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Leguminosa diversa

Tipo de maní comercial fue “creado” por pueblos originarios, uno de la Argentina

Descubrieron que la especie proviene de un "evento único de hibridación y duplicación cromosómica que se remonta a unos 10 mil años". La parte materna surgió de la localidad salteña de Río Seco. La paterna, del sur de Bolivia


Arachis hypoagea es la especie de maní más cultivada en el mundo.

Un grupo de científicos de varias partes del mundo consiguió secuenciar el genoma de Arachis hypogaea, una de las especies de maní más cultivadas del mundo. El equipo, integrado entre otros por investigadores del Conicet –Instituto de Botánica del Nordeste– pudo determinar que la popular leguminosa, tal como se la conoce hoy, surgió a partir de la hibridación producida por dos poblaciones originarias de Sudamérica, y que una de ellas habitó Salta. El estudio fue publicado este miércoles por la revista Nature Genetics.

Los investigadores Guillermo Seijo y Sebastián Samoluk (foto: Conicet).

El trabajo involucró a investigadores de la Argentina, Estados Unidos, China, India, Japón y Francia. Utilizó diversas tecnologías de secuenciación para obtener la información completa del genoma. Y lo hizo con una calidad sin precedentes. Además, el proceso permitió revelar los mecanismos genéticos que han hecho que el maní sea tan diverso y pueda presentar diferentes características en los hábitos de crecimiento de las plantas, el color de las flores, el tamaño y la forma de las semillas.

Este estudio se convertirá en el marco de referencia para futuras investigaciones acerca de la biología de la especie.

Se originó en un evento único de hibridación y duplicación cromosómica que se remonta a unos 10 mil años

“La secuenciación del genoma nos permite investigar la  arquitectura genética del maní. Tenemos el catálogo de los genes en su contexto cromosómico, lo que tiene un enorme potencial para el desarrollo de proyectos de mejoramiento genético que permitan, por ejemplo, obtener variedades tolerantes a distintas enfermedades, a la sequía o con mejor proporción de ácidos grasos”, destacó uno de los autores del trabajo, Guillermo Seijo. Es investigador principal del Conicet en el Instituto de Botánica del Nordeste (Ibone) y de la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste.

La secuenciación de múltiples razas antiguas y de materiales silvestres permitió identificar que el parental materno del maní es originario de la región del NOA, más precisamente de la provincia de Salta. “Los resultados determinaron que se originó en un evento único de hibridación y duplicación cromosómica que se remonta a unos 10 mil años, generando un alotetraploide silvestre semejante al actual Arachis monticola.

Este tipo se encuentra en las provincias de Jujuy y Salta. Fue posteriormente fue domesticado y dio origen a Arachis hypogaea”, explica otro de los autores del paper, el investigador asistente del Conicet Sebastián Samoluk.

Para este trabajo, se tomaron como referencia dos estudios realizados por investigadores del Ibone en 2004 y 2012. En el primero, se establecieron las especies silvestres que actuaron como progenitores del maní: Arachis ipaensis y Arachis duranensis. En el segundo, se propusieron las poblaciones más similares que habrían intervenido en el origen del cultivo.

Del sur de Bolivia y de Salta

La secuenciación de los genomas de las dos especies silvestres consideradas parentales –también publicada en Nature Genetics en 2016– comprobó que el subgenoma “B” proviene del donante paterno Arachis ipaensis, correspondiente a una pequeña población relictual del sur de Bolivia, que habría sido transportada desde el norte de ese país por los antiguos pobladores durante la prehistoria. Sin embargo, esa investigación no había logrado determinar cuál fue la que habría actuado como donante materno del subgenoma “A”.

Este nuevo estudio sobre el genoma del maní cultivado y su comparación reveló que la población de Arachis duranensis que prolifera en la localidad salteña de Río Seco es, entre los representantes modernos de la especie, la que presenta mayores probabilidades de haber actuado como donante del subgenoma “A”.

Maní diverso

En total, para este trabajo se analizaron más de 200 variedades de maní de todo el mundo y decenas de poblaciones silvestres. Los investigadores utilizaron las últimas tecnologías para producir una secuencia que consiste en más de dos mil quinientos millones de pares de bases de ADN dispuestos en veinte pares de cromosomas, que incluyen diez pares de cada una de las especies ancestrales.

A través de este proceso, los investigadores pudieron explicar cómo fue posible que el maní haya desarrollado una diversidad tan amplia en tan poco tiempo, con múltiples variaciones respecto a la forma y el tamaño de sus semillas, al color de sus flores, a la morfología de las plantas y a la composición química. Según concluyeron, el intercambio de ADN entre los genomas ancestrales y la eliminación de algunas regiones genómicas, habrían acelerado la generación de la variabilidad.

Interacción genómica

“Lo más sorprendente de este estudio es que los subgenomas A y B interactuaron significativamente, recombinando e intercambiando fragmentos de uno a otro. Este fenómeno tiene consecuencias genéticas fenomenales porque ha actuado como un generador de variabilidad, favoreciendo la domesticación del maní y su adaptación a diferentes agroecosistemas, a tal punto que hoy en día tenemos dos subespecies, seis  variedades botánicas y cientos de razas locales”, resaltó Seijo.

Una leguminosa con mucho estudio

La participación de investigadores del Ibone en la secuenciación del genoma del maní marca un nuevo hito en la historia del estudio de esta especie. El primero fue la publicación de la monografía que incluyó a todas las especies del género Arachis, cuyo autor principal fue uno de los pioneros de la actividad científica vinculada al Conicet y fundador de Ibone, Antonio Krapovickas.

Ese estudio reúne el trabajo de más de 40 años de colección y caracterización de materiales botánicos de la especie y permitió la creación de los bancos de germoplasma –colecciones de materiales vivos y esporas–, que se encuentran en el Ibone, en la Estación Experimental Agropecuaria Manfredi del Inta, en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda) y en el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para los Trópicos Semiáridos de India.

“Haber participado de la secuenciación del genoma del maní nos mantiene posicionados internacionalmente y nos permite dimensionar la importancia que tiene el trabajo que hacemos desde esta región del país. Es un orgullo y a la vez un desafío, porque ahora contamos con las herramientas genómicas para el desarrollo más eficiente de nuevas variedades que atiendan las demandas de los productores, de la industria y de los consumidores”, concluye Seijo.

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