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Trabajadores despedidos de AGL se movilizan a las oficinas del diario El Litoral

En el marco de una política de precarización y a pesar de prohibición de despidos mientras dure la pandemia, Clarín y El Litoral echaron a 21 trabajadores de la planta de impresión AGL. Este martes habrá una protesta a las puertas del tradicional diario santafesino. Los motivos del conflicto.

Tras un largo conflicto marcado por suspensiones, medidas de precarización y violaciones del convenio colectivo de trabajo, un paro de trabajadores de Artes Gráficas del Litoral (AGL), una de las imprentas más grandes del país, ubicada en el Parque Industrial Sauce Viejo, terminó con el despido de 21 trabajadores (18 gráficos y tres administrativos) el martes 29 de junio.

Desde entonces, los damnificados protestan en la puerta del predio de la imprenta. Pero este martes lo harán a partir de las 9 en la sede del diario El Litoral (Belgrano 2725, Santa Fe) “en rechazo de las políticas de precarización de la empresa y por la reinstalación inmediata de todos los trabajadores despedidos”. La movilización se trasladará luego al Ministerio de Trabajo.

Actualmente, está en curso una conciliación obligatoria entre el Sindicato de Artes Gráficas y los directivos de AGL. El delegado de los trabajadores, Oscar López, reseñó un largo conflicto que comienza con una irregularidad en 2011 y que estalla con la pandemia, que fue aprovechada por la patronal para reasignar tareas –por fuera de convenio– y negociar un aumento muy por debajo de la inflación. Uno de los hitos es la designación del titular de El Litoral, Nahuel Caputto, como presidente la Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina: “A partir de ahí empezamos a tener paritarias a la baja”.

Según López, los trabajadores de AGL tenían desde 2011 un adicional sobre su salario por las características del trabajo de impresión de esa planta, que prácticamente está en operación continua, con una cantidad de horas muy superior a la establecida por convenio. Amparada la patronal con el pago de ese adicional, a lo largo de los años “empezamos a hacer turnos rotativos y a manejar todo tipo de máquinas. Nuestro convenio no tiene el manejo de todo es tipo de máquinas, tampoco tiene turnos rotativos. Con ese adicional, AGL hizo todo tipo de cosas, en contra de nuestro convenio. No reclamábamos porque el acuerdo en su momento fue bueno”.

El adicional es de seis mil pesos. Estuvo congelado entre 2011 y 2019. La empresa, mientras tanto, siempre adujo una situación de crisis por la caída de ventas de las ediciones en papel. López reseña lo que verdaderamente sucedía puertas adentro: “Los diarios empezaron a caer, somos conscientes, pero AGL, aunque hayan caído los tirajes de diarios, siempre siguió imprimiendo todo tipo de impresiones. El año pasado, en pandemia, agarramos los cuadernitos de educación del gobierno. Hicimos millones y millones de impresiones. Esto viene a colación porque AGL siempre argumentó crisis desde el año pasado, nunca presentó concurso de acreedores o preventivo de crisis, pero siempre estuvo hablando de crisis. Llegó a cobrar el ATP del gobierno durante cinco o seis meses. Pero nosotros seguíamos trabajando”. Como en 2009 con el Repro, una crisis de El Litoral termina con salvatajes del gobierno nacional.

Al adicional congelado se suma una reasignación de tareas. Durante la pandemia, la patronal aprovechó para quitar un turno específico de mantenimiento, cuyos trabajadores fueron renunciando o jubilándose entre 2018 y 2019. La propuesta de los dueños fue subir el adicional, pero que los trabajadores absorbieran ese turno que representaba siete puestos de trabajo menos.

Pese a que la propuesta de la patronal rompía el convenio, los trabajadores se mostraron dispuestos, pero pidieron que la actualización del adicional sea de 25 mil pesos. A partir de esa cifra comenzó una negociación: “La empresa empezó a ofrecer menos, bajamos a 20 mil. En abril habíamos bajado a 15 mil, ellos ofrecían 12 mil, no remunerativo y no actualizable. Les dijimos que no, ellos dijeron que no y entonces comenzó una persecución”. Esa persecución devino en tres suspensiones a trabajadores, a la que le siguió un paro por 10 días, que terminó el 29 de junio con los despidos.

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