El Hincha

Hecho una Fiera

Triunfo y desahogo en el Marcelo Bielsa: Newell’s le ganó 3-1 a Huracán

Con un Maxi Rodríguez intratable, la Lepra salió del mal momento y trajo algo tranquilidad


Por amor a Newell’s. Maxi Rodríguez marcó el primero de penal y asistió a su primo Alexis en el segundo. La Fiera sacó la cara en el momento que más se lo necesitaba. Foto: Juan José García.

Las lágrimas de bronca en medio de los desmanes de los barras en Santa Fe hace una semana son una foto perfecta de cómo vive Maxi Rodríguez este momento de Newell’s. No dudó en dejar la comodidad de un fútbol uruguayo donde se lucía sin despeinarse y volvió para asumir la responsabilidad de sacar a flote a un equipo escaso de talentos y repleto de desconcierto.

Una vez más Maxi priorizó su amor a Newell’s. No quiso mirar desde afuera y sentir impotencia. Y vino, sabiendo que la parada era brava. Y lo será aún peor la próxima temporada, donde la tabla de promedios pesará horrores.

Este viernes el capitán hizo su trabajo. Marcó el camino, le dio paz a un Coloso que en la previa presagiaba un hervidero si la victoria no se hacía presente. Le puso paciencia a una tarde alterada. Calmó a la gente y a sus compañeros. Y le dio a Newell’s un triunfo que este torneo vale poco, pero en seis meses puede ser la diferencia entre la vida o la muerte.

Cuando todos corrían sin sentido, y Huracán apretaba con Roa y Gamba complicando a una defensa inestable, la Fiera ideó el primer gol. Lanzó un pase para dejar a Rivero mano a mano y fue penal. Y lo pateó como se debe, sin dudar, este momento no admite dudas y él lo sabe.

El Globo empató rápido. Y eso pudo desestabilizar todo. Pero Maxi volvió a poner calma e inteligencia. Recibió una pelota perdida en el área, y lejos de hipnotizarse por la chance de gol, levantó la cabeza y habilitó a Alexis, como si fuera un picado familiar con las puertas como arco. Simple. Efectivo. Lleno de jerarquía.

Al partido nunca le sobró calma. A Newell’s le cuesta encontrarla, incluso cuando está en ventaja. Pero Maxi abrió el camino y los pibes se entusiasmaron. Mejoró Nadalin (asistió a Leal en el gol), nunca dejó de correr Cacciabue, Alexis fue incansable, y Aguerre atajó las que debía. Entonces, Bidoglio entendió que era tiempo de gratitud para Maxi. Lo sacó para que los hinchas se rompieran las manos agradecidos. Y le pasó la posta a Leal, que recibió el aura de la Fiera y anotó el gol del desahogo. Ese que tuvo Newell’s en el Coloso. Gracias a Maxi, ese que entendió que es mejor pelear desde adentro. Y la Lepra se aferra a esa fe.

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