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Un acto solidario le salvó la vida a un grupo de jóvenes

Por Laura Hintze.- Cayeron sobre colchones que iban a enviar a La Plata luego de que cediera el techo de una propiedad en Pellegrini al 300.

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Las ventajas de la solidaridad son múltiples. Un acto solidario cambia un instante y hasta una vida. Provoca, como mínimo, una sonrisa. Da lugar a uno que otro abrazo, y ni hablar de lágrimas, encuentros, conciencia y más actos de solidaridad, directos o indirectos. Tras las últimas inundaciones en la ciudad de La Plata, sobran ejemplos para estas aseveraciones. Y seguirán sobrando y apareciendo. En las primeras horas de ayer, precisamente, el derrumbe del techo en un centro cultural ubicado en Pellegrini y Alem no se transformó en tragedia gracias a las donaciones. Más de diez jóvenes que se encontraban en la terraza del inmueble terminaron en el piso de abajo cuando el techo cedió. Y, se puede decir, la solidaridad les salvó la vida porque la caída fue amortiguada por colchones que iban a ser enviados a la ciudad de La Plata tras una de las tantas colectas que estuvieron realizándose. Los jóvenes sufrieron esguinces, contusiones, y sólo uno de ellos se quebró un tobillo. Pese a lo espectacular del derrumbe y del agujero que quedó en el techo, la suerte disfrazada de colchón por un gesto solidario cuidó de estos jóvenes. La mayoría son estudiantes universitarios e integrantes de una murga.

“Acá estoy. Sólo tengo un esguince en una pierna, así que estoy muy bien”. Desde el otro lado del teléfono, Malena contó lo que le pasó en la noche del martes, cuando literalmente se le movió el piso (o el techo). Eso que se sabe que puede pasar, pero que nunca va a pasar, que nunca le va a tocar a uno. Eso que se sospecha, que se dice: “uy, esto se viene abajo” en tantas casas alquiladas que hay en la ciudad, pero que al final nunca pasa. Hasta que sucede. Hasta que el techo se viene abajo.

Malena forma parte de la murga “Sobre todo en verano” y entre la noche del martes y las primeras horas de ayer les tocaba cantar en la inauguración de la Casa Popular Candanga (Pellegrini 396), un nuevo centro cultural perteneciente al Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional regional Rosario. La propuesta era simple: desde las 20, una varieté con bandas, murgas, proyecciones audiovisuales, acrobacias, bufé y bebidas. Después, fiesta.

Abrazo murguero

“Nosotros estábamos en la terraza haciendo el tradicional abrazo murguero. Nos abrazamos, saltamos y ahí se vino el techo abajo”, describió Malena. Era cerca de la una y media de la mañana. Abajo, la fiesta arrancaba cuando, aproximadamente, una decena de personas cayó a una habitación que estaba cerrada: allí se guardaban donaciones para los inundados de La Plata y los colchones recolectados amortiguaron la caída.

“Fue una desgracia con suerte, sólo tenemos heridas en las piernas. El que peor está apenas se quebró el tobillo”, contó Malena. A cada rato, la murguista repitió que no sabían ni se imaginaban lo que podía pasarles, y no dudó ni una vez en decir que la culpa no está en los inquilinos sino en el dueño o dueña de la propiedad, quien aparentemente sabía que la casa iba a usarse como Centro Cultural.

Según informó la Guardia Urbana Municipal, una vez ocurrido el siniestro, participaron ocho móviles de esa repartición, tres ambulancias del Sies, una dotación de Bomberos, la Central de Operaciones de Emergencias (Defensa Civil) y la Policía. También se hizo presente en el lugar un ingeniero de Obras Particulares, quien indicó que el lugar debía cerrarse por razones de seguridad y les informó a los moradores del inmueble de esta determinación.

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