El partido conservador islámico del presidente turco Recep Tayyip Erdogan triunfó contra todo pronóstico en las legislativas anticipadas de ayer, y además volverá a tener la mayoría absoluta en el parlamento que había perdido apenas hace cinco meses. El imprevisto resultado le permite a Erdogan, quien por motivos constitucionales debió trocar el cargo de primer ministro por el más protocolar de presidente, retomar su plan de convertir la parlamentaria Turquía en un país presidencialista y reconcentrar poder en su persona.
Apenas se conocieron los resultados finales, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, anunció la victoria que, dijo, “no es nuestra sino de la nación”, ante una multitud reunida en la provincia de Konya, Anatolia Central.
Pocos minutos antes, Davutoglu había transmitido por la red social Twitter, una expresión en árabe (“Sea para Dios todo el mérito”) para agradecer el resultado de unos comicios en los que la participación electoral había aumentado.
Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se repusieron así del traspié electoral del 7 de junio pasado –en que la irrupción parlamentaria del izquierdista y prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) abortó temporalmente sus planes– y obtuvieron (con el 92 por ciento de las urnas ya procesadas), un 49 por ciento de los votos y 311 de las 550 bancas legislativas.
Lo siguen el socialdemócrata kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP), con 26 por ciento de los votos y 136 escaños, el prokurdo e izquierdista HDP, con 10,4 por ciento y 59 sitiales, y finalmente el Partido de Acción Nacionalista (MHP), que con 12 por ciento de los votos acumuló 44 bancas y pasó del tercero al cuarto lugar en el Parlamento.
Como la mayoría parlamentaria se alcanza con 276 bancas, ya cuando promediaba el conteo, los líderes del segundo partido, el CHP, aseguraron que no habría coalición. El izquierdista HDP decayó cuatro puntos en relación a junio pasado, pero también celebraba por haber logrado mantenerse en el Parlamento.
Tras una campaña agitada por atentados que costaron más de 150 muertos, la inmensa mayoría partidarios del HDP, la jornada electoral se desarrolló en relativa calma, aunque el sudeste, asiento de los kurdos, se mantuvo bajo toque de queda y cercano a la ocupación
La tranquilidad sólo se alteró levemente al difundirse la noticia de que la Fuerza Aérea había lanzado un ataque sobre la región kurda de Siria contra el Estado Islámico, lo que favoreció a la oposición “moderada” y dificulta que la ocupen los kurdosirios.
La campaña se realizó en medio de una sangrienta confrontación entre el gobierno y los kurdos del proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), después de que Erdogan rompiera el acuerdo que les había otorgado a estos últimos la posibilidad de ubicarse en santuarios en las zonas colindantes de Irak.
A principios del verano boreal, Ankara lanzó una campaña que nominalmente atacaba al PKK y al Estado Islámico (EI), pero que en los hechos se concentró en el primero y en los kurdos sirios, políticamente próximos al PKK.
Erdogan aspira a convertir a Turquía en un país presidencialista, para lo que necesita que el AKP pueda formar un gobierno fuerte con mayoría propia.