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Un duelo que despeja los interrogantes

Un calendario que asomaba perdido para los K, terminó con triunfo y virtual empate.

Las décimas que separan al candidato oficialista Martín Buzzi del kirchnerista Carlos Eliceche en Chubut, para la gobernación de esa provincia, asoman como datos accesorios respecto de la incidencia que el resultado tendrá en el duelo de fondo: la presidencial de octubre.

Como en Catamarca, el kirchnerismo trepó una pendiente que 20 días atrás se entreveía irremontable. La lectura, previsible, del gobierno fue computar el voto a voto como una victoria. Y entronizar a Cristina de Kirchner como la artífice de ese cuasi milagro sureño.

La lentitud en la carga de los datos y la determinación, inexplicable, del tribunal electoral chubutense de no difundir on line el escrutinio sirvió como argumento para que el kirchnerismo despliegue todo un arsenal de sospechas sobre el conteo.

La legislación no obliga a volcar esa información a la red, pero desde la masificación de internet los resultados pueden seguirse en tiempo real. En Chubut no se hizo. Mario Das Neves, el gobernador, en su única aparición posvotación no explicó el porqué.

Con el resultado todavía discutido, se dibujan las variables que la elección tendrá en la disputa nacional. Veamos:

Un calendario que se perfilaba perdidoso para la Casa Rosada terminó con un triunfo y un virtual empate. El kirchnerismo, montado en esa ola, se aventura a proyecciones imbatibles que, sostienen, elimina la eventualidad de que Cristina de Kirchner no compita por su reelección. A los componentes anímicos, citados en los circuitos K, se adhería un dato fundamental: un panorama electoralmente complejo podría, se admitía en Casa Rosada, incidir negativamente en la decisión de la presidenta sobre si buscar, o no, un segundo mandato. El buen inicio de la temporada electoral parece sepultar ese dilema.

La continuidad de la grilla de votaciones no haría más que confirmar esa tendencia: en Salta, el peronista Juan Manuel Urtubey sólo parece preocupado por obtener más del 50 por ciento, mientras que otra versión K, encabezada por Walter Wayar, podría elevar la cosecha de votos cristinistas a más del 60 por ciento. El panorama asoma similar en La Rioja, que vota el 29 de mayo. La otra escala, más difícil, es Tierra del Fuego: el kirchnerismo, montado en una ola triunfalista, fantasea con que Roxana Bertone derrote a Fabiana Ríos. Con ese colchón, enfrentará los tres territorios de más incidencia e incertidumbre: Santa Fe, Córdoba y Capital.

En Chubut, de la mano de Das Neves, puso a prueba su atractivo el peronismo anti-K. El gobernador invitó expresamente a Felipe Solá y a Francisco de Narváez. Excluyó a Eduardo Duhalde y a Alberto Rodríguez Saá, sus dos competidores en la interna del Peronismo Federal que comenzará, según lo pautado, el 3 de abril. Se tejieron lecturas disímiles sobre el impacto de la elección: para el gobierno, al no obtener una victoria rotunda, Das Neves quedó tocado en su pretensión presidencial. Había otras miradas más amables: desafiar el arrastre nacional, con todo el despliegue de tentaciones que hizo la Casa Rosada, no era una parada fácil. Así y todo, Felipe Solá admitió que la ola nacional, a favor de Cristina, es un dato de la realidad que resulta inevitable “tener en cuenta”.

Si la derrota en Catamarca sumió a Julio Cobos en la duda sobre mantener vigente su postulación presidencial, el resultado de Chubut podría hacer lo mismo con Das Neves. Su eventual deserción sembraba otras hipótesis: por caso, la urgencia de un acercamiento entre el PF y Mauricio Macri que la semana pasada terminó de confirmar que su destino es nacional y con las elecciones desdobladas, posiblemente en agosto.

Al convertir en votos el favoritismo que, vía encuestas, instaló el gobierno luego de la muerte de Néstor Kirchner, la secuencia electoral parece despejar la grilla de candidatos. Esos daños colaterales reducen, a la vez, la oferta y pueden terminar de concentrar al universo anti-K detrás de un solo candidato. Un dirigente opositor, deseoso de encontrar argumentos para seguir confiando, se abrazaba al dato de que el 60 por ciento de los votantes lo hizo contra el candidato de Cristina. Por el contrario, un dirigente K decía que el peronismo había concentrado, por dos vías, cerca del 80 por ciento de los votos.

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