales visto en la ciudad. Devenido en cañón, el mástil mayor del Monumento disparaba vientos de fuego que por momentos hacían parecer de día la gélida noche a orillas del Paraná. De fondo, la marcha “Mi Bandera” interpretada por Juan Carlos Baglietto, la música del Trío de Lito Vitale, Bernardo Baraj y Lucho González, y el Himno interpretado por un tenor se intercalaban con la explosión del cielo. Y el clima estuvo a la altura: la ausencia de viento hasta acompañó en eso, permitiendo contemplar por media hora lo que estuvo preparado para 20 minutos.

Y al fin, cuando ríos de gente se desmadraban ya en sentido inverso, llegaban saludos de la poderosa bocina de un buque cerealero: anclado a la espera de carga, devino en platea de lujo para sus tripulantes.

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