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Un “rito” que alcanza al 60 por ciento de los jóvenes

Un sondeo muestra que más de la mitad de los rosarinos de entre 15 y 25 años fuma o fumó cigarrillos.

El consumo promedio es de entre 1 y 5 cigarrillos por día.
El consumo promedio es de entre 1 y 5 cigarrillos por día.

El 60 por ciento de los jóvenes rosarinos consume o consumió tabaco alguna vez, mientras que el 23 por ciento fuma entre 10 y 20 cigarrillos por día. Estos datos y otros relacionados con el hábito de fumar se desprenden de una encuesta que realizó el equipo de trabajo del diputado nacional Fabián Peralta, del GEN, quien preside la comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico de la Cámara baja.

El relevamiento fue realizado a medidados de abril en distintos puntos de la ciudad, donde se consultó a 600 hombres y mujeres de entre 15 y 25 años. De este sondeo se desprenden datos significativos: el 60 por ciento fuma o fumó en algún momento, cerca del 75 por ciento prendió un pucho por primera vez entre los 12 y 18 años, el 60 por ciento aseguró que consume menos de diez cigarrillos por día y el 23 por ciento aceptó que pita entre 10 y 20 unidades. Además, siete de cada diez consultados consideraron que los adultos tienen responsabilidad en la adicción al tabaco, mientras que el 30 por ciento admitió que no habla del tema con sus padres y el 27 por ciento sostuvo que no es escuchado por los mayores.

“En nuestro país muere un argentino por causa de consumo de tabaco cada 15 minutos. Este único dato nos obliga a trabajar decididamente en el tema”, indicó el diputado rosarino Peralta, quien encargó el relevamiento entre los jóvenes locales.

En ese sentido, casi el 60 por ciento de los encuestados (59,1 por ciento) confesó que probó alguna vez o consume habitualmente tabaco.

“Es posible que esto ocurra porque el tabaco es, de las sustancias tóxicas para el cuerpo, la más aceptada social y legalmente”, se expresa en el informe, en el que también se hace hincapié en los efectos que ha tenido la publicidad de la industria tabacalera para aumentar el consumo: “Años atrás los canales publicitarios a favor de los grandes capitales de las tabacaleras transmitían mensajes adheridos a la conducta de consumo de tabaco como: «tranquilidad y relajación al fumar», «atracción al sexo opuesto» y «seducción», entre otros implícitos que incentivaban al consumo. Hoy en día estos mensajes aparecen internalizados en las generaciones mayores, que los retransmiten ya sea mediante las propias conductas o juicios de valor a la hora de justificar el consumo de tabaco”.

En esa línea, Peralta aseveró que “es notoria la repercusión sobre las conductas de consumo que acarrean las campañas de prevención, las medidas legales, sumadas a la información que no es destinada a asustar sino a concientizar”.

El primer pucho

La mayoría de los fumadores adquiere la adicción a una edad temprana: entre los 12 y los 18 años. En esa franja etária, 9 de cada 10 encuestados reconocieron haber empezado con este “ritual” (llamado así desde la antropología), que “en la mayoría de las ocasiones es para sostener una actitud social y reforzar una identidad”, señala el informe.

El momento en que la persona es más vulnerable coincide con el inicio de la adolescencia, y es en los 15 años donde se registra el pico máximo de jóvenes que se inician en el hábito: el 27,7 por ciento admitió que prendió el primer cigarrillo a esa edad. En este aspecto, Peralta remarcó la coincidencia con la encuesta que elaboró el año pasado, que también señalaba la edad de 15 años como la más crítica.

Entre las consideraciones del informe, se sostiene que “las cantidades de cigarrillos que fuma una persona siempre va ligada a juicios de valor que ponen en evidencia que, a mayor cantidad, mayor daño. Se han realizado estudios científicos en los que se ratifican dichos juicios, ya que es necesario fumar al menos un cigarrillo por día, o bien ser fumador «pasivo» para tener más probabilidades de sufrir enfermedades a causa de la toxicidad del tabaco y contraer mayores riesgos de muerte”.

En este caso, hay que destacar que la mayoría de los consultados (el 32,8 por ciento) aseguró que fuma entre 1 y 5 cigarrillos por día. Lo cual puede suponerse como una adicción “moderada” si se la compara con aquellos que admitieron consumir entre 26 y 40 puchos cada 24 horas. No obstante, esta última franja es la minoritaria ya que representa sólo el 0,3 por ciento.

“Esta minoría es la que podemos enmarcar dentro del consumo abusivo, llamado adicción, porque la conducta se torna repetitiva en busca de ocupar un vacío, rellenar espacios. La persona llega a fumar entre dos y tres cigarrillos por hora promedio durante todo un día. No debemos confundir la dificultad que se le presenta a una persona el dejar de consumir tabaco, por una dependencia física, a la dificultad de la persona en dejar de consumir excesivas cantidades (26-40 cigarrillos por día), a causa de un plus en esa dependencia física: la adicción psicológica”, indicaron las profesionales que aportaron su visión al informe del GEN.

Responsables

El 67,6 por ciento de los consultados respondió con un rotundo “sí” cuando les preguntaron si los adultos tienen responsabilidad en el consumo de sustancias dañinas por parte de los jóvenes. El diputado Peralta aclaró que “cuando se habla de adultos se dispara automáticamente la imagen mental de madre/padre, pero no hay que obviar que los adultos son todos aquellos que rodean a los adolescentes, jóvenes y niños: instituciones como familia, escuela, Estado, Iglesia, entre otros”. Por tal razón, expresó que “todos son responsables”.

La responsabilidad de los adultos, según la opinión del 26,8 por ciento de los encuestados, es que los adolescentes no son escuchados. En tanto, el 17,9 por ciento opinó que la culpa es del Estado porque “no implementa ni se respetan las medidas legales para ejercer control”. Muy cerca de esta franja, para el 16,2 por ciento el problema es que “no se habla” sobre esta problemática y para el 14 por ciento directamente se niega la existencia de la misma.

A modo de conclusión, Peralta subrayó que “los datos de la encuesta son muy claros y muestran que el problema no es de los chicos, sino que los responsables somos los adultos y son los mismos adolescentes los que nos marcan esta realidad al decir que no son escuchados o que sus padres niegan el problema o no hablan del mismo”.

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