Espectáculos

Un clásico de Discépolo con aires de homenaje

Se conoce en la ciudad “Relojero”, primera producción de la Comedia Municipal de Teatro Norberto Campos, que cuenta con la dirección de Raúl “Quico” Saggini al frente de un importante equipo de artistas. Sábado y domingo en La Comedia.


"Hay un mundo que, de algún modo, se pone en carne viva con esos actores cuando están en escena", dice Saggini. Foto de M. Bergés.
“Hay un mundo que, de algún modo, se pone en carne viva con esos actores cuando están en escena”, dice Saggini. Foto de Marcelo Berger.

Por Miguel Passarini

Un modo de familia que se resquebraja frente a un discurso feroz y doloroso que acontece entre un taller de relojería y el comedor de una casa de clase media trabajadora, a mediados de los años 30 en la Argentina. La estampa es exacta: la transición de una referencia fuerte del teatro argentino, el grotesco criollo, que de este modo da paso a la comedia dramática. Relojero, de Armando Discépolo, es una obra bisagra en la historia del teatro nacional (ver aparte), que recopila problemáticas e improntas de una serie de personajes e historias que atravesaron la desgracia que el mismo autor relató en Mateo, la imposibilidad que describió en Stéfano y hasta la incongruencia que encierra el El Organito, escrita junto con su hermano Enrique Santos Discépolo, el inolvidable Discepolín.
Ahora, luego de que la lucha diera sus frutos, la Comedia Municipal de Teatro Norberto Campos se erige como uno de los mayores logros de la comunidad teatral rosarina en su conjunto, a lo largo de su vasta y rica historia, sobre todo, desde el movimiento independiente hasta la actualidad. El proyecto recibe su nombre en honor al talentoso director fallecido en 2003, que trabajó muchos años en la ciudad, fue integrante del Grupo Lobo, se formó en el Di Tella, y creó en Rosario los grupos Litoral y De La Acción.
“Fueron dos meses de ensayo de una enorme felicidad, de mucha emoción y de mucho trabajo, con grandes artistas de una enorme entrega; todo fue para sumar. Y en lo personal, siento que con esta obra estoy homenajeando a mi gran maestro, Norberto Campos, no puedo pedir mucho más”, adelantó el director teatral local Raúl “Quico” Saggini en medio del hall de La Comedia (Mitre y Ricardone), rodeado de una exposición de relojes que dará marco al estreno de esta noche para prensa e invitados de Relojero, primera producción de la Comedia Municipal de Teatro Norberto Campos, y desde mañana y hasta fines de noviembre, los viernes y sábados a las 21 y los domingos a las 20, con una entrada general de 40 pesos, para todo el público.
Destinado a promover la labor de actores, directores y dramaturgos locales, este programa municipal es el resultado de una larga lucha de varias generaciones de trabajadores del teatro rosarino, que de este modo ve concretado un viejo sueño de tener en la ciudad comedia propia, con un formato democrático, de elencos y equipos técnicos rotativos, lo que garantiza la no creación de cargos públicos como sucede con otros proyectos de similares características desarrollados en otros puntos del país.
En la versión de Relojero de Saggini, montada en cuatro escenas con un entreacto, que cuenta además con música compuesta especialmente por San Telmo Lounge, vestuario de Ramiro Sorrequieta, escenografía de Rodrigo Frías y diseño de luces de Gabriel Romanelli, actúa un variopinto elenco que une a distintas generaciones de actores locales, integrado por Christian Valci (Bautista), Norberto Gallina (Daniel), Susana Kreig (Irene), Diego Ramos (Andrés), David Gastelú (Lito) y Victoria Faerman Pereyra (Nené).
“Tengo la sensación de que estamos haciendo teatro; aquí todo «teatra» (dialoga), parafraseando a Mauricio Kartun: las actuaciones, la música, la escenografía, el vestuario, las luces. Hay un mundo que, de algún modo, se pone en carne viva con esos actores cuando están en escena; siento que algo de esto le estaba faltando al teatro local, y me hago cargo de la parte que me toca por lo que hicimos o no hicimos antes. Aquí se mezclan las generaciones, hay sangre nueva de tres grandes actores jóvenes, y sangre más vieja, que es mi caso y el de los dos actores de mayor edad. Pero todo se conjuga, y como hubiese dicho el maestro Norberto Campos, «se arma un gran amasijo»”, completó Saggini, cuyo proyecto fue elegido a través de un concurso que, luego de un multitudinario casting abierto, dio paso a la concreción del primer montaje de la referida Comedia, creada en 2012 a través de una ordenanza municipal, que fue reglamentada a comienzos de este año.
Respecto de la influencia en su recorrido de Norberto Campos, quien fue uno de sus maestros y con quien compartió parte del recorrido del Grupo Litoral, Saggini recordó: “Hace unos días tuve una charla con Cristina Prates, quien junto con Norberto y Gladys Temporelli, fueron los creadores del Grupo Litoral al que yo pertenecí por muchos años. Y decíamos que Norberto me diría: «Chancha –así me llamaba–, te equivocaste en esto, poné lo otro, sacá aquello». Pero después, hubiese ido a la casa de la Prates y le hubiese contado: «¿Viste qué impresionante el trabajo que está haciendo Raúl?, andá a verlo, no sabés qué maravilloso es lo que hace». Llegamos a la conclusión de que diría un poco de todo eso, él era así”.
Entre sus mayores legados, Norberto Campos plasmó en la comunidad teatral rosarina que el teatro sólo tendrá sentido siempre y cuando busque correr los bordes de lo establecido, refiriéndose a esos procesos como los de un “teatro visco”. Al respecto, Saggini analizó: “Era un hombre de una gran provocación en lo artístico; hablaba de un teatro visco como idea de poner en duda las cosas, de no quedarse con las certezas, decía que había que poner un pie en tradición pero otro en la experimentación, y esta versión de Relojero tiene mucho de eso, sobre todo en la puesta en escena. También decía algo que por estos días me pasa a mí por el alma: «No podemos crear desde lo tranquilo, tenemos que crear desde el tembladeral». Esa es otra de las grandes verdades que nos dejó Norberto, a quien siento que la vida me da la posibilidad de homenajear”.

 

Paradojas y contradicciones del paso del tiempo

Relojero, comedia dramática con visos de grotesco, en dos actos y cuatro cuadros, que se estrenó el 23 de junio de 1934 en el antiguo teatro San Martín de Buenos Aires, es la obra que cierra la creación dramática original de Armando Discépolo.

En la historia, Daniel y Bautista son dos hermanos ya maduros, casados y con hijos. Daniel es relojero y Bautista vende frutas secas.
La historia plantea la puesta en blanco sobre negro del estancamiento que sufre esta familia en diferentes aspectos. Incluso, en un momento dado, Daniel pide a su mujer, Irene, que se dé cuerda porque a su juicio está “detenida en el tiempo”.
El hogar de Daniel entra en una profunda crisis familiar y, por reflejo e influencia, ocurre otro tanto en el de Bautista. De este modo, el desbarranco es total, y Andrés, uno de los hijos de Daniel, más apegado al sentir de su padre, expresa: “Hay un solo modo de vivir con decencia absoluta, es en el hambre y desnudo”.
La obra retrata de modo analógico otra crisis profunda que se vivía por aquellos años puertas afuera de la casa familiar. Un crisis no sólo económica sino también de valores, un hecho que no desentona con el presente y que da carácter de clásico al texto.
En Relojero se contraponen, con demasiada simpleza en lo que concierne a la articulación de las ideas, dos sentidos de vida, dos mentalidades que chocan: la vieja moral severa de los mayores (los padres) y la determinación de actuar con entera libertad de los más jóvenes (los hijos).

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