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Tiene cinco locales en Rosario

Trabajadores quedaron a la deriva tras vaciamiento de conocida fábrica de ropa

La empresa textil La Mar bajó las persianas de sus talleres de producción y dejó a 20 empleados en la calle. Los dueños de la empresa no les permitieron a los trabajadores el ingreso a sus puestos. Les deben el sueldo de diciembre, vacaciones, aguinaldo y las indemnizaciones a los despedidos


Foto Concejo Rosario

La empresa textil La Mar bajó las persianas de sus talleres de producción y dejó a 20 empleados en la calle. Los dueños de la empresa no les permitieron este lunes a los trabajadores el ingreso a sus puestos. Además, les deben el sueldo de diciembre, vacaciones, aguinaldo y –con los despidos- las indemnizaciones.

Según contó Diego Schiatte, uno de los encargados del taller –de Battle y Ordóñez y Paraguay–, el cierre de la empresa había sido anunciado para el 31 de enero, pero este lunes le negaron sorpresivamente la entrada. Los obreros ya venían denunciando el vaciamiento de la empresa. Y este martes se reunieron con concejales en el Palacio Vasallo para visibilizar la situación.

Los empleados tuvieron una audiencia el 18 de enero en el Ministerio de Trabajo de la provincia, de San Lorenzo y Ovidio Lagos, para reclamar. Pero no se presentaron ni los dueños ni el abogado de la textil. La próxima audiencia la tendrán el 28 de febrero, a las 10.

Según contó el ex empleado, ninguno de los dueños, Marcos Pensato y María Laura Ganzini, “dio la cara” para darles una explicación sobre la situación de la fábrica de indumentaria que tiene los locales comerciales en Mitre y Córdoba, Ayacucho al 5500, San Martín al 5300, Mendoza y Lavalle y otro en Villa Gobernador Gálvez. De hecho, tres de estos negocios ya cerraron también sus puertas.

Schiatte hacía 10 años que trabajaba en el taller de Batlle y Ordóñez y Paraguay y asegura que le deben cerca de 500 mil pesos de indemnización.

“El fin de semana pasado llegó un camión grande y se llevó todas las máquinas y las telas de la oficina. Desde hace unos meses venían vaciando la fábrica. Empezaron sacando las alarmas e internet. Ni siquiera habían comprado las telas para la producción de invierno. Es una maniobra para no pagarnos”, se lamentó el ex empleado.

Y siguió: “Los dueños de la fábrica se separaron y están haciendo la división de bienes. Ellos aducen el cierre a la situación económica del país. Pero no es así, cayeron las ventas pero no para cerrar. No sólo somos 20 familias en la calle. En total somos cerca de 50 porque la costura de la ropa estaba tercerizada”.

Schiatte además contó que los dueños de la textil tienen 17 juicios laborales de ex empleados que echaron “hace un tiempo”. “Ojalá que este conflicto se solucione. Este martes nos recibieron algunos concejales para darnos una mano. Esperemos que los dueños tengan predisposición para pagarnos lo que nos corresponde”, concluyó.

Reunión en el Concejo

Los concejales María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular; Pedro Salinas de Ciudad Futura y Marina Magnani y Andrés Giménez, de Unidad Ciudadana, recibieron ayer a los afectados.

Gigliani explicó que “se convocó a los medios de comunicación para visibilizar la situación y para darles a los damnificados el acompañamiento institucional que se merecen con el objetivo de que las autoridades intervengan en el conflicto”.

Además, la concejala de Iniciativa Popular advirtió que no se da un cierre por la situación económica que atraviesa el país, sino que tiene que ver con la división de bienes de los titulares.

Los concejales y trabajadores dialogaron en torno a las posibilidades de conformar una cooperativa. Magnani también hizo referencia a la posibilidad de trabajar para lograr la inclusión de los despedidos en algún programa estatal que brinda subsidios a quienes quedaron sin trabajo.

En la reunión se resolvió hacer una cena a beneficio para el próximo 16 de febrero, en el club Unidad y Tesón, de Entre Ríos 3840, en la zona sur de la ciudad. “El dinero recaudado se va a destinar a los trabajadores despedidos. La idea es que la entrada sea accesible”, adelantó Gigliani.

Y concluyó: “Aparentemente no hay voluntad de conciliación por parte de los dueños. Lo positivo es que los empleados tienen su propia fuerza de trabajo”.

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