Ciudad

Transporte con pandemia

En tiempos complejos, en los que el sistema de transporte atraviesa una etapa crítica y se debate su sostenibilidad, se señalan erradas expresiones del debate público acerca del servicio público de pasajeros y se develan algunos datos interesantes para pensar en un futuro sustentable para el sistema


Alejandro Boggiano**

Ante las reiteradas medidas de fuerza que se llevaron adelante por atraso en el cobro de salarios en nuestra ciudad, el secretario de Transporte provincial , Osvaldo Miatello, opinaba que “se debía evaluar la estatización completa del servicio de transporte de Rosario”; considerando que el funcionario ha circunscripto tal aseveración a nuestra ciudad, pienso que lo está haciendo con su óptica conocedora del sector en razón de haberse desempeñado durante varios años como concejal de la ciudad y vicepresidente del Ente de la Movilidad.

Es importante señalar en este punto que Miattello acota demasiado su visión, pues el sistema de transporte de pasajeros urbano-suburbano-media y larga distancia, cualquiera sea su modalidad, ubicación o característica, está sufriendo situaciones similares o peores a la de Rosario, las cuales no puede desconocer quien hoy gestiona esta temática en el orden provincial.

Los sistemas de transporte de pasajeros en nuestro país, Rosario incluida, se encuentran en crisis al menos desde 2002, habiendo pasado con anterioridad por otras situaciones similares. Desde entonces, el Estado Nacional, en mayor o menor grado, ha debido asistir económicamente tanto al sistema prestado por ómnibus (urbanos, corta, media y larga distancia) trenes, subtes y aeronavegación.

En general, los sistemas de transportes en nuestro País, se encuentran transitando crisis similares: a medida que nos alejamos de Caba o del Amba se acentúan las diferencias de ingresos económicos, ya sea por tarifas y/o subsidios.

Pero atención: más recursos y mejores ingresos, no garantiza mejor servicio a los pasajeros, basta ver las situaciones de sobreaglomeración que a diario emiten los canales de televisión porteños.

En las últimas dos décadas, se han llevado adelante muy pocas licitaciones de nuevas concesiones, quizás nuestra ciudad haya sido una de las pocas, pero lo exógeno ha atentado contra las mismas. Han surgido por emergencia algunas estatizaciones de servicios, y muchas de ellas a la fecha han desaparecido por insustentables desde el sector público.

Hoy podemos decir sin temor a equivocarnos, que a ningún sector empresario le interesa invertir en este sistema y que muchos que hoy son parte del mismo, quisieran abandonarlo.

La crisis no es de hoy, no tiene origen en la pandemia que estamos atravesando aunque esta situación inédita puede haberla agravado; pero la situación económica que atraviesan los habitantes de nuestro país, hacen que el costo no pueda trasladarse en su totalidad al ciudadano.

Tengamos en cuenta que si los ingresos no cubren los costos, el servicio tendrá déficits en calidad; es por eso que tanto Nación, algunas provincias y ciudades, asisten mediante subsidios, a tal fin, y no alcanzan. Y como históricamente ha sucedido, el Interior es el menos asistido.

Miatello expresa también que “no siendo un defensor de las estatizaciones, se impone una discusión sobre el futuro del sistema de colectivos”.

Nadie niega que “no se puede soslayar la responsabilidad empresarial en los constantes problemas del servicio”  como refirió Miatello; pero tampoco se pueden olvidar los atrasos en los que incurre el Ministerio de Transporte de la Nación para liquidar en tiempo y forma los subsidios.

En torno al mismo asunto, el concejal Cardozo hablar de que estatizar el servicio de transporte, constituye una amenaza de “comunismo soviético”.

Resulta cuanto menos ridículo escuchar este tipo de expresiones a más de 30 años de la caída el muro de Berlín y preocupante que haya dirigentes que lejos de pensar en una solución seria para el transporte, estén más preocupados en confrontar con frases pensadas más para generar polémica estéril que para aportar una solución.

Es oportuno recordarle al concejal Cardozo y a quien quiera oír que en la Federación de Rusia, su capital Moscú cuenta con transporte de pasajeros cuya gestión es estatal, tanto su admirable sistema subterráneo, como de ómnibus y sistema eléctrico de superficie mediante trolebuses. Que a diferencia de otras capitales mundiales, es de origen, gestión e integración totalmente pública estatal.

Hace unos días, el periodista  Adrian Gerber, interrogaba en una nota  ¿se puede afirmar que estatizar un sistema de transporte de pasajeros es sinónimo de comunismo? Solo por dar algunos ejemplos: los servicios de colectivos y subtes de París, Nueva York, Madrid, Berlín, Barcelona y Washington están en manos de los Estados locales.

Está claro que estatizar no es sinónimo de ninguna corriente política, el transporte en nuestro país, no es capitalista ni comunista, es claramente “asimétrico”: Mientras en el Amba solo  cuentan con subtes, trenes de cercanía y ómnibus, las ciudades del interior solo contamos con ómnibus a lo que debemos sumarle, la desmedida diferencia en el otorgamiento de subsidios para su sostén y una disparidad absoluta en el consenso que se mantiene entre empresas, estado y gremios para zanjar diferencias.

Por otra parte, cabe aclarar que las ciudades enunciadas distan mucho de parecerse a las nuestras, ya que todas esas ciudades de una u otra manera priorizan y promueven el transporte público multimodal, y en nuestro caso, con las medidas que se toman muchas veces  para evitar confrontaciones o por falta de infraestructuras adecuadas o disponibles, se menoscaba el transporte público masivo.

La inconveniencia de ideologizar las discusiones en torno al servicio público de pasajeros

Si bien ninguna de esas capitales, pueden compararse con Rosario, por superficie, población, infraestructura, servicios, diversidad de transporte y restricciones vehiculares, viene bien mirarse en ese espejo como para tener en cuenta que cualquiera de ellas supera en “N” veces la cantidad de pasajeros diarios, la combinación de medios de transporte y multimodalidad a disposición.

Por otro lado, la confortabilidad de sus unidades, y como hecho destacable diferente a lo pretendido en nuestro país, es que en los horarios nocturnos la oferta es nula en no menos del 70 % de los corredores.

La diferencia  más destacable, pese a tener sostenimiento estatal, es el valor que abona el pasajero por un boleto comprado por cantidad mínima de 10 viajes, que convertido a pesos resulta ser de 268 pesos para París, 324 Berlín, 340 Nueva York, 219 Madrid, 204 Barcelona.  Este dato contrasta plenamente con nuestra situación, posibilidad y realidad.

Vale mencionar además, que salvo Madrid, las demás se encuentran dentro de los 15 primeros puestos en el ranking mundial de calidad global y mejor  servicio público de transporte de pasajeros, establecido mediante un estudio realizado conjuntamente por la prestigiosa Consultora Oliver Wyman Forum y la Universidad de Berkeley que está calificada como una de las universidades más prestigiosas del mundo y la número uno dentro de las públicas de Estados Unidos.

Debe quedar claro que ideologizar las discusiones en torno al servicio público de pasajeros, resultan propuestas vacías de todo contenido técnico-económico-logístico y funcional, que sirva para enfrentar la realidad a mediano plazo y no coyunturalmente como se pretende,  manejando artimañas que no hacen ni aportan a la solución.

Encontrar una equidad nacional en el acceso al transporte multimodal, equipamientos e infraestructura adecuada

Un integrante del Concejo local, perteneciente a la corriente política que gobierna Nación y provincia, expresó “Ya antes de la pandemia el transporte público no era rentable, ni acá ni en el mundo”, por lo tanto debemos actuar conscientemente en la materia, y no con chicanas o posturas según la cámara que nos enfoque o el lugar que cada uno  ocupe.

Nación no tiene plan alguno desde hace más de 18 años (más allá de quién administró) de cómo salir de la emergencia en la que nos encontramos, entre otras realidades, con el sistema público de pasajeros. Por lo tanto, no se trata de una situación a resolver por y para los rosarinos, es un problema generalizado con coyunturas especiales que requieren de programas que difieren según la geografía, pero que tienen infinidad de puntos donde se cruzan las directrices a tomar.

Creo que no importa a esta altura, quién ha tenido la culpa, inoperancia e incapacidad, para abstraer el servicio público de pasajeros en nuestro país, provincias y municipios, de la realidad económica-social que nos ha rodeado. Lo que debe estar claro, es que como en el medio de una tormenta, catástrofe o pandemia, nadie se salva solo.

Estamos obligados a despolitizar la situación de transporte de pasajeros en nuestro país, descentralizando las directrices del mismo, más allá de que en cada uno de los servicios la prestación constitucionalmente es responsabilidad de cada uno de los estamentos de gobierno. No podemos continuar bregando por la igualdad de los subsidios, solución que puede valer para la coyuntura.

Lo que sí hay que perseguir y encontrar, es una equidad nacional en el acceso al transporte multimodal, equipamientos e infraestructura adecuada. Especialistas y técnicos sobran para llevar a cabo una gestión integral, conducente al mejoramiento del sistema; sin dejar de actuar sobre otros factores que permitan la accesibilidad económica por parte de los pasajeros.

Definitivamente el Transporte de Pasajeros debe ser  tomado como un elemento esencial e irremplazable por parte de los Estados, hacia todos los ciudadanos. Con premisas claras sobre la irremplazable función que le cabe al mismo en el traslado masivo e igualitario, en toda geografía, para todos los grupos etarios y sectores económicos. Sin diferencias, brechas, ni pandemias de cualquier índole.

**ex Secretario de Servicios Públicos. Gobierno de Santa Fe (2007-2015)

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