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“Todos somos delincuentes”

El criminólogo belga Franz Vanderschueren visitó Rosario para participar del lanzamiento de Vínculos, un programa que puso en marcha el gobierno provincial para combatir la inseguridad con prevención social.


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Con el objetivo de brindar herramientas de capacitación a funcionarios públicos y a la sociedad en su conjunto sobre seguridad democrática y prevención social de la violencia y el delito, el Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe lanzó el programa Vínculos, que prevé la firma de convenios de adhesión de municipios y comunas de toda la provincia en esta materia. La charla inaugural fue la semana pasada y estuvo a cargo de Franz Vanderschueren, un criminólogo belga con amplia trayectoria, doctorado en sociología en La Sorbona francesa, quien disertó sobre “Gobiernos locales y seguridad ciudadana”. En diálogo con El Ciudadano, el especialista –que se desempeñó como coordinador internacional del programa Ciudades más Seguras de Naciones Unidas (ONU) y actualmente dirige el Programa de Seguridad Urbana en la Universidad Alberto Hurtado, en la ciudad de Santiago de Chile–, relativizó la relación entre desigualdad social y delincuencia, dijo que la rehabilitación de los presos en las cárceles es una gran hipocresía en el mundo entero y esgrimió que la mejor manera de combatir la inseguridad es en base a políticas de prevención del delito.

“Básicamente, existen dos conceptos de la delincuencia . Uno jurídico, que entiende por delito todo lo que la ley dice que no está permitido; y una definición sociológica, de (el sociólogo positivista francés, Émile) Durkheim, que dice que un delito es todo acto o comportamiento que va contra el sentimiento de la comunidad. El delito fluctúa entre los dos. Para mí, un delincuente es un ciudadano. Todos somos delincuentes. Cuánta gente hay que no paga sus impuestos, que maneja con un poco más de alcohol de lo permitido. Cuántos maridos o amantes tratan mal a sus esposas, o qué empleador no ha tratado mal a su personal”, se preguntó Vanderschueren en una entrevista con este diario.

—¿Por qué a la cárcel van sólo los pobres?

—Porque muchos ricos, cuando los arrestan, tienen buenos abogados que logran que sus delitos vayan al fuero civil en vez de al fuero penal. Porque muchos jueces, en segunda o tercera instancia, los absuelven, por la manera de defenderse inteligentemente y porque hay menos delitos en cantidad en las personas ricas. Y, por último, porque, a diferencia del pobre, el delito del rico no asusta. Si no pago mis impuestos, no asusta a nadie finalmente.

—¿Qué ocurre con las organizaciones criminales como el narcotráfico?

—Eso sí asusta. Parte del supuesto siguiente: los narcotraficantes serios, en este momento, reinvierten sus ingresos. Pagan el 35 por ciento de su ganancia bruta mundial a los abogados financistas. Y de lo que queda, del beneficio neto, la mitad va en inversión en la empresa formal. Por eso no es difícil de entender que se posea un apartamento de un millón de dólares.

—¿Cómo se puede combatir la corrupción policial?

—Primero hay que identificar a qué se llama corrupción policial. Si al tráfico de influencias, al policía cazador que mata a la víctima y no al delincuente como en Brasil, o al que recibe plata. Y segundo, que la Policía nunca es cien por ciento corrupta. La respuesta a este problema es dignificar la función policial. Que haya buenos salarios, buenas condiciones de trabajo, ciertas ventajas que son necesarias. Hacer reforma con la Policía y no en contra de la Policía. Sabiendo que una reforma policial, que es necesaria, requiere diez años para consolidarse. No hay que hacerse ilusiones. Hay muy buenas Policías en el mundo. Excelentes. Y hay que inventar una forma argentina de ser Policía. No copiar modelos. Y requiere fundamentalmente volver al espíritu inicial del fundador inglés de la Policía: la Policía es la gente y la gente es la Policía. La Policía sirve para prevenir, no para reprimir.

—¿Cree en la rehabilitación del delincuente?

—La rehabilitación en la cárcel no existe. En el mundo, el 60 por ciento de los ex convictos reinciden jurídicamente. Es decir que pasan por la Justicia de algún modo u otro. Y, en la realidad, estamos cerca del 80 por ciento. El 20 por ciento que no reincide, o bien viene de algunas de las 10 o 12 cárceles modelo que hay en el mundo (no hay muchas), o son demasiado viejos para delinquir. La rehabilitación es una mentira, una hipocresía universal. La cárcel no rehabilita, básicamente, porque es violenta. Vuelve a reproducir, en forma exponencial, la violencia de afuera.

—¿Qué opina sobre los sectores de la sociedad que quieren bajar la edad de imputabilidad?

—Bueno, si tu pides bajar la edad de imputabilidad estás reconociendo que eres incapaz de prevenir el delito. Eso es reflejo de incapacidad. Creo que refleja el miedo de los adultos frente al aumento de la violencia en los jóvenes y la incapacidad de tratar el problema en forma preventiva.

—¿Cómo se debe trabajar la prevención en los distintos barrios?

—Lo ideal es tratar de trabajar a nivel de ciudad. Hacer con la gente, bajo liderazgo de la intendenta o el intendente, un diagnóstico participativo, donde la gente tome conciencia de su responsabilidad tanto en el problema como en la solución. Definir prioridad, desarrollar estrategias específicas contra los problemas, evaluarlos y monitorearlos. Eso es lo que proponemos como solución. No a nivel de barrios solamente. Eso no basta. Hay que trabajar a nivel de ciudad. Una política completa de la ciudad de Rosario. Entonces, tu diagnóstico avanza en ese sentido. Eso es la solución.

—¿Se puede decir que la delincuencia surge de la desigualdad social?

—Hay una multitud de factores. La desigualdad social es un factor principal si se quiere. Pero no lo es  siempre. Por ejemplo, la tasa de delincuencia aumentó mayormente en Europa durante los períodos de mayor desarrollo económico, de mayor enriquecimiento. Hay un conjunto de factores que intervienen en donde la desigualdad es muy fuerte pero muy difícil decir que eso se debe a tal factor. Ahora hay cosas que son muy claras. La corrupción policial en algunos casos, la corrupción judicial también. En algunos casos tienes dos barrios igualmente organizados, social y físicamente, donde uno se transforma en criminológico y el otro no. Y esto ocurre por una serie de factores. Lo que hay que hacer es analizar en cada caso, en cada zona, cuáles son los factores que predominan. Hacer ese diagnóstico y ahí trabajar sobre eso. Pero no hay una sola causa. Porque si disminuimos la desigualdad social no va a disminuir la delincuencia necesariamente. Y difícilmente puedas explicar, por ejemplo, la violencia interfamiliar, de género, a partir de la desigualdad social.

—Pero los sectores más pobres tienen menos herramientas en esos casos

—En Chile, el 40 por ciento de las familias ricas tienen violencia intrafamiliar, las familias de clase media el 50 por ciento y las de clase pobre 60 por ciento. En América Latina en general, y en muchas otras partes del mundo, hay un 50 por ciento de la población que es de familias que son víctimas de violencia intrafamiliar. Esto no se sabe, pero así es. El principal delito es ese. El delito en el sentido sociológico es eso.

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