Miradas

Literarias

“Transgénica”, un viaje a la semilla de la poesía

El último libro de Gabby de Cicco, recientemente publicado por Baltasara Editora, es un viaje en el tiempo que co-mienza en el hoy, en el presente de la voz poética y conduce progresivamente al origen de la palabra donde se ha bebido el elixir poético del delirio inicial


En “Viaje a la semilla”, el cuento de Alejo Carpentier, una de las primeras imágenes que se nos presenta es la de una casa que está en proceso de deconstrucción: las ventanas, las puertas, las tejas, las baldosas, todo se ha ido quitando progresivamente. Un personaje merodea en los alrededores de la casa, no busca nada en particular, murmura en voz baja palabras que se enredan y entrelazan. En ese decir acontece la magia: el tiempo vuelve hacia atrás, retrocede hacia el origen. Abrir la tapa y comenzar a recorrer la lectura de Transgénica, el último libro de Gabby de Cicco, es una experiencia carpentiana, un viaje en el tiempo que comienza en el hoy, en el presente de la voz poética y nos lleva progresivamente a la semilla, al origen de la palabra donde se ha bebido el elixir poético del delirio inicial. Editado por el sello rosarino Baltasara, el libro es, en realidad, todos los libros: la obra reunida de une escritore que lleva más de treinta años nutriendo la producción poética made in Rosario.

“La sensación de súper vértigo que implicó reunir la obra se corresponde con la idea de un entrar a una especie de pasillo, con puertas que llevan a distintas habitaciones, una imagen onda Remedios Varo o Dorotea Tanning, y ver, maravillarme, sorprenderme. Me gusta la idea de pensar los libros como cada una de esas habitaciones posibles, un viaje en el tiempo poético y personal”, comenta Gabby acerca de lo que implicó ponerse en campaña y desempolvar papeles y recuerdos.

 

La voz sobreviviente

Transgénica es el nombre de la obra reunida pero también, o mejor dicho, en primer lugar, el nombre del libro inédito que abre la compilación. Ingresar a Transgénica es encontrarse con la voz que se creía perdida en la tormenta, que ha sobrevivido y vuelve al ruedo a partir de la insistencia en las preguntas simples, pero no por ello menos profundas. Esa voz es la prueba de que algo existe, a pesar de que no todas sean oídas, a pesar de que haya algunas palabras que queden en silencio y otras se vacíen de sentido porque se dicen a perpetuidad. Quienes no pueden o no saben escuchar lo que las voces tienen para decir son lxs que llevan máscaras que cubren los rostros, marcan la omisión. Para “escuchar” es necesario “estar en la distancia justa de la presencia” dice la voz que nos abre el primer apartado del libro en el que el cuerpo pareciera estar nombrándose constantemente, por sus partes, por su ausencia, por sus cicatrices, por el veneno que le inyectan a través del dolor, de los cortes, de los abusos. Las palabras no siempre alcanzan para nombrar aquello que la voz quiere decir, para nombrar el cuerpo, el deseo. Cuando la lengua no alcanza, aparece el grito: somos esa cicatriz que el lenguaje no termina de develar.

 

El veneno en medicina

Pero no se trata de hacer del dolor una “continua ceremonia”. Aunque la lengua del amor no sea suficiente, se escribe. Aunque “las palabras no alcanzan para hablar de nuestrxs muertas/ mujeres, tortas, travas”; se escribe. Aunque, como Adrienne Rich le recuerda a le poeta, la poesía no sirva, se escribe. En la segunda parte de este libro queda claro el gesto político de la escritura, porque, como señala Claudia Masin en el prólogo: “Cuando las palabras se liberan al fin del veneno que son, que fueron, cuando se vuelven poemas, nace la posibilidad inesperada, la operación alquímica que transforma el veneno en medicina”. Se es contra todo: contra las leyes, contra lo esperado y lo esperable, contra lo que se nos impuso; por eso Transgénica cierra con una afirmación de existencia que apunta a la destrucción de lo establecido: El manifiesto post-apocalíptico punk hace volar por los aires todo aquello que nos limita, que nos restringe, que nos encasilla y nos ordena. Todo eso ¡qué explote!

 

El viaje a la semilla

Desde La tierra de los mil caballos (Baltasara Editora, 2016) comienza un viaje retrospectivo a través de la casa en la que habita la poesía de Gabby de Cicco. No ingresamos por la puerta de entrada, sino por el espacio abierto que se instala generalmente por detrás, un patio sin límites donde los caballos galopan y susurran versos en los oídos del yo que los enuncia, un mundo otro que es umbral de toda posibilidad. Desde allí nos encaminamos hacia Queerland, (Hipólita Ediciones, 2011), la tierra en la que emerge la necesidad de crear un espacio nuevo, “con lo descubierto”, una tierra en la que existe lugar para la reflexión sobre la escritura y propicia una intimidad que se ve conjugada con el gesto político: el de la creación de un nuevo mundo. Continuamos nuestro recorrido hacia el interior de la casa: las habitaciones nos muestran el Diario de estos días (Ediciones del Dock, 1998) y La duración (Nusud, 1994), donde “la escritura inaugura un equívoco” porque la voz de la poeta enuncia y dice lo que lxs otrxs no pueden o no quieren oír: “no soy lo que querían”. En los cuartos siguientes terminamos bailando al ritmo furioso de Jazz me blues (Subsecretaría de Cultura, Municipalidad de Rosario, 1989) desnudándonos “del gesto de dios” y emborrachándonos con Bebo de mis manos el delirio (Ediciones Spectrum, 1987) para ignorar “los límites más allá del poema” o el “mundo alucinado por las estocadas del silencio”. Un viaje hacia el origen poético de seis libros y más de treinta años de trabajo con la palabra.

 

El mapa

Transgénica es también un recorrido a través de las de lecturas de le poeta: en el mapa figuran nombres que se repiten como carteles luminosos que indican paradas necesarias: Pizarnik, Orozco, Lispector, Rich, Rosemberg, Bellesi, son algunos de los que encontramos; pero también es un viaje musical guiado a través del rock, el jazz, el blues que tiene como guía a la tía Patty Smith. En consonancia con esto, el libro propone un cierre a modo de obra musical con varios bonus tracks: todas las contratapas escritas para cada una de las ediciones de los libros y algunos artículos referidos a los libros delineados por Javier Gasparri, Andi Nachon y le misme Gabby.

 

La triangulación del mundo

Si tuviéramos que dibujar el modo en que De Cicco entiende la producción poética, necesariamente nos inclinaríamos por un triángulo o por alguna figura con tres planos principales e interrelacionados. En cada uno de esos puntos pondríamos aleatoriamente: lo personal, lo poético, lo político. No importa el modo en que se ordenen estos tres términos, siempre entran en relación de manera indisoluble y configuran una mirada del mundo, una forma de entender no solo la poesía sino también la vida. Quizás por eso la puerta de salida del libro, la página que oficia de rito de pasaje y nos lleva de vuelta al mundo material y prosaico pueda ser leída como una provocación: “el futuro no está escrito”, dice Gabby que dice Joe Strummer. Una provocación que es, quizás, también una invitación a crear esas tierras que deseamos y hacer explotar mundos que no merecemos.

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