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Única porcelana, tres historias

Trabajadoras y luchadoras: mujeres que resisten y buscan que la ex Verbano vuelva a brillar

El 70% de la planta laboral en Capitán Bermúdez conjuga en femenino. Prejuicios de género sobre actividades delicadas, horarios que permiten tareas hogareñas no remuneradas y menores sueldos construyeron ese perfil. Vanesa, Daniela y Carina marchan este lunes por ayuda, pero quieren la reapertura


Vanesa, Daniela y Carina trabajan en la cerámica ubicada en Capitán Bermúdez reconocida por la calidad de sus productos, por ser la única fábrica de porcelana que quedaba en pie en la Argentina y por ser el sostén económico de muchas familias del cordón industrial al norte de Rosario. Faiart Argentina (ex Verbano) tomó ese nombre en 1995 cuando capitales portugueses se hicieron cargo de la planta que era propiedad hasta entonces de la firma fundada en 1953. Hoy sus puertas están cerradas. Sólo queda en funcionamiento un outlet con los saldos, pero los 120 empleados que hasta hace poco movían la producción quieren recuperar sus puestos laborales. Este lunes, a las 10, marcharán desde la fábrica hacía la municipalidad de Capitán Bermúdez para pedirle al intendente peronista Daniel Cinalli que les permita subsistir en estos momentos tan críticos.

Las tres trabajadoras que hablaron con El Ciudadano son más que representativas de ese colectivo: las mujeres suman el 70% de la planta laboral en riesgo de quedar en la calle. En parte, por un arraigado prejuicio sexista: una actividad “femenina” por ser esencialmente manual y delicada (pintado a mano de las piezas) y con un horario que permite cumplir con ese trabajo no remunerado de cuidados, crianza de hijos y tareas del hogar tradicionalmente conjugadas en género femenino.

Fragilidad laboral: peligran 120 puestos en la única empresa de porcelana del país, la ex Verbano

Vanesa Di Francesco trabaja desde hace 17 años en la fábrica. “Entré cuando tenía 19. Siempre trabajé de 6 a 15 en la terminación manual de las teteras y las azucareras. Ahora trabajamos con una máquina. Pero las chicas cortan y palan asas. Es un trabajo muy manual, muy fino, y por eso contrataban especialmente a mujeres”, recordó.

Vanesa tiene una familia ensamblada y respira hondo al describir su situación: “Mi marido por suerte trabaja (en contextos de la cuarentena por pandemia), pero hay muchas chicas que son jefas de familia y quedaron a la deriva. Hay mucha incertidumbre”.

La empresa de Capitán Bermúdez cerró las puertas cuando comenzó la cuarentena por el coronavirus. La crisis que atraviesa no es nueva, ni fruto de la pandemia y las medidas para contenerla. Arrastra sus problemas desde hace años, y en abril y mayo del año pasado sacudió al cordón industrial de Rosario con suspensiones.

A este escenario se agregó la muerte de Ramiro Neves Vieira, propietario y presidente del directorio portugués. Su familia resolvió no continuar aportando para mantener la actividad en Argentina y todo se aceleró hacia un cierre final.

Detrás de la decisión empresaria hay 120 puestos de trabajo que peligran si no aparecen inversores que quieran tomar las riendas de la cerámica, que fue la segunda más importante del país detrás de Tsuji y quedó como la primera tras la salida de la firma japonesa.

“Necesitamos una varita mágica inversionista. Queremos volver a trabajar, queremos volver a estar dentro de la fábrica. No sabemos hacer otra cosa, pasamos gran parte de nuestras vidas ahí”, sostuvo Vanesa.

“Es un símbolo en Capitán Bermúdez. Mi vida pasó ahí adentro y yo no estoy nerviosa, realmente estoy angustiada”, abundó la trabajadora.

Trabajadores de la ex Verbano piden ayuda a la provincia para volver a producir

Carina Mugracci trabaja desde el minuto cero en que desembarcaron los capitales portugueses. “Hice entrevistas con portugueses y un interlocutor. Mi vecina me recomendó porque acá la mayoría trabajaba en la cerámica. Arranqué limpiando el predio, después pasé a la parte de producción. En esos momentos nos dividían las tareas por la contextura física, porque en producción se necesitaba más fuerza y éramos todas mujeres. Había hombres sólo en la parte de los hornos”, recordó la empleada, que además es delegada de la planta e integrante del sindicato de Ceramistas.

Para Carina se trata de algo más que un trabajo, con lo dramático que implica la posibilidad de perderlo en este momento. “La fábrica es la historia de mi vida. En los años 50 trabajaron mis tíos, mi papá, primas y hermanas. En mi cuadra todas mis vecinas pasaban su jornada laboral en Verbano. Yo las veía salir en bicicleta hacia el trabajo y años más tarde me sumé también a esa comitiva”, recreó.

Carina es testigo de todas las crisis que sufrió la fábrica de piezas de porcelana, única en el país por su volumen: “Tengo 50 años, pasé la mitad de mi vida en la fábrica. Es mi casa, mi familia, tengo mis grandes amigas allí, soy madrina de mis ahijados a quienes vi crecer y ahora son hombres que trabajan también en el lugar”.

El motivo por el cual la mayoría de trabajadores son mujeres en la fábrica también tiene que ver con el trabajo manual: antes se pintaba y ahora usan calcomanías que se ponen en el horno y se adhieren a las piezas.

“Tiene que ver con la concepción de que es un trabajo más detallista, más delicado y por eso atribuido al género femenino, aunque el trabajo pesado antes también lo hacían las mujeres en Verbano”, sostuvo Carina.

Daniela Resumi, delegada del sindicato de Ceramistas y trabajadora en Faiart desde hace casi 21 años es otra de las que lucha por recuperar su historia y los ingresos económicos (hoy, lo único que reciben son los aportes del gobierno nacional en el marco de la pandemia).

“Pasé por varios sectores, entré en el de Blanco y hasta antes de la pandemia estaba en el de Embalaje”, relató. “Llegué a la fábrica por el ex marido de mi hermana. Yo tenía 20 años y en esa época tomaban mucha gente. Todos los meses entraba a trabajar más gente a la fábrica. Yo no tenía ni idea de lo que era una taza consomé ni de porcelana fina para vestir las mesas. Cuando quedé embarazada, estaba en Calcos, un sector riesgoso, y por eso volví a Blanco. Y de ahí a Embalaje otra vez”, resumió su derrotero.

Daniela coincide en las razones del predominio de mujeres en la planta laboral: la concepción de que el trabajo fino y delicado correspondía más con las habilidades “femeninas” y que los hombres debían dedicarse a tareas que implicaran producción pesada y fuerza.

“Creo que el horario de trabajo también contribuyó. La jornada de 6 a 15 deja tiempo para dedicarte a la familia y un hombre buscaba otro tipo de empleo”, opinó.

Por último, otro “detalle” que hace a la desigual remuneración por géneros: “Fue siempre un trabajo que no estuvo muy bien pago”, completó Daniela.

“En la ciudad se festeja el Día Provincial de la Porcelana, fijate si no va a ser importante la fábrica en Capitán Bermúdez.  Todos sus empleados tienen 10, 15 o más años de antigüedad. Mi marido también trabaja en la empresa. Pero hay muchas madres solas, jefas de familia que son su sostén económico y en estos momentos ven su futuro totalmente incierto. La economía de toda la ciudad está afectada”, añadió Daniela.

Fragilidad: del esplendor al cierre

Desde 1953, la marca Verbano está instalada como sinónimo de jerarquía, calidad y buen gusto en vajilla de porcelana. Producía 12 mil unidades por día entre platos, tazas y jarrones para bares, restaurantes y bazares.

Sus piezas vistieron las refinadas mesas de Mirtha Legrand, estuvieron en vuelo con Aerolíneas Argentinas y acompañaron las infusiones de La Virginia, por ejemplo. Exportaron parte de la producción, pero el mercado interno era su fuerte.

En 1995, el grupo Faiart de Portugal adquirió las instalaciones y la marca de la ex Porcelanas Verbano. Incorporó la tecnología más avanzada para agregar valor a un producto tradicional. Los flamantes dueños sumaron diseños y reemplazaron parte del trabajo de los artesanos con tecnología.

La planta de Capitán Bermúdez cerró finalmente sus puertas y sólo quedó un pequeño local de venta de saldos. El golpe final de una saga de dificultades llegó el 20 de marzo pasado, cuando en sintonía con el dictado de la cuarentena en su primera y más estricta fase se bajaron las persianas.

Los 120 trabajadores de la empresa percibieron el 50% de sus salarios durante estos últimos tres meses. Una parte provino del programa lanzado por el gobierno nacional de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) y otra parte lo puso la empresa.

Lo que es un secreto a voces va teniendo consistencia más sólida: la fábrica está en venta y a la espera de que alguien tome las riendas para volver a brillar.

Empleados de Verbano se movilizan este lunes con una sola consigna: “Queremos volver a trabajar”

Aunque sea, para aguantar

El outlet funciona en el predio de la fábrica y está abierto de 9 a 13. Allí se pueden comprar las piezas y son muchos los que están cooperando en la adquisición de los productos, que si bien no se diferencian por el precio pero si por su calidad en terminación y durabilidad. “La línea comercial es exclusivo para clientes, pero en el outlet se pueden encontrar  un plato a 300 pesos o una taza a 150”, ejemplificó Carina redondeando los precios de los productos.

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