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Un día de rodaje de “Santa Evita” en la cancha de Huracán, entre hisopados, barbijos y ropa de época

Natalia Oreiro y Darío Grandinetti recrearon en el estadio Tomás Adolfo Ducó el encuentro mítico entre Eva Duarte y Juan Domingo Perón que aconteció en el Luna Park para la serie que produce Salma Hayek, basada en la novela de Tomás Eloy Martínez, que el año próximo llegará a la plataforma Star+


Entre hisopados, barbijos, vestuario de época y autos antiguos, los actores argentinos Natalia Oreiro y Darío Grandinetti recrearon en la cancha de Huracán el encuentro mítico entre Eva Duarte y Juan Domingo Perón en el Luna Park para Santa Evita, la serie producida por la actriz mexicana Salma Hayek basada en la novela de Tomás Eloy Martínez, que el próximo año llegará a la plataforma Star+ como uno de sus grandes tanques.

Basada en el best seller homónimo del escritor argentino, la serie reconstruye el derrotero del cadáver embalsamado de Evita, que estuvo oculto durante 19 años a manos de los militares que derrocaron al presidente Perón en 1955. En 1971 el periodista Mariano Vázquez emprende la investigación sobre el cuerpo y los hechos que rodearon a su muerte.

La producción de The Walt Disney Company Latin America y Non Stop es una de las apuestas fuertes de contenido creado en la región para la plataforma de streaming Star+, que estará disponible desde el 31 de agosto y complementará con series, películas y deportes orientados al público adulto la oferta para toda la familia de Disney+.

Dan cuenta de ello más de un año y medio de preproducción, 120 actores, 1.300 extras, 80 vehículos de acción, 150 vestuarios diseñados y confeccionados especialmente y más de 600 vestuarios alquilados a sastrerías para los cuatro meses y medio de rodaje en más de 40 locaciones que llegará a su fin este mes.

Las puertas de las grabaciones, guardadas celosamente hasta ese momento, se abrieron para la agencia de noticias Télam a las 5 de la tarde del lunes 26 de julio de 2021, el mismo día en que se cumplieron 69 años de la muerte de Evita. La entrada del estadio de Avenida Amancio Alcorta 2544, en el barrio porteño de Parque Patricios, parecía una posta sanitaria: gente escupiendo en frascos, enfermeras haciendo hisopados, alcohol en gel y un área de “recambio de barbijos”.

En el lugar se reprodujo la noche del 22 de enero de 1944, cuando la actriz Eva Duarte y el entonces Secretario de Trabajo y Previsión de la Nación, Juan Domingo Perón, coincidieron en un festival solidario para ayudar a las víctimas del terremoto de San Juan en el estadio Luna Park.

Las escenas no se pudieron filmar en su locación original porque durante el día, el estadio ubicado en Corrientes y Bouchard, funciona como vacunatorio covid.

A simple vista, no hay indicios de que este sea el set donde se rodará una escena nodal de una producción disponible para América latina dirigida por el colombiano Rodrigo García y el cineasta, actor, director teatral y guionista argentino Alejandro Maci.

Para entrar al estadio Tomás Adolfo Ducó de Huracán, además de la autorización de rigor, es obligatorio someterse a un test de antígenos que da un resultado en menos de cinco minutos. En casos de negativo para coronavirus, el protocolo indica cambiar el tapabocas propio por otro que provee la producción, celeste y descartable, igual al que llevan los 70 miembros del equipo técnico.

A metros de ahí, en el hall de esa entrada del estadio con su estilo antiguo de paredes revestidas en piedra y techos blancos, se rodará el momento en que Eva y Perón bajan las escaleras del Luna Park para irse juntos.

De a poco, la aparición de cinco decenas de extras (hombres en trajes antiguos peinados a la gomina, mujeres con sombreros, vestidos y tocados pomposos; todos siempre con barbijos) modifican la impronta hospitalaria y el lugar empieza a tomar el ritmo vertiginoso de un set.

Primero ensayan los extras: bajan las escaleras conversando por lo bajo rumbo a la salida. Los protagonistas, únicos sin mascarilla en todo el plató, se suman cuando está aceitada la escena.

Es un lunes de invierno y sobre un deslumbrante vestido azul, Natalia Oreiro lleva una bata de polar que podría ser una salida de baño, una campera inflada verde militar, guantes, botas con abrigo y una bolsa de agua caliente amarilla que abraza como si fuera un oso de peluche. A su lado, Darío Grandinetti ya encarna a un Perón impecable, con un traje militar blanco y pelo negro azabache engominado impecablemente hacia atrás.

La uruguaya se une así al selecto grupo de actrices que alguna vez encarnaron a Eva: Flavia Palmiero (Evita, quien quiera oír que oiga, film de 1984), Nacha Guevara (Eva, el gran musical argentino, obra teatral-musical de 1986), Esther Goris (Eva Perón, 1996), Laura Novoa (Ay Juancito!, 2004), Julieta Díaz (Juan y Eva, 2011), Elena Roger en una puesta del musical de Andrew Lloyd Weber Evita en Broadway y por supuesto Madonna en el film Evita, de Alan Parker (1996), están en la lista.

Primero ensayan así, después Oreiro se quita todo el abrigo: “Eva sale del spa”, bromea mientras se prepara. Todo listo, o casi. Antes del clásico grito de “¡acción!” se agrega uno nuevo a tono con los tiempos: “¡barbijos abajo!”.

Para la salida del Luna Park propiamente dicha, que se recreará a la vuelta por la entrada de la calle Miravé, hay que esperar a que se haga de noche.

Mientras baja el sol, terminan de montar la parte técnica y de colocar patentes antiguas en la flota de autos de las décadas del 30 y del 40 estacionados en el lugar: un Plymouth de 1935, un Chevrolet del 41, un Desoto del 34, un Dodge Fluid Drive del 47 y un Ford Mercury negro del 46 al que se subirán Perón y Evita.

“Hoy evento solidario por las víctimas del terremoto de San Juan”, reza un cartel colgado junto a la entrada que indica Platea baja.
De ahí saldrán los protagonistas que, evadiendo paparazzis, se escaparán en un coche y se besarán por primera vez. Pero antes de rodar esa última escena del día se pide un minuto de silencio en el set: son las 20.55, hora en que falleció Evita en 1952.

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