Espectáculos

‘Todos contentos’, de precocidad y desamparo

Tras varios años radicado en España y dedicado a la televisión, el realizador Eduardo Milewicz volvió al país y al cine de la mano de "Todos contentos", que cuenta con las actuaciones de Gonzalo Valenzuela y Leticia Brédice. El director refirió detalles del filme.

Por Daniela Barreiro

 

Gonzalo Valenzuela y Malena Villa, una relación "peligrosa entre dos desamparados".

¿Cómo viven los deportistas la crisis que desata su inevitable retiro a temprana edad? ¿Cómo enfrenta una preadolescente su despertar amoroso y sexual a partir de los estímulos modernos? ¿Cómo se plantea la relación de una madre y su hija ante la ausencia total del padre? Esas son las temáticas que se dispone a abordar Todos contentos, una película que el director argentino radicado en España Eduardo Milewicz está filmando en Buenos Aires y que cuenta con las actuaciones de Leticia Brédice, Gonzalo Valenzuela y Malena Villa.

Todos contentos plantea una relación “peligrosa entre seres desamparados”, adelanta la gacetilla. Nuri (Villa) tiene 15 años. Su madre (Brédice) sobrevive como puede entre su trabajo cotidiano, sus sueños frustrados y la difícil tarea de criar a una adolescente. Nuri, sin vocación alguna de Lolita, se cruza con un hombre de 35 años: Javi (Valenzuela) un deportista profesional que enfrenta la crisis de su retiro de las canchas de vóley.

Milewicz, que está rodando este film que promete desatar polémica, es un director argentino que tiene en su haber los reconocidos films Samy y yo (2002) y La vida según Muriel (1997). Hace ya varios años, el también licenciado en letras, se encuentra viviendo en España, donde participa de la filmación de algunas series televisivas como Hospital Central, Supercharly y Amar en tiempos revueltos, entre otras.

En esta oportunidad Milewicz regresó a la Argentina para rodar una nueva película que no sólo marcará su regreso a la pantalla grande, sino también un reencuentro con su país. A continuación da detalles de este nuevo proyecto.

—¿Cuál es el disparador de la trama de “Todos contentos”?

—Al guión lo escribí junto a Eduardo Berti en 2006. Un productor nos planteó el desafio de hacer una película que integre el deporte. Ese fue el punto de partida. Lo que me interesa del deporte es el momento en el que un jugador tiene que retirarse, es un momento sumamente atractivo para lo masculino por la precocidad de un retiro a los 34 años. Otra precocidad que me interesa es la de las prepúberes, las chicas de 14 años que están siendo empujadas por un montón de cosas a vivir como si tuviesen otra edad; están muy impulsadas a la sexualidad y a la seducción. Además la película tiene un punto que también me interesa mucho que es el vínculo de una madre y una hija con un padre ausente.

El realizador junto al protagonista

—¿En qué ponés el acento para contar la relación de amor de la pareja protagónica?

—Lo más interesante es lo confuso, no lo preciso. El vínculo que ellos entablan es muy desigual, muy desparejo. Ella por un lado es fan de él y él la ignora, no la registra. Pero cuando la empieza a registrar le es muy confuso el vínculo que ella le propone, porque no es una Lolita, no tiene nada de la seducción de una Lolita, tiene una ingenuidad y un juego de seducción muy a pesar de sí misma. Ella busca estar cerca de él, su presencia le interesa. Y él descubre muy tardíamente que esa nena que se cruza en su campo visual es también una mujer; no se da cuenta. Lo que me interesa puntualizar, no es la atracción (que está y es fuerte) sino el cuidado: Ella se tiene que hacer cargo de cuidarlo y él, en un momento, también se tiene que encargar de cuidarla.

—Los actores que protagonizan la película están pasando un momento muy fuerte en cuanto a popularidad ¿Cómo fue la elección? 

—Estoy ajeno a todo eso. Para mí Gonzalo era un desconocido, una propuesta de la productora. Con Leti tenemos una relación de hace varios años pero nunca trabajamos en un proyecto en común, entonces cuando surgió esto me entusiasmó mucho su presencia. Leti tiene verdad, tiene precisión, imaginación, oficio, con lo cual, es de esas actrices que siempre te llegan con propuestas y que, a la vez, pueden incorporar con mucha sutileza indicaciones que uno les brinda. Con Gonzalo fue un trabajo muy distinto que con los demás actores, porque su personaje necesita varias cosas. En julio del año pasado le dejé la tarea: ¡Entrená vóley!, le dije. Así que está entrenado a fondo en un deporte que es muy técnico, muy peculiar. Él hizo un entrenamiento con un equipo de primera, puso mucho el cuerpo. También hay una actriz que hace un papel muy pequeño pero que para mí fue un placer trabajar con ella; es la señora Esmeralda Mitre, que hace de la antigua novia de Gonzalo. Esa es una relación terminada en la que él había quedado varado, de hecho, uno de sus recorridos habituales era plantarse en la puerta de su casa para intentar verla. Y el encuentro entre ellos dos lo hace quebrar más. Ella nos viene a contar un pasado de Javi (Gonzalo) como mala pareja, como alguien que no cuidó a su pareja.

—¿Qué lineamientos estéticos elegiste para rodar esta película?

—Visualmente es una película que tiene intimidad, que tiene un juego con los cuerpos muy fuerte, que tiene una mirada sobre la obscenidad y el erotismo más quebrado. Los tres son seres que tienen distintas derrotas y eso me da textura; yo trabajo muchísimo sobre el cuerpo de los actores y eso narra muy bien de qué va la película.

—¿Cómo ves desde España la escena del cine argentino?

—Siempre veo al cine argentino con entusiasmo y con cariño porque es la patria en la que nací y, sin duda, estoy muy vinculado a eso. Pero la verdad es que en España no se distribuye cine argentino más allá de las películas que hace (Ricardo) Darín y alguna otra, con lo cual tengo que asistir a algunos ciclos específicos o pedirle a mis amigos que me envíen películas, pero estoy desatento de mucho de lo que pasa.

Sin embargo en los últimos años fueron filmadas varias coproducciones argentino-españolas…

—En la mayoría de las coproducciones está Ricardo Darín y las más pequeñas son coproducciones con Cataluña o con directores que vienen de la escena catalana, son películas que se ven en exhibiciones limitadas, están en determinadas salas y muy poco tiempo.

—Señalás a Ricardo Darín como protagonista indiscutido del cine argentino ¿Qué opinión te merece?

—Me parece que el cine en español no tiene figuras de la talla de Ricardo, ni en Chile ni en España ni en la Argentina. Ricardo Darín y Javier Bardem son únicos en su talla. Después también está Benicio del Toro, pero está más metido en la cultura norteamericana. Es algo que se tiene totalmente merecido porque Ricardo siempre da en el punto, tiene recursos y un amplísimo espectro por delante.

 

La “temperatura” de los protagonistas

Por su parte y en medio del rodaje, los actores que protagonizan Todos contentos hablaron del film: “Interpreto a un deportista al que se le terminó la carrera, que vive en la soledad absoluta, con un futuro que depende de su pasado y que a partir de la relación con una joven empieza a darse cuenta que, a pesar de todo, está vivo”, describió Gonzalo Valenzuela.

“Esta mujer dedica su vida a ser madre –describe Leticia Brédice– No quiere ni cree en los hombres, no tiene sexualidad. Su libido pasa por su hija. Venimos de una o dos generaciones donde creemos que la mujer puede sola con todo y es mentira. En mi caso, como mujer, esto me afectó mucho. Me parece que es un cuento mentiroso que una mujer pueda sola con un hijo”, afirmó la actriz.

“A mí siempre me costó mucho decidir, me volqué más a ser actriz que madre. Podría tener muchos hijos y no los tengo, pero no lo lloro porque elegí el camino que me llevó a lo que tengo hoy”, confesó Brédice.

En cuanto a la situación del cine argentino en la actualidad, la actriz expresó que “el cine es un bingo en cualquier lugar del mundo, pero en América latina tenemos un prejuicio con nuestro cine y creo que debemos generarle el interés a la gente y el público debe confiar en las historias”.

Por su parte, Valenzuela apuntó: “Esta película transita por cierta oscuridad, necesita atravesar la tragedia para encontrar el camino”.

“La del cine argentino es una industria muy combativa –afirmó el actor–. Las películas necesitan ese valor agregado de haber sido premiadas afuera primero para llegar a estrenarse en sus países. Algunas ganan festivales y cuando llegan a las salas no se sabe qué va a pasar, pero la calidad es clara, son excelentes”.

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