“Quiero dejar asentando que traté de ser totalmente objetivo y equitativo”. Con estas palabras, el juez de Sentencia Edgardo Fertita dio lugar a la lectura de la parte dispositiva del fallo que condenó a Daniel Demesio Fernández a la pena de 18 años de prisión por el crimen de Meir Romano, ocurrido a fines de noviembre de 2011 en un departamento ubicado en la esquina de Salta y Paraguay. En la sala estuvo presente la hija de la víctima, quien escuchó en silencio la resolución y afirmó a El Ciudadano que si bien prefería una condena a perpetua está conforme con el fallo y espera que la resolución quede firme. La joven también es hija de una mujer que fue penada con 15 años por este mismo crimen. Por su parte, la defensa de Fernández sostuvo que su cliente fue condenado por un delito que no cometió y refirió que la sentencia hizo alusión a un delito por el cual no fue acusado por la fiscalía. Las letradas adelantaron que apelarán la sentencia.
Pasadas las 9 de ayer ingresó en la sala acondicionada para la realización de juicios orales, ubicada en el primer piso del Palacio de Tribunales, Daniel Demesio Fernández.
Con la vista clavada al piso, el hombre de 36 años se sentó junto a sus defensoras y esperó en silencio la lectura del fallo.
El juez de Sentencia Edgardo Fertita se ubicó en el estrado frente a las partes y mediante una breve introducción afirmó: “Quiero dejar asentado que traté de ser totalmente objetivo y equitativo, me llevó dos días leer, confrontar los elementos que fueron traídos al juicio y tomar la decisión, decisión que a veces no conforma a una parte, a otra o a las dos partes”.
Tras esto aseguró: “Quiero dejar asentado que traté de ser lo más justo posible”.
Luego de ello, una empleada del Juzgado inició la lectura de la parte resolutiva del fallo, donde se escuchó que Daniel Fernández fue condenado a la pena de 18 años de prisión por la comisión del delito de robo en grado de tentativa y robo calificado por homicidio o latrocinio.
La pena fue atentamente escuchada por Ileana, hija de la víctima, que se encontraba en la sala junto con otra joven.
Al retirarse del recinto la muchacha de 26 años refirió: “Me hubiese gustado que le den perpetua (pena solicitada por el fiscal Esteban Franichevich en el alegato final), me parece que corresponde, pero estoy contenta que no lo absolvieron y que creyeron la verdad”.
“Eso era lo que me daba miedo, que no crean lo que mi mamá contó, ahora espero que salga todo bien y que ésta sea la pena definitiva”, agregó la joven.
Condenado por otro delito
Por su parte, las defensoras del acusado, Karina Bartocci y Adriana Lucero, afirmaron que van a apelar el fallo.
Bartocci recordó que durante la etapa de alegatos, junto a su colega requirieron la absolución de su pupilo porque no había ninguna prueba para llegar a una condena.
“No hay prueba de su autoría, ni de que haya estado ahí (por el departamento donde se produjo el crimen)”.
Y agregó que su cliente fue condenado por un delito de robo seguido de muerte por el cual no fue acusado.
En tanto, Adriana Lucero concluyó que el fiscal hizo una acusación y luego el juez lo condenó por otro delito que no fue imputado por lo cual fue totalmente violado el principio de congruencia, sostuvo.
Hallazgo macabro
Meir Romano tenía 87 años cuando el 28 de noviembre de 2011 fue ferozmente golpeado y apuñalado en su departamento, ubicado en el 4° piso de un edificio en Salta 1499.
Por el hecho, Ramona Casco, ex pareja de la víctima (con la que había mantenido una relación de 25 años de la que nació una hija) y un hombre identificado como Daniel Fernández, que le alquilaba una pieza en la parte trasera de la casa a la mujer, ubicada en el barrio Puente Gallego en el extremo sudoeste de la ciudad, fueron detenidos y procesados por el asesinato.
Casco admitió el hecho, pero sostuvo que fue su vecino quien, cuando fue al departamento con ella, mató al anciano, hecho que Fernández desmintió.
Con el correr de la investigación, y ante la inminencia de un juicio, la mujer resolvió firmar un juicio abreviado por el hecho y fue condenada a 15 años de prisión mientras que su compañero de causa optó por continuar con el proceso y enfrentó un juicio oral por la comisión del delito de homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y para procurar el ocultamiento de otro delito.
