Estudiar por la mañana y entrenar a la tarde, incluso ambas cosas varias veces en el mismo día. Y ni hablar que los findes toca viajar para ir a competir, casi siempre lejos de casa y con un simple “buena suerte” como única ayuda. La vida del deportista amateur en nuestro país es así: pura entrega, dedicación y sacrificio, mucho sacrificio, tanto personal como familiar, que sumado a una gran cantidad de talento, terminan resultando imprescindibles para lograr un objetivo tan grande como el que comparten las tres protagonistas de esta historia: representar al país en un Mundial al otro lado del mundo.
Delfina Ugarte (18 años), Milagros Porto (19) y Sol Chianelli (14) son patinadoras artísticas que están a punto de cumplir el sueño que muchas tienen pero apenas un puñado logra, ya que a finales de este mes estarán disputando la Copa Mundial de Figuras Obligatorias que se disputará en Friburgo (Alemania), a la cual se ganaron el derecho a participar por la gran actuación que tuvieron en los últimos torneos tanto nacionales como sudamericanos. Por eso y también gracias al enorme esfuerzo de sus padres, que combinado con la ayuda de familiares y amigos lograron juntar el dinero necesario para afrontar los gastos de semejante viaje.
“Hablé con muchos políticos y les mandé mensaje a todo el mundo. Pero todos me decían que tenía que comunicarme con la gente relacionada al deporte. Insistimos tanto que prometieron mandarnos una ayuda, pero todavía la estamos esperando”, contó Delfina, quien en el Mundial competirá en la categoría Junior Internacional tras terminar en la sexta posición en el Panamericano que se realizó hace poco en Colombia, donde Sol finalizó campeona en su categoría y Milagros segunda.
Se trata de un 2023 muy especial para estas tres deportistas que a diario practican en Newell’s, y que contra todo tipo de dificultades, federaciones inoperantes y políticos amarretes, están a punto de cumplir un gran deseo que tenían desde que comenzaron a patinar desde bien chiquitas y que sin dudas las marcará para toda la vida. Porque algunos sueños están para cumplirse y este va a ser uno de ellos.
“Fue mucho esfuerzo porque tuvimos que entrenar muy duro. Muchos días de la semana y muchas horas. Y bueno, por fin se dio y espero llegar alto”, expresó con timidez Sol, la más pequeña de todas, quien patina desde los ¡dos años! y siempre fantaseó con la posibilidad de estar en un Mundial. “Mi mamá es profesora de patín acá en Newell’s. Lo llevo en la sangre”, agregó con orgullo.
Por supuesto que Delfina también empezó a practicar desde bien chiquita al igual que Milagros, quien un día se sentó a ver la película “Castillos de hielo” sin saber que le cambiaría la vida para siempre. “Pienso disfrutar haciendo esto que amo todo el tiempo que pueda. Lamentablemente el patín no es un deporte profesional. Es mucha inversión y sacrificio. Me encantaría vivir de esto pero sé que es imposible”, sentenció Mili con un aplomo y madurez poco habitual en alguien tan joven, aunque nada sorpresivo en una deportista con tantísimas horas de sudor y esfuerzo, quien irá por su segundo Mundial tras el subcampeonato que logró en 2021.
“A mí me gustaría en algún momento dar clases, pero lo haría como algo extra porque me encanta y me parece un deporte súper lindo en todos los aspectos”, opinó Delfina, quien apenas terminó de decir eso detectó con la vista a su sobrino que mamá traía en brazos y salió a corriendo a buscarlo. O mejor dicho patinando a toda velocidad.
La madre es Julieta Ugarte, quien llegó para el final de la entrevista con su nieto, un bebé de pocos meses, justito para añadir algunos detalles sobre la situación que tuvieron que afrontar: “La Confederación no te ayuda en nada y encima te exige el pago por adelantado, todo en dólares, obviamente. Pero acá lo más importante son las chicas y ellas están súper entusiasmadas con la idea de viajar a competir, así que todo terminó valiendo la pena”, contó mamá, quien vendió fideos caseros y organizó cuanta rifa pudo para solventar los gastos del viaje de su hija y el de la profe Mariángeles Mantuano, un apoyo indispensable para las chicas.
Es la misma historia contada una y otra vez en esta parte del mundo: atletas con un futuro enorme que quedan en el camino por la triste necesidad de tener que pagarse sus propias carreras. Por suerte esta vez ganó el deporte y tres rosarinas cumplirán su sueño de ir a un Mundial. Hizo falta mucho talento, sacrificio, disciplina y por supuesto: una familia de oro bancando los trapos a full.
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