Cultura

Presentación este viernes 9, a las 19, en la Feria del Libro

Un emotivo y variopinto zoom sobre algunas de las mejores canciones de Adrián Abonizio

“Adrián Abonizio. En tierra firme” es una compilación de textos de periodistas, cantautores, escritores, músicos, una psicoanalista, un sacerdote, entre otros, que reflejan miradas, escuchas, sensaciones sobre algunos emblemáticos temas de uno de los autores más destacados de la Trova Rosarina


Un libro sobre músicos o cantautores suele ser bienvenido porque es una forma de enterarse de cómo fue o es la vida y obra de aquellos que de algún modo mueven alguna fibra íntima con sus canciones, sobre todo de esas que conviven durante varias etapas de la existencia, habitualmente signada tanto por malos tragos como por esos instantes en que se comunican los latidos de un deseo a través de una letra y una melodía. Y cuando de un gran compositor de canciones se trata, y se aspira a hacer un zoom sobre esos temas que ya ha hecho suyos el imaginario de un par de generaciones por lo menos, y se hace un extensivo convite para que las miradas y los sentires sobre ellos sean heterogéneos –porque no todos escuchan lo mismo en una canción– e impliquen a otros cantautores, poetas, periodistas, psicoanalistas, escritores, se está ante libro con un considerable peso específico –y no precisamente en referencia al gramaje del papel impreso– en cuanto a abrir esas puertas para leer un poco cómo otros escucharon las canciones de un autor y qué encontraron allí.

Y sobre todo si ese autor es alguien como Adrián Abonizio, creador de algunos de los temas más emblemáticos del cancionero argentino de los últimos 40 años. La idea de esta propuesta pertenece a Paul Citraro, quien se define como “hombre de letras y filosofías, psicologías y religiones, melómano, gestor cultural y productor musical”, fundador de un club de jazz y de una revista de música. Fue él quien convocó a 26 personas de diversas procedencias para darle forma a Adrián Abonizio. En tierra firme, una compilación de textos que reflejan justamente el calado de algunas de las canciones más hermosas de Abonizio.

Algunos de los que escriben son los periodistas Horacio Vargas y Sergio Pujol, los poetas y escritores Rafael Bielsa y Marcelo Scalona, las cantautoras Gabriela Torres y Sandra Corizzo, el músico y performer Dani Umpi, el poeta y performer Fernando Noy , los integrantes de la Trova Rosarina Juan Carlos Baglietto y Jorge Fandermole, la socióloga Dora Barrancos, entre otros, pero todos los que participan desgranan de algún modo sus íntimos pareceres sobre esas grandes canciones de Abonizio. También, en un apartado que Citraro llamó “Componer canciones”, otros compositores mencionan de qué se trata para ellos ese impulso.

Algo del libro devela lo inmanente de las composiciones elegidas: “…se necesitan canciones como la de Abonizio para que ese fondo de vieja emoción renazca una y otra vez…”, dice Sergio Pujol en “Historia del Mate Cosido”; y “…Algo de navegante hay que tener para llevar una canción a destino…”, afirma el guitarrista y compositor Carlos Cazzasa sobre “En tierra firme”, o, como subraya Sandra Corizzo: “…Oigan el ruido de rotas cadenas, de verso libre que asoma sin pausa bajo un bigote vigoroso y renegrido…”. En la conversación que sigue, Citraro cuenta algunas de las particularidades de la factura de Adrián Abonizio. En tierra firme y lo que para él representa ese autor.

 

El compilador Paul Citraro

 

—¿Cómo surge la idea de un libro sobre Abonizio, por qué él y no cualquier otro de los integrantes de la Trova? 

—La idea del libro surge porque una canción de Adrián “La villa de los milagros” fue la seña disparadora para crear una nueva forma narrativa para una empresa de Venado Tuerto: la construcción de una virgen (La Virgen de los milagritos). La concreción del proyecto fue de tal impacto social que dos personas, bañadas en fe, pidieron sus milagritos y se les cumplieron. En ambos casos, situaciones relacionadas a la salud del cuerpo. Ahí comprendí que una canción de Adrián Abonizio puede salvar al mundo. La elección de Adrián y no la de otro integrante de la Trova, ciertamente la desconozco. Quizá sea por el bigote como un manubrio o el parecer un limón abandonado en la heladera o porque sencillamente tiene el grado belleza y suciedad que mejor nos emparienta en nuestros orígenes. Vengo del mismo barrio, de la misma patria chica: Echesortu.

¿Cuando surgió la idea de un libro, pensaste que debía ser sobre las canciones más que sobre el autor?, aunque luego, en algunos de los testimonios, pueda verse como una misma cosa… 

—Así nació el proyecto literario en un primer momento, convertir las canciones de Adrián en un libro. Desde qué premisa, es muy simple; encontrar la correspondencia de amor a sus canciones, a su obra. Pensé en las cercanías de subjetividades, de yoes, para llegar a las construcciones de identidad y a quienes convocar. Este indicio fue abierto, arbitrario y finalizó con casi treinta miradas participantes. Sucedió también que, por cercanía musical o personal, algunos de esos pequeños “ensayos bonsái” están más relacionados con el autor que con la canción. Y creo que también funciona ilustrativamente muy bien, hay un overol permanente, chorreado de aceite, en las canciones de Abonizio.

—¿Hubo una necesidad de que fuese un libro coral, qué criterio usaste para la selección de quienes escriben? 

—Si vamos a homenajear la obra de un artista que, a mi entender, comprende múltiples miradas y dimensiones en sus canciones, era necesario un relato coral. Esta selección se realizó invitando subjetividades afines a cada canción, es decir, convoqué a escribir un pequeño ensayo original sobre una canción arbitrariamente elegida. Intenté dar con el mismo lenguaje de la canción, alguien que pueda respaldar su ADN. Por ejemplo, al historiador y crítico musical Sergio A. Pujol, se le designó la canción “Historia de Mate Cocido” o “El príncipe del manicomio” a la psicóloga Verónica Lascar, dos casos que ofician de referencia para los otros veintitantos ensayos que contiene el libro.

—También incluiste los apartados sobre componer canciones escritos por distintos autores, ¿sentiste que completaba un poco los testimonios sobre lo que provocaban las canciones de Abonizio? 

—Sentí que oficiaban como un puente  de canción entre los ensayos. Cada publicación tiene un ritmo de escritura, al ser un libro con “tanto género” descrito, decidí incluir de qué se trata el proceso de “componer canciones”, un color neutro, un silencio, tan importante en la música como la escritura.

En tu prólogo decís que a través de sus canciones, Adrián nos hace creer que hay cosas importantes en la vida, ¿cuáles serían esas cosas que menciona Abonizio? 

—La finitud, la mujer, la miseria humana, la caída, los símbolos. Es muy interesante la idea que ofrece Adrián en cada una sus composiciones. Habla de lo hambrienta que puede ser una canción, como si quisieran configurar cómo es un destino que viene con polenta y águilas. Todo lo que sucede después, son los fantasmas propios, los que uno muestra sólo debajo del fuego.

¿Qué lugar dirías que ocupa Abonizio dentro de La Trova rosarina? 

—Un juguete clásico. Por alguna razón está a la intemperie, pero no se tiene el coraje para desprenderse de él. Se sabe que por más que insistan las lluvias, incluso con el óxido inevitable, en algún momento, vuelve a convertirse en esencial.

¿Cuál es la canción de Adrián que más te conmueve y cuál dirías que es un cenit en su senda compositiva? 

—La canción que más me conmueve es “Dios y el Diablo en el taller”. Es una canción que no encierra ningún tipo de premonición o misterio. Y es posible que haya sido escrita sin otros artilugios que el simple juego de pasearse por dos simbolismos.  Es muy contundente. Una canción que subraya el empoderamiento femenino antes que estos temas sea tratados con acentos. Y arriesgaría a mencionar “Mirta, de regreso” como uno de los tantos puntos altos en su obra. Me gusta pensarlo sabio de joven, como Benjamin Button, escribiendo de oficio, en términos lúdicos, viniendo del futuro, con una birome en la mano.

El libro, editado por Verde Llanura (editorial de Rufino) y que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura santafesino, se presentará hoy viernes 9 a las 19 en la Feria Internacional del Libro Rosario, en el Centro Cultural Fontanarrosa (San Martín 1080, Sala Beatriz Guido), con las presencias de Paul Citraro, Ber Stinco, Marcelo Scalona y Adrián Abonizio. El lsábado, también a las 19,  pasará lo mismo en Venado Tuerto, en Tornería Camarasa (Italia 340), con las participaciones de Verónica Lascar, Soledad Martín y Luis Camarasa. Además, el libro se va a presentar en talleres y fábricas porque tiene que ver con la idiosincrasia compositiva de Abonizio.

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