El Ciudadano Global

Estados Unidos y la suba de aranceles

Trump y su política comercial

Desde la economía política internacional, es posible identificar tres conceptos claves y un dato que impulsan la política comercial externa de Donald Trump, y echan luz sobre el potencial estallido de una guerra comercial.


Donald Trump, su particular mirada sobre la política comercial y el impacto en la economía global.

Por Julieta Zelicovich *

La suba de aranceles al acero y aluminio en los EEUU sacudió el escenario de las relaciones comerciales internacionales de las últimas dos semanas. No sólo por la magnitud de la medida, y por el tipo de producto que se trata, sino porque además fue justificado como una medida de seguridad nacional en el marco de declaraciones sobre el desarrollo de una posible guerra comercial

¿Qué es lo que lleva a este país, que fue constructor y garante del orden económico liberal desde mediados del siglo XX, a “patear el tablero” de esa forma?

Desde la economía política internacional, es posible identificar tres conceptos claves y un dato que impulsan la política comercial externa de Donald Trump, y echan luz sobre el potencial estallido de una guerra comercial.

“Mercantilismo”: La política comercial externa de Trump se guía por los preceptos del mercantilismo. Se trata de una escuela de pensamiento que tuvo su auge en el período del siglo XVI al XVIII y que asocia el superávit de la balanza comercial con el poder y seguridad del Estado. En términos más coloquiales: para los mercantilistas las exportaciones son buenas y las importaciones, malas; y en ello se juega el poder y la seguridad del Estado. El comercio se convierte así en un juego de suma cero, donde las ganancias de uno son pérdidas para el otro. Los sectores estratégicos son tales en función de su aporte a la seguridad nacional y no en razón de ventajas comparativas y competitivas –como sostienen otros enfoques- Este razonamiento, que se encuentra en las antípodas de una economía internacional basada en cadenas globales de valor, contrasta fuertemente con el pensamiento predominante en las relaciones comerciales internacionales, conforme al cual, en un entorno cooperativo, todos los países pueden ganar en los intercambios comerciales. No obstante el hecho de que el déficit comercial internacional de EEUU aumentó a $ 56,6 mil millones en enero desde $ 53,9 mil millones en diciembre, no hace más que reforzar este pensamiento dentro de la política comercial norteamericana.

“Fair Trade” (comercio justo): El orden liberal se caracterizó ante todo en ser un orden basado en normas, las que a su vez derivaban del pensamiento neoclásico asociado al libre comercio, y contemplaban algunas excepciones para los países en desarrollo. Sin embargo, en el gobierno de EEUU desde la asunción de Trump, se fue consolidando un nuevo concepto: el de fair trade, o comercio “justo”, que entra en tensión con “libre” comercio.

Este nuevo concepto remite a una re-evaluación de las políticas de los socios comerciales de EEUU: ya no importa si las normas de los otros países son legales conforme los tratados internacionales y a la Organización Internacional de Comercio (OMC); lo que importa es si estas normas son compatibles con los reglamentos y leyes internas de los EEUU, las que priman –para esta interpretación- por sobre el derecho internacional.

EEUU sostiene que apelará a excepciones a sus compromisos internacionales –como sucede con el acero y el aluminio- si estos dan lugar a escenarios considerados poco “justos” para sus intereses.

Por ejemplo si las leyes laborales, los registros de propiedad intelectual, o las normas ambientales fuesen menos estrictas que las norteamericanas, o si el sistema de impuestos en otros países les resultase en ventajas locales a las empresas allí instaladas que desean exportar al territorio norteamericano, EEUU estaría dispuesto a romper con sus compromisos internacionales y subir sus aranceles.

Por su parte, la “reciprocidad” es incorporada como complementaria en el concepto de “comercio justo”. EEUU de esta forma, deja de lado las concesiones que durante los años anteriores otorgó a países menos desarrollados, especialmente en el seno de la OMC.

“OMC en crisis”: El tercer razonamiento detrás de esta política comercial externa radica en la percepción de EEUU respecto de sus márgenes de maniobra en el plano internacional. La OMC es el organismo internacional creado por el propio EEUU para garantizar el cumplimiento del orden internacional basado en normas.

Para ello se apoya en mecanismos de transparencia, resolución de disputas y negociación. Esta institución, de carácter multilateral, entró en crisis hace algunos años por su incapacidad de resolver las negociaciones de la Ronda Doha.

Lesionada en su legitimidad por ese déficit, EEUU comenzó a cuestionar el desempeño de su Órgano de Solución de Diferencias, sosteniendo que éste fue más allá de su función originaria siendo que a través de los fallos buscó imponerse a la voluntad de los Estados miembro. En consecuencia, EEUU paralizó al Órgano de Apelaciones, vetando sucesivamente nombramientos para ese cuerpo, y amenazó con retirarse de la organización.

La OMC se encuentra pues, sin capacidad de reacción frente a las políticas de Trump. Y el hecho de que la medida relativa al acero y aluminio se enmarque como excepción por razones de seguridad nacional, complejiza aún más la situación. Resulta poco probable que el gobierno de Trump acepte ser cuestionado por un organismo internacional para él deslegitimado, en una medida que considera nodal para la seguridad nacional. En tal contexto la amenaza de retiro de la institución gana credibilidad, y actúa como freno para que el resto de los miembros opten por la vía “normal” de resolución de disputas, en tanto EEUU gana espacio para su accionar y fortalece su poder en las relaciones comerciales internacionales.

El interrogante está en si EEUU utilizará ese poder como instrumento en una negociación con sus socios comerciales, basada en su idea de comercio justo –y si éstos aceptarán esa interpretación– o si esta escaramuza impulsará reacciones no cooperativas, derivando en una guerra comercial.

(*)Doctora en Relaciones Internacionales. Investigadora de CONICET. Docente de la Lic. en Relaciones Internacionales de la UNR, y coordinadora del Grupo de Estudios de Negociaciones Comerciales Internacionales.