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Un bólido humano detrás de un récord

El deportista extremo austríaco Felix Baumgartner dio ayer un nuevo paso para convertirse en el primer hombre en romper la barrera del sonido en caída libre, al lanzarse en paracaídas desde una altura de 29.456 metros.

El deportista extremo austríaco Felix Baumgartner dio ayer un nuevo paso para convertirse en el primer hombre en romper la barrera del sonido en caída libre, al lanzarse en paracaídas desde una altura de 29.456 metros.

Éste es el segundo test que realiza para su insólito proyecto, bautizado Stratos, anunció Baumgartner en su página web.

Con una cápsula elevada con la ayuda de un globo de helio de cerca de 50 metros de altura, Baumgartner saltó al vacío desde una altura de 29.456 metros.

El austríaco, de 43 años, aterrizó unos minutos más tarde en el desierto de Nuevo México (Estados Unidos), a unos treinta kilómetros de Roswell, después de haber alcanzado durante el salto una velocidad máxima de 862 kilómetros por hora.

La barrera del sonido se rompe al alcanzar los 1.224 kilómetros por hora.

Baumgartner ya realizó un primer salto desde 21.600 metros en marzo, también en Nuevo México.

El objetivo de estos dos primeros pasos era superar el “límite Armstrong”, alrededor de los 19.000 metros, donde los fluidos, como la sangre, comienzan a evaporarse, poniendo en peligro la vida del aventurero.

El siguiente reto de Baumgartner es superar la barrera del sonido en caída libre y lo intentará en agosto, cuando se tirará desde una altitud de 36.576 metros, jamás alcanzada por un globo ni por un paracaidista, para conseguir la caída libre más larga de la historia, unos cinco minutos y treinta segundos, otro récord que conseguirá si todo sale como está previsto.

El mejor registro pertenece al estadounidense Joe Kittinger, ex coronel de aviación y actualmente en el equipo de asesores de Baumgartner, que en 1960 se lanzó desde 31.333 metros.

Antes de emprender el proyecto Stratos, Baumgartner protagonizó un salto desde el World Financial Center T100 de Taipei (Taiwán) y desde la estatua del Cristo Redentor, en Río de Janeiro (Brasil).

Este aventurero está respaldado económicamente y técnicamente por la empresa de bebidas energéticas de su país Red Bull, cuyo dueño, el multimillonario Dietrich Mateschitz, también tiene una escudería de Fórmula 1, campeona del mundo los dos últimos años con el alemán Sebastian Vettel al volante.

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