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Travestis y trans recuperan su historia en el primer archivo de la memoria en Rosario

Carolina Boetti, Marzia Echenique y Karla Ojeda trabajan en la construcción de un espacio para resguardar testimonios, fotografías, objetos y diversas informaciones sobre la vida del colectivo en dictadura y democracia.


Por Male Oneglia y Martín Paoltroni / latetera.com.ar 

Habitar la memoria sobre lo que pasó con las personas lgtbiq+ en dictadura, y también en democracia, se ha transformado en uno de los grandes desafíos que se trazaron los colectivos de la diversidad sexual y la disidencia en la búsqueda por reconstruir una historia que a menudo parece negada.

¿Cuánto sabemos realmente de los homosexuales, travestis, trans y lesbianas que fueron detenidas y desaparecidas durante los años del terrorismo de Estado? ¿Qué rostros tienen nuestras muertes y nuestras ausencias? ¿A dónde están nuestras sobrevivientes? ¿Qué pasó con elles después de 1983 y en todos estos años?

Sobre algunas de estas preguntas se montaron Carolina Boetti, Marzia Echenique y Karla Ojeda para empezar a desandar un camino poco explorado en Rosario, y que tiene como propósito la construcción de un Archivo de la Memoria Trans. La empresa es grande. Pero las tres saben a la perfección que la tarea es esencial para que las atrocidades del pasado no se vuelvan a repetir.

“Éramos como una familia”

Carolina Boetti fue la primera trans en recibir la reparación histórica en Santa Fe por la violencia y persecución que padeció durante la última dictadura cívico militar. “De los años cuando yo era chica, tengo sentimientos encontrados. Sufrimos mucha violencia estatal, ensañamiento de la policía con nosotras, teníamos casi todos los derechos negados como la posibilidad de estudiar o trabajar”, recuerda.

Sobre aquella época, Carolina remarca que los lazos de solidaridad entre travestis y maricas fueron fundamentales para tratar de sobrevivir al horror que significaron los años de plomo en la Argentina. “Éramos como una familia, vivíamos todas en comunidad, en pensiones, y nos ayudábamos entre nosotras porque las familias nos aceptaban muy poco. Nos cerraban las puertas de todos lados, si no nos ayudábamos entre nosotras, ¿quién nos iba a ayudar?”.

Por eso, frente a la pregunta de por qué es importante un archivo que recupere la trayectoria del colectivo travesti trans, Boetti no duda en responder: “Es importante que salga a la luz todo lo que pasaba en esa época porque eran cosas muy ocultas para la sociedad. No se sabía mucho de nosotras, casi nada. La gente nos consideraba un tabú, éramos mala palabra”.

Carolina se exilió del país en 1989 cuando tenía 23 años, y regresó recién en 2009 en busca de sus afectos: “Ya estábamos en democracia pero todas esas cosas siguieron durante mucho tiempo. Las identidades travesti trans fuimos muy perseguidas, y todavía lo somos. Nuestras compañeras sobrevivientes, o las poquitas que quedamos, tenemos un montón de cosas. Imaginante que éramos un colectivo de 40, y quedamos vivas 10”

“Nuestra historia es la historia de todas, todes y todos”

Marzia Echenique también fue una de las personas que en el 2018 recibió la reparación histórica por haber padecido vejaciones en el ex centro clandestino de detención que funcionaba en la ex jefatura de policía de Rosario. Después de eso, junto a Carolina y un grupo de actrices protagonizó la obra de teatro “Finalmente Reparadas” en donde pudieron narrar – a través de vivencias personales-, la historia de toda una comunidad.

Hoy Marzia sigue transitando ese camino, por eso se entusiasma con el proyecto de una archivo que pueda ir al rescate de los testimonios, fotografías, objetos, recortes de prensa, y datos que puedan ayudar a reconstruir, por ejemplo, los lugares donde habitualmente eran detenidas. “Es una historia que nunca fue contada, en la cual van a surgir un montón de personas que todavía están escondidas, lugares que todavía no se descubrieron”, explica.

En este sentido, se encarga de dejar en claro que no se trata solo de la historia de una comunidad: «Nuestra historia es la historia de todas, todos y todes. Esto es asentar los cimientos de una sociedad que va cambiando y va a ayudar al colectivo trans a luchar por más derechos. La memoria es la base de una sociedad, y no hay futuro sin memoria”.

¿Qué cosas son las que más recordás de aquellos años?

Marzia: y, quenosotras habíamos naturalizado la persecución y esa forma de vivir. Vivíamos en un mundo donde no existían los derechos para nosotras, es esencialmente eso. Tenemos que reivindicar también la muerte de nuestras compañeras que hoy ya no están, la memoria de ellas es importante, todo lo que el Estado les privó a nuestras compañeras que ya no están. El reconocimiento de los lugares de detención, eso es histórico también.

¿Crees que pueden aportar información para reconocer lugares?

Marzia: Hace dos o tres meses nos llamó la directora de los derechos humanos de la provincia de Santa Fe para poder reconocer a donde fuimos trasladadas nosotras, a otro penitenciario que estaba en el segundo piso de la ex jefatura que lo estaban por destruir para crear ahí oficinas. Es a eso a lo que me refiero, ese centro de detención no tiene que ser destruido, tiene que ser salvado y construido como centro de memoria, verdad y justicia. Estamos luchando para que sea creado ahí un espacio de la memoria donde podamos recrear lo que nosotras pasamos, para que pueda ser visitado educativamente. No solamente fueron presos y presas políticas, también fuimos preses políticos que fuimos nosotras por manifestar una identidad que no era la que se acordaba o la que se fomentaba en aquellos años, la heterosexualidad patriarcal.

“Necesitamos contar nuestra historia”

Karla Ojeda nos recuerda que la persecución no terminó con el fin de la dictadura cívico militar, sino que hasta el año 2004 seguían rigiendo los códigos de falta que criminalizaban a la comunidad y, así, legitimaban la violencia de las fuerzas estatales hacia ella.

“Las travestis y trans en ese momento post-dictadura militar seguíamos sufriendo las mismas situaciones de violencia y de maltrato por parte del Estado y la sociedad. Era imposible salir a buscar un trabajo registrado, era imposible poder acceder a una vivienda para poder alquilarla y, cuando eso sucedía, nos cobraban tres veces más de lo que le cobraban a otres. Pasaba que era imposible poder estudiar y poder formarte porque las posibilidades eran nulas porque tenías que trabajar sí o sí por las noches y durante el día descansar o dormir en alguna parte y ser parte de tu vida”.

Hoy Karla es integrante de Comunidad Travesti Trans Rosario y La Casa de las Locas, trabajadora de la Universidad Nacional de Rosario y estudiante de la misma casa de estudios; nos dice con emoción en la mirada que nunca antes había imaginado que iba a tener un DNI que dijera su nombre hasta el año 2012, posible por la Ley de Identidad de Género.

En este sentido, ante la pregunta de por qué ella considera necesaria la construcción de un archivo de la memoria travesti trans y hacerlo en primera persona, no duda en responder que es “(…) porque necesitamos contar nuestra historia, necesitamos contar a la sociedad, a las adolescencias, a las nuevas generaciones el padecimiento y el sufrimiento que ha tenido la población travesti-trans y para que también puedan crecer en libertad y no pasar y no vivir todo esto que hemos pasado. Para que nunca más volvamos a pasar lo que pasaron las travestis y trans de los años anteriores. Es reconstruir las historias de travestis y trans que han dejado su vida para que hoy, muchas compañeras, puedan avanzar y poder pelear, luchar y también adquirir y gozar de derechos que siempre fueron negados”.

Notas provisionales para un archivo posible

La recuperación de las memorias que parecen negadas, las experiencias que parecen invisibles pero están latentes en lo colectivo pujando para salir a la luz, aparece como una tarea necesaria. Necesaria, sí, pero también urgente, porque el paso del tiempo y el avance de las políticas de exclusión y reclusión que ocuparon la escena los últimos años, redujeron la esperanza de vida de la comunidad travesti trans de los 40 a los 32 años.

En este sentido, la construcción de un archivo propio y en primera persona como respuesta al silenciamiento producto de la cisheteronorma, irrumpe tanto en el modo en que se relata la historia como en las miradas que tenemos sobre ella. ¿Qué verdades construimos? ¿Qué memorias recuperamos? ¿Qué ausencias lloramos? Si la sociedad normativa no llora nuestras ausencias y no recuerda nuestras historias, ¿quiere decir que no existieron? No sólo nos faltan lxs nuestrxs, sino que a la historia también le faltamos nosotres. Como dijeron Karla, Marzia y Carolina, aunque nos hayan negado, nuestros cuerpos son la prueba de esas memorias que todavía están vivas.

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