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Trabajar hoy para el futuro

En el país nacen unos 50 mil niños con bajo peso y eso se puede prevenir con una buena alimentación de la madre durante el embarazo. Esta carencia irremediable influye en su desarrollo físico e intelectual.

Cada año nacen en el país 50 mil niños con bajo peso y alrededor de 174 mil con un peso insuficiente. Las estimaciones indican que uno de cada tres menores de dos años padece deficiencia de hierro (anemia), según datos publicados por el Ministerio de Salud de la Nación.

De hecho, una revisión de los problemas nutricionales de la niñez que presentó ayer el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil Doctor Alejandro O’Donnell (Cesni) muestra que el promedio del peso de nacimiento descendió 30 gramos en la última década. La cifra parece minúscula, pero se sabe que puede condicionar el desarrollo cognitivo e incluso la salud de esos individuos décadas más tarde en la vida.

La carencia de hierro genera anemia y esta condición se detecta en el organismo por deficiencia de hemoglobina, la sustancia presente en la sangre que transporta a través del organismo al oxígeno aliado con el hierro, es decir, en forma de óxidos de hierro. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que una mujer, en su segundo trimestre de embarazo, tiene anemia si el análisis de laboratorio indica que los valores de hemoglobina están por debajo de 105 gramos por litro (g/l).

Si bien el hambre es urgente y muchos organismos no gubernamentales en el país otorgan comida a muchos carenciados, no significa que se resuelvan así los problemas nutricionales. Los últimos datos disponibles indican que entre el 7 y el 23 por ciento de los nacimientos en la Argentina tienen un peso insuficiente para un desarrollo adecuado. Especialistas afirman que este grado de desarrollo quedará grabado como una cicatriz con consecuencias sobre la salud futura de esos individuos.

Según datos oficiales, hay un 23 por ciento que nace con menos de 3 kilos, un peso que para los más pequeños puede ser normal, pero que en la mayoría evidencia un crecimiento gestacional subóptimo. Cabe destacar que un niño que nace con menos peso tiene hasta diez veces más riesgo de morir en los primeros diez años de vida. Por su parte, más del 60 por ciento de la mortalidad de la última década se concentró en los niños de menos de 2.500 gramos, es decir que se origina un enorme costo social y un incalculable costo familiar por un problema que puede prevenirse perfectamente durante la concepción y los primeros años de vida.

Mente sana en cuerpo sano

Nacer con un peso inadecuado implica no sólo perder masa corporal (alrededor de 5 centímetros de altura final, 5 kilos de fuerza en las manos, 5 puntos menos en el coeficiente intelectual promedio), sino además perder la flexibilidad de adaptación del metabolismo, lo que expone a un riesgo 50 por ciento mayor de padecer enfermedades crónicas en la vida adulta.

Nacer con bajo peso es una de las principales causas de no crecer bien en la primera infancia. A este fenómeno se lo denomina desnutrición crónica y, si bien se mide como un retraso en la talla, debería entenderse como la cicatriz en el crecimiento que deja la falla de una adecuada nutrición temprana.

Un niño puede recuperar en sus primeros dos años el crecimiento en altura y el de todos sus órganos, incluido el cerebro. Pero, para ello, debe contar con una lactancia exclusiva durante seis meses, la cual debe continuar hasta el año con el agregado de alimentos complementarios de elevada calidad nutricional y una cuidada crianza. Éste es uno de los momentos más críticos y es importante destacar que en la Argentina el 8 por ciento de toda la población menor de 5 años no puede expresar su potencial de crecimiento, lo que representa más de 200 mil niños afectados.

Distintas intervenciones realizadas en la región muestran que no hay una receta única para superar inequidades nutricionales y sociales, y que generalmente se requieren distintas estrategias complementarias y adaptadas a cada ciclo de la vida materna e infantil. Pero hasta ahora no se logró erradicar la consecuencia y causa (a la vez) de la anemia: la pobreza.

Asimismo, en un país donde la asistencia social crece día a día, muchos comedores ofrecen una taza de mate cocido, lo cual no es recomendable sin leche. Especialistas aconsejan no abusar del mate dado que los taninos en esta infusión inhiben la absorción del micronutriente esencial para el desarrollo del sistema nervioso.

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