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maipú al 1100

Tiros y puntazos en after céntrico dejan dos muertos

A las víctimas de 19 y 21 años las atacaron ayer alrededor de las 5 y fallecieron en el Heca. Una chica también fue herida.


Al menos dos hombres armados lograron pasar la seguridad del after clandestino e itinerante de Maipú al 1100, en pleno microcentro de la ciudad. Cerca de las 5, la dupla buscó a tres muchachos que estaban en uno de los reservados “vip” del primer piso con algunas chicas: cuando este par los vio, uno les disparó y el otro sacó un cuchillo. Tras forcejeos y corridas, un joven de 19 años —quien supo tener un bolsa de colostomonía tras ser baleado por un policía en agosto pasado y estuvo involucrado en la balacera en el club Defensores de América– salió tambaleando, todo ensangrentado, con disparos en la panza y en el cráneo, cruzó a la vereda de enfrente y cerca de la esquina lo cargó una mujer en un Volkswagen Fox. A este muchacho, apodado Bladi, lo dejaron en el Heca. A su amigo, de 21, lo sacó personal del Sies del local con tiros en el abdomen y también un puntazo. Fue al mismo hospital. Al Provincial, en cambio, una ambulancia trasladó a una adolescente de 17, quien estaba con el grupo atacado, y una de las balas le traspasó la pierna derecha.

A las 7, murió Bladimir “Bladi” Natalio Medina, de 19 años, y a las 13.30 falleció su amigo, Héctor Javier Cejuela, de 21. En el after, un guardia de seguridad del local Child que funciona en Maipú 1128, aunque contaba con clausuras y denuncias penales (ver aparte), entregó a los pesquisas un cargador de una pistola 9 milímetros con cartuchos intactos. También, los uniformados detuvieron en el after a Luis Alejandro B., de 20 años y de nacionalidad peruana. Al joven lo sindican como quien acompañaba al tirador y hoy tendrá la audiencia imputativa por el doble homicidio con el fiscal Florentino Malaponte a cargo de la acusación.

De acuerdo con las primeras declaraciones tomadas por los investigadores, el ataque se desató por un “disturbio” dentro del local, llamado Child, el cual tenía como norma el ingreso de sólo una veintena de clientes y abría de manera esporádica.

Con el correr de las horas surgió en la pesquisa un apodo muy conocido en el mundo del hampa de la zona norte: Ema Pimpi, el joven que fue condenado en un abreviado como instigador del atentado contra el entonces gobernador Antonio Bonfatti. Según esta especie, pudo ser el tercer hombre y, tal vez, principal destinatario del ataque.

A Bladi y Ema Pimpi fuentes del caso los sindican como aliados en algunos negocios con la banda de Coto, por Marcelo M., un hombre de 43 años que purgó condena por narcotráfico y que lidera una de las facciones disidentes del paravalanchas leproso que estuvo en la mira esta semana después de la docena de allanamientos que realizó la Policía Federal que derivó en la detención de su hermano en el cordón industrial con droga y elementos presuntamente robados en entraderas. La asociación entre estas dos gavillas lidera gran parte de la zona norte, con núcleos bien definidos en barrio La Cerámica, Casiano Casas e inmediaciones del balneario La Florida, confían investigadores.

Una versión que circulaba ayer era que antes de que se produjera el ataque dentro del after hubo algunos tiros en zona norte entre la facción de Ema Pimpi y Coto con otro nucleamiento: la banda del Lichi, asentada en Nuevo Alberdi. Hernán Ramón R., de 25 años, es el Lichi y desde los 17 estuvo involucrado con su hermano Gastón, un año mayor, y su padre en robos a locales de joyas, tiroteos, un homicidio, balear a vecinos y amenazarlos para proteger un búnker. “Hoy estos muchachos se dedican a todos los rubros. Empezaron como cañeros pero después comenzaron a brindar protección a búnkers. No son narcos, pero les dan seguridad en los puntos de venta”, fue la mejor descripción que dio de la banda del Lichi un veterano detective. “Aunque algunos hablan de un enfrentamiento por la invasión de Nuevo Alberdi. Otros afirmaron lo contrario: la zona en disputa es La Cerámica”, dijo ayer otro pesquisa. Pese a la hipótesis narco que involucra a las facciones en pugna en la zona norte, una fuente del caso opinó que bien pudo haber sido una cuestión del momento, entre gente del mundo del hampa que pudo discutir por algún motivo nimio. “Fijate que si fuera una ejecución no usarían un cuchillo. Parece una bronca del momento: en esos lugares una chispa enciende un infierno”.

Sin embargo, estas versiones no fueron confirmadas por las fuentes judiciales, quienes agregaron que hoy a las 9 habrá en la imputativa detalles del móvil y de la mecánica del doble crimen.

Cinco denuncias penales

El after Child, de Maipú y San Juan, donde ayer ocurrió la fatal balacera, no estaba habilitado para funcionar. De hecho, desde la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana dijeron a El Ciudadano que “el lugar fue clausurado en junio de 2016 y al mes siguiente se dictó caducidad de habilitación”. Luego, la Municipalidad efectuó 40 visitas y elevó cinco denuncias penales. “Después de esa fecha se siguió inspeccionando por recibir denuncias de vecinos y se elevaron a la Justicia al menos tres denuncias penales, informando que el lugar estaba clausurado, sin habilitación y seguía violando las disposiciones”, ampliaron desde el área.

El fondo de comercio estaba registrado bajo el rubro bar-pool. El subsecretario de Control y Convivencia, Guillermo Turrín, dijo que en los últimos tiempos el sitio no abría con asiduidad, lo hacía en forma esporádica para un grupo reducido de personas. Añadió que según testimonios de vecinos, el local no abría sus persianas al público y que el espacio era para unas 100 personas pero que “nunca había más de 15 o 20”. Explicó que al no tener habilitación y funcionar con puertas y persianas cerradas, los inspectores no podían entrar sin orden judicial y acompañados por policías. Las denuncias penales que efectuó el municipio quedaron asentadas en el juzgado provincial de Faltas.

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