Inolvidable. Incomparable. Indescriptible. La fiesta leprosa dejó un sello verdaderamente imborrable en los anales de la ciudad. Ni bien el árbitro Carlos Maglio le puso punto final al partido con Argentinos Juniors en el Coloso Marcelo Bielsa, las calles de Rosario se convirtieron en el escenario de un carnaval sin precedentes, majestuoso, sorprendente, único, todos unidos en el mismo grito… ¡Newell’s campeón!
Nadie se lo quiso perder. En la cancha, en la calle, por Pellegrini o el Monumento, como sucedió el miércoles tras la derrota de Lanús, ayer los jugadores se subieron al “Lepra Bus” y recorrieron la ciudad con todo el cotillón. Gorros, pelucas, cantos y festejos de un plantel que se tiene merecido esto y mucho más y bombas de estruendo y fuegos artificiales en la calle para darle un marco increíble a una jornada que se volvió a teñir de rojinegro. El emblema de la ciudad volvió a abrir sus brazos para los miles y miles de simpatizantes que fueron a expresar su alegría por un nuevo logro y el celeste y blanco le volvió a dejar su lugar a los colores leprosos. De día o de noche, entre semana o un domingo, ya los simpatizantes de Newell’s no distinguen día ni hora, es que tanto festejo los dejó borrachos de alegría y la vuelta olímpica los mareó.
Así, familias, chicos, grandes, los que peinan canas y los que lo vieron por primera vez campeón se unieron en un abrazo imaginario interminable, el mismo que durante este torneo se dieron Nacho Scocco y Maxi Rodríguez con algún gol por el Final o la Libertadores, el mismo que se dio el Martino con su cuerpo técnico una vez realizada la gesta del campeonato. Ayer, una vez más, el pueblo leproso copó Rosario y se abrazó a este logro que quedará en la memoria de los amantes del buen fútbol.
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