Ciudad

Trazos del Rosario profundo

Por: Agustín Aranda.- Un artista brinda talleres de cómic americano con tinta china a chicos de los más castigados barrios de la zona norte. El proyecto fue elegido durante cuatro años consecutivos en el Presupuesto Participativo.

Hace calor. Un típico día de pileta. Sin embargo, un grupo de pequeños creadores de cómics se reúne todos los mediodías de los sábados en el tradicional club Leña y Leña, apostado sobre bulevar Rondeau a una cuadra de la plaza Alberdi. Ellos forman parte de un taller de dibujos e historietas que lleva adelante el artista Fernando Kiro, nombre de fantasía del ilustrador, que se apellida Campos. Y no es la única fantasía: el silencioso y concentrado grupo que trabaja dentro del club sobre un ejercicio relacionado con la teoría del color pertenece a la iniciativa de verano después de los talleres anuales que desde 2006 Kiro mantiene en distintos barrios del distrito Norte. Cientos de pibes de 6 años en adelante de Nuevo Alberdi,La Cerámica,La Esperanzay Puente Negro participaron de los distintos talleres de dibujo, que han sido votados en el Presupuesto Participativo en forma ininterrumpida por más de cuatro años.

Para Kiro todo comenzó en Villa Hortensia durante 2002, cuando empezó el primer taller de dibujo. Con el paso del tiempo y las respuestas positivas de los chicos, el profesor de arte extendió la enseñanza hacia un fin social, de contención. Así llegaron lo primeros talleres para sectores carenciados de barrioLa Cerámica. Comoexplica el dibujante, son barrios con muchas necesidades, y la pobreza juega su partido en las aulas de los clubes de barrio, vecinales y Centros Territoriales de Referencia (ex Crecer). “Muchas veces se lucha contra el desgano y los problemas familiares que los chicos tienen. Es un espacio para que la pintura los calme, se puedan concentrar y crear”, apunta frente a una mesa donde conviven los X-Men, una vieja revista Skorpio y una versión ilustrada de la novela de Tolkien El Hobbit. El material es de consulta para los alumnos aunque, como explica Kiro, sus trabajos se remiten al folclore televisivo atado a Dragon Ball y más actual, Ben 10.

“Empiezo con técnicas de dibujo básico y a medida que avanza el año hacemos pintura en tinta china –al estilo del cómic americano– y llegamos a dar narrativa de historieta”, comenta Kiro mientras Agustín culmina los rojizos trazos de un torso empalado, materialización del ejercicio de color propuesto a principio de la clase. El mayor desafío de los talleres en los barrios –en los que participan entre 20 y 30 chicos– es generar en ellos –muchas veces complicados por la marginalidad socioeconómica– un ambiente de tranquilidad y paciencia como el que, paradójicamente, se respira en el Leña y Leña.

Si bien cada taller es distinto para Kiro, al enseñar cómics en los barrios del norte, existe una fórmula conocida para el éxito. Con una base de dibujo, una forma humana o animal, un paisaje, por ejemplo, el dibujante da el puntapié creativo ya que la dificultad de la hoja en blanco también alcanza a los más jóvenes.

Se empieza con un relato sencillo: “Juan Árbol y Pepala Arbustacaminan por el campo. Juan se agacha a tomar, etc, etc”, explica Kiro. Siempre hablando, porque llega más que un guión escrito, el profesor divide las acciones en viñetas que cada alumnito debe generar. Problemas de morfología al estilo de “¿Cómo es un árbol agachado?”, significan para Kiro la complejización interna de cada niño que aporta al cadáver exquisito final.

En ese sentido, Kiro creó un rudimentario pero simpático personaje de cómic llamado Palito. Con sus ojos dispuestos cual camaleón, Palito, destinado para los más chiquititos, es un largo y poco humano modelo para desarmar. Prueba de ello es el dibujo de muy buena factura de Noel, de 17 años, que utilizó la cabeza de Palito para desarrollar un cuerpo digno del más temible y muscular Hellboy, infernal creación de Mike Mignola.

Para quien intentó alguna vez pintar con tinta china, se sabe que la concentración necesaria excede los procesos cotidianos de infantes y adultos. “Relaja y lo aceptan como una forma natural”, comenta sobre la metodología, hoy menos que poco usada por el grueso de los profesionales del dibujo con globos.

Los alumnos más fieles ya tienen sus personajes y algunos bosquejos de historietas propias. Debido a que una publicación, aun para los más grandes, demanda una gran cantidad de recursos económicos, su canal de distribución está en los blogs personales, nucleados por la web del profesor, www.kirocomic.com.

Una instancia avanzada del taller de Kiro es la búsqueda del estilo, la voz propia, siempre ligada a los gustos e inquietudes de los alumnos. Como cualquier disciplina existen los referentes teóricos ineludibles. Por mencionar algunos: Mike Mignola, quien diera forma física al clásico Hellboy y es reconocido por la utilización de colores simples, claroscuros y una narrativa libre en cuanto al formato antiguo de viñetas; Simon Bisley, creador de una espeluznante versión dela Biblia, y ligado a la fantasía heroica al igual que Frank Frazetta. Para anatomía, el coreano Jim Lee, quien participara de una de las ediciones del Crack Bang Boom, la convención internacional de historietas que hace dos años se realiza en la ciudad y trajo a numerosos artistas –dibujantes, escritores y productores– para los fans. Un favorito de Kiro, que también sirve para consultas, es la obra del francés Jean Giraud Moebius. Más cerca, se aplican las líneas narrativas impecables de los rosarinos Eduardo Risso y Marcelo Frusín.

La viñeta final de cada taller barrial es un mural, como el que embellece el frente del ex Centro Crecer 25, enLa Cerámica. Loschicos aportan las ideas, donde la temática se repite –medio ambiente, educación y violencia–, se hace un diseño y se lleva a cabo entre pequeños y adultos, que también se acercan.

Si bien la tarea de Kiro en el norte es la que más se ha sostenido en el tiempo, el dibujante insiste en que existen iniciativas similares en zona sur. “Caminás por la calle. Los pibes te saludan y soy de Pichincha. Eso es lo mejor”, finaliza aunque a la clase todavía le restan 45 minutos.

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