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Tiembla la prensa británica

La crisis por las escuchas ilegales por parte de los medios del magnate Rupert Murdoch, que derivó en el cierre del News of the World, lejos de terminar, encendió un gran debate sobre la regulación periodística.

El escándalo de las escuchas telefónicas ilegales, lejos de terminar con el cierre del periódico News of the World –decidido por su propietario, el magnate Rupert Murdoch–, se profundiza cada vez más y salpica a toda la prensa británica. El premier David Cameron –también cuestionado por su relación cercana con ex directores del periódico– nombró un juez con fama de ser riguroso para realizar una doble investigación sobre las escuchas y sobre la ética de los medios de información.

Lord Leveson, que fue fiscal en el proceso de la asesina serial británica Rose West, analizará esta vez las prácticas de la prensa, pero también sus relaciones con la Policía y con el mundo político.

Ayer, la prensa británica evocaba múltiples cuestiones sobre la proximidad del primer ministro con los ejecutivos del imperio de Murdoch, señalando al mismo tiempo que los laboristas no estuvieron mucho más distanciados de él durante sus 13 años en el poder, recordó un cable de AFP.

Lord Leveson podría recomendar un refuerzo de las instancias de control de la prensa, hoy autorregulada por la Press Complaints Commission (PCC), considerada poco eficaz.

La PCC reforzó su código de deontología tras el encarnizamiento mediático relativo a la princesa Diana, pero sus sanciones siguieron siendo tímidas. En mayo pasado, el Daily Telegraph fue condenado simplemente a publicar disculpas después de que dos de sus periodistas, disfrazadas de electoras, tendieran una trampa a diputados liberal-demócratas.

Escuchas telefónicas, pago a informantes, corrupción de policías, cámaras ocultas: otras tantas prácticas que no son exclusividad de la prensa llamada sensacionalista, como atestiguó un reciente debate en la London School of Economics.

El periodista del The Times David Aaronovitch afirmó que no había encontrado ninguna huella de debate ético en los diarios en los que trabajó, lo que contrasta con el “debate intenso en vigencia en la BBC”, que actualiza regularmente sus directivas a los periodistas.

“Perdimos nuestra ética mucho antes del caso de Milly”, dijo, aludiendo a las revelaciones sobre el espionaje por News of the World del teléfono de una niña asesinada, Milly Dowler.

La idea de una autoridad de regulación de la prensa es rechazada por muchos editores, que alegan la preservación de su libertad.

“La respuesta debe venir de adentro de los periódicos”, recalcó Bob Satchwell, director de la Sociedad de Editores. “Ya hemos perdido un periódico, evitemos que eso siga”, argumentó.

La prensa nacional británica tiene todavía una tirada de 10 millones de ejemplares diarios (incluso domingos), pero está perdiendo lectores. Pérdida que sufren incluso los diarios de la llamada prensa popular o “amarilla”, como The Sun (5,81 por ciento de baja en un año), según un cable de AFP-NA.

En la prensa llamada seria, la disminución de la difusión es mucho más acentuada: -12 por ciento el Times, -10 por ciento el The Guardian.

Los editores argumentan que una mayor regulación perjudicará a los periódicos frente a la competencia de una internet no controlada en absoluto.

“¿Qué hacer cuando un mundo extraordinariamente poco regulado como internet publica primicias?”, planteó David Aaronovitch.

En el Times, Camilla Cavendish señaló que “si se va demasiado lejos, se desemboca en la prensa francesa, con unos pocos diarios de alta moralidad increíblemente indiferentes a la vida de los poderosos, mientras que la gente va a buscar los comadreos en internet”. La amenaza es también de orden económico y se teme que Murdoch venda sus diarios.

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