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Hacia una distopía

Trumpada para la lucha contra el cambio climático

Además de la urgencia, sin embargo, la lucha contra el calentamiento del planeta enfrenta ahora el interrogante de Estados Unidos, el segundo emisor de gases de efecto invernadero, cuyo presidente electo es un decidido escéptico en la cuestión.


A pesar de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, la comunidad internacional se muestra unánime en su voluntad de avanzar en la lucha contra el cambio climático en la COP22 de Marrakech (Marruecos), una cita a la que están convocados mañana decenas de mandatarios.

La COP22 es la continuación del histórico Acuerdo de París firmado hace un año por 196 partes para lograr que la temperatura media del planeta no aumente más de 2ºC, el objetivo más ambicioso que se ha fijado hasta ahora la humanidad al respecto.

En Marrakech, deben fijarse las modalidades de esa lucha, la financiación, la transparencia y el control mutuo entre los países, y todo ello de forma urgente, puesto que los científicos advierten que el planeta está batiendo cada año los récords de calor.

El Acuerdo de la COP21 de París ya entró oficialmente en vigor en octubre, al ser ratificado por los responsables del 55 por ciento de las emisiones de gases del planeta, y ahora la siguiente fecha clave es 2018, cuando los países que así lo quieran se someterán a un balance de sus acciones.

Washington calienta más

Además de la urgencia, sin embargo, la lucha contra el calentamiento del planeta enfrenta ahora el interrogante de Estados Unidos, el segundo emisor de gases de efecto invernadero, cuyo presidente electo es un decidido escéptico en la cuestión.

El republicano Trump dijo durante la reñida campaña presidencial que el cambio climático es una “patraña” que además perjudica los intereses energéticos de su país.

Y un primer aviso lo dio al seleccionar a un declarado enemigo del consenso científico sobre el cambio climático, Myron Ebell, para dirigir la transición política en la agencia del medioambiente estadounidense, la EPA.

La respuesta por el momento del resto de países, de los científicos y de la ONU, es de unidad ante la incertidumbre que plantea Trump.

China dijo que sí

El principal emisor de gases con efecto invernadero, China, ratificó en Marrakech, donde ya trabajan desde hace una semana los técnicos de cada país, su compromiso.

“El acuerdo de París refleja la voluntad común de muchos países” declaró a la prensa Gu Zihua, un miembro de la delegación china.

Estados Unidos y China anunciaron juntos hace dos meses la ratificación del Acuerdo de París, como claro mensaje de su voluntad común.

“Arabia Saudita confirma sus objetivos nacionales” de limitación de emisiones de gases, añadió por otro lado un negociador de esa potencia petrolera.

La elección de Trump “provoca preocupación”, reconoció a la AFP la ministra francesa de Medio Ambiente, Ségolène Royal. Pero es también una posibilidad de “dar un salto adelante” para reafirmar la posición común, añadió.

Fútbol o rugby

Concretar el Acuerdo de París, aprobar las reglas, el calendario o la financiación de las medidas, en especial de la ayuda Norte-Sur, no va a ser fácil.

Los países deben proporcionarse mutuamente los datos de cumplimiento de sus metas, pero con los mismos parámetros científicos.

“De lo contrario, unos países van a jugar al fútbol y otros al rugby”, explica Liz Gallagher, experta de la ONG 3G.

Por otro lado, advierten los científicos, los países deben incrementar sus compromisos de recorte de emisiones de gases, y de adaptación al cambio que ya está ocurriendo, porque la situación empeora.

Grados de peligro

Al ritmo actual, las emisiones de gases con efecto invernadero van a situar el aumento de la temperatura del planeta en más de 3ºC, lejos de los 2ºC de París.

Las consecuencias serán un aumento de las sequías, de los fenómenos meteorológicos extremos.

En cuanto a la ayuda para los países más pobres, el Acuerdo de París fijó un monto de 100.000 millones de dólares anuales, que debe cubrir tanto la reducción de emisiones como la adaptación (sistemas de alerta anti tsunamis, diques, irrigación, etc…).

Tras una semana de trabajos a nivel técnico, la discusión se retoma mañana por todo lo alto con la presencia de jefes de Estado y de gobierno, junto al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Del lado estadounidense, acudirá el secretario de Estado, John Kerry.

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