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Panorama político

Todas las cuentas regresivas

Con 35 días de cuenta regresiva para las elecciones generales, la campaña que formalmente inicia hoy se preanuncia picante como pocas.


Con 35 días de cuenta regresiva para las elecciones generales, la campaña que formalmente inicia hoy se preanuncia picante como pocas. La preceden dos hechos de notable repercusión institucional: la anulación de los comicios tucumanos y la caída de Fernando Niembro en provincia de Buenos Aires. De lo primero nadie en el sistema político argentino parece tener en claro cómo salir. Lo segundo resultó un tiro en la línea de flotación de Mauricio Macri y su hasta ahora en apariencia impoluto sello PRO.

La idea instalada de un sistema electoral poco confiable y a punto de explotar no es sólo habilidad discursiva de la oposición. En la Argentina conviven y se superponen muchos, casi siempre sujetos a la conveniencia de los oficialismos de turno. El Partido Justicialista en términos generales tiene responsabilidad, no sólo porque desde 1983 gobernó la mayor parte del tiempo y el territorio, sino porque los usa como molde para contener sus contradicciones internas o perpetuarse en el poder. El caso de la ley de lemas en Santa Fe entre 1990 y 2004 sintetiza todo eso.

Mientras se agita el escenario nacional, en la provincia ganarán visibilidad los candidatos a senador nacional, protagonistas de la pelea más atractiva en el pago chico, matizada por los avatares de una transición de gobierno que se hizo demasiado larga. Un sorpresivo cambio en la cúpula policial, el intento de reforma de la Caja de Jubilaciones que por lo menos hasta después de las elecciones va al freezer, la toma de financiamiento para aceitar el Tesoro y el poroteo sobre el futuro gabinete provincial animan la agenda política local.

Azul profundo

El gobernador Bonfatti optó por cambiar la cúpula de la Policía cuando la cuenta regresiva indica que le faltan sólo dos meses y pico para dejar la Casa Gris. Omar Odriozola, el jefe saliente, se quedó sin combustible. Irritaba especialmente el bajo perfil público que cultivaba, evitando poner la cara y dar explicaciones ya sea por aciertos o fracasos.

Pero no fue ése el motivo del recambio. Según una fuente del gobierno, primó la necesidad de una conducción renovada para encarar tres meses estadísticamente críticos en conflictividad social y delitos.

Bonfatti quiso asegurarse de no quedar a merced de una fuerza policial plagada de conductas inorgánicas y de una conducción desgastada e incapaz de contener las especulaciones y pulseadas internas ante la llegada de nuevos mandos.

Hacía varias semanas que en el Frente Progresista se instaló el debate como consecuencia del incremento de entraderas, robos a bancos y asaltos. No faltaban voces que sugerían hacer algo en ese sentido.

El gobierno se encargó de aclarar que Miguel Lifschitz fue puesto al tanto de los cambios. Pero el gobernador electo está impenetrable, por lo tanto no se pudo saber si le cayó bien o mal que le adelanten el recambio de cúpula. Lo que parece seguro es que Rafael Grau no estaba en la lista de sus preferidos. Objetivamente es un condicionante, ya que el futuro ministro y su secretario de Seguridad tendrán que decidir ya no a quién poner sino sobre si los flamantes jefes se quedan o se van.

Bonfatti, dispuesto a mantener iniciativa política hasta el último día, le deja a Lifschitz y sus colaboradores la tarea de desenredar el entuerto.

Con condiciones

El tema policial fue motivo de una reunión entre senadores y el ministro de Seguridad Raúl Lamberto, en la que se punteó el proyecto del Ejecutivo para crear 3 mil nuevos cargos de suboficiales.

Más temprano que tarde el proyecto conseguirá luz verde, pero los senadores esperaron al ministro con un pliego de demandas que condicionan la aprobación. Le dijeron que fuera de Santa Fe y Rosario la situación es dramática en cuanto a dotación de personal. Al terminar, quedó flotando la idea de que apoyarán siempre y cuando puedan discutir la distribución geográfica: exigen que una parte considerable atienda la demanda de sus comarcas.

También se habló de los penosos traslados a la que están obligados policías del norte y centro-norte para cubrir las necesidades de Rosario. Se pidió para ellos un régimen de trabajo más aliviado y mayor recompensa monetaria por desarraigo. La pobre capacitación con la que salen a la calle los nuevos agentes también se tiró sobre la mesa. Sobre esto hizo un vehemente reclamo el senador Armando Traferri, cuyo departamento arrastra sin resolución los casos Perassi y el de un uniformado que fusiló a un pibe en el frente de una comisaría de Puerto San Martín.

Lo que se hizo y lo que queda

El Frente Progresista improvisó permanentemente en materia de seguridad pública, la mayoría del tiempo corriendo detrás de los hechos. Hubo una subvaloración de la problemática entre 2007 y 2011; y en 2012 con la disparada de los índices de homicidios y otros delitos, y la detención del jefe de Policía Hugo Tognolli, derivó en una emergencia permanente.

Desde entonces todo fue prueba y error, tomar ejemplos de otros lados y adaptarlos, un tsunami de reformas y cambios de los cuales algo se sacará en limpio y otra parte la próxima gestión se encargará de archivarlo.

Bonfatti está convencido de que en realidad todas las provincias, e incluso Nación, improvisan y recurren a la prueba y error. Que a todos se les quemaron los papeles. Se empeña, antes de irse, en que se le reconozca que hay cosas que comenzaron a cambiar. De ahí su insistencia con estadísticas de reducción de tasa de homicidios y récord de detenciones. Son números siempre sujetos a discusión. Cuantificar detenidos sin discriminar detalles no es reflejo del éxito o fracaso de una política criminal. Otro tanto con la caída de los homicidios: si bien torció la curva ascendente que traía, puede ocurrir que mañana se dispare de nuevo, ya que las condiciones objetivas que la hicieron crecer no parecieran fáciles de eliminar.

Por el contrario, sí puede decir que resolvió el antiguo problema de los presos en las comisarías del Gran Rosario. La unidad penitenciaria 16, inaugurada días atrás en el límite con Pérez, desactiva una bomba de tiempo que se arrastra desde las gestiones peronistas de los 90, cuando empezó a crecer el número de delitos y en consecuencia los detenidos. El hacinamiento en esas mazmorras no sólo implicó el tratamiento inhumano para los privados de libertad sino que dejó un tendal de fugas, muertes y otras tragedias. De los 1.600 presos tirados en tres decenas de mazmorras medievales hoy sólo quedan un centenar.

Tan entretenido como patético

Mauricio Macri alterna más malas que buenas en su propia cuenta regresiva. La caída de Niembro de la lista bonaerense, la investigación que se cierne sobre su gobierno por haber firmado los contratos, la sucesión de derrotas en cada provincia, tienen como muy moderada excepción el festejo por la viceintendencia de Córdoba y la anulación de las elecciones tucumanas, donde la fórmula que apoyó no estuvo cerca de ganar, pero la elección fue tan irregular que le dio aire desde entonces hasta hoy.

En Santa Fe maneja las cosas como puede. Viene, se saca fotos con los radicales Mario Barletta y el intendente de Santa Fe José Corral. Para él, se supone que es pura ganancia porque esa instantánea le permite penetrar el electorado radical.

Sin embargo Barletta y Corral anuncian que van a cortar boleta y llaman a votar por el Frente Progresista. Entonces Reutemann, candidato a senador de PRO, se pone de muy malhumor con Macri. La verdad, más allá de lo patético de que Reutemann se cuelgue de los pantalones de Macri; de que radicales un día hagan listas con los socialistas y dos meses después apoyen al PRO, y de que los socialistas hagan silencio a la espera de que la UCR obre el milagro de atraer un voto cruzado Macri-Binner, a pesar de todo eso es impredecible a quién favorecerá semejante culebrón.

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