Política

Terminado el Mundial, el Gobierno enfrenta armado electoral

Una vez concluída la Copa del Mundo, a la que el Gobierno había puesto sus fichas para alargar el "efecto bicentenario" en el ánimo popular, el oficialismo afrontará el dilema de su armado electoral de cara a 2011, sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires.

Una vez concluída la Copa del Mundo, a la que el Gobierno había puesto sus fichas para alargar el “efecto bicentenario” en el ánimo popular, el oficialismo afrontará el dilema de su armado electoral de cara a 2011, sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires.

  Justamente en ese territorio, que determinó la derrota de Néstor Kirchner en las legislativas de 2009, el oficialismo cuenta con un menú de alternativas para engrosar su oferta electoral, aunque algunas de ellas están en constante fricción y pujan por espacios que no alcanzan para contener a todos.

 Es que bajo el amplio paraguas kirchnerista conviven peronistas orgánicos del PJ oficial, justicialistas críticos pero encuadrados, extrapartidarios de izquierda y movimientos sociales y piqueteros, todos con pretensiones de ocupar cargos ejecutivos y legislativos tras el recambio de 2011.

 Hasta el momento, Kirchner viene dando señales -de acuerdo a voceros partidarios consultados por Noticias Argentinas- de que volverá a darle prioridad en las candidaturas al PJ oficial, encarnado en la Provincia por el gobernador Daniel Scioli y los principales intendentes del conurbano.

 Pero a diferencia de lo ocurrido en 2009, Kirchner tiene en cuenta que una buena parte de los peronistas bonaerenses no acatan su liderazgo y procura tentar también a los “críticos”, entre ellos los intendentes Sergio Massa (Tigre) y Pablo Bruera (La Plata), ambos con alta adhesión en sus distritos.

 De acuerdo a los voceros consultados, las conversaciones son incipientes y enfrentan escollos cotidianos -como la foto que se sacó Massa con Martín Redrado, ex presidente del Banco Central-, pero Kirchner acaba de definir que en la Provincia “su único límite político” es el disidente Francisco De Narváez.

 A la hora de diseñar su armado, Kirchner tiene en cuenta que De Narváez sigue midiendo bien en las encuestas y que además crece en la Provincia la figura del radical Ricardo Alfonsín, por lo que el distrito podría quedar dividido en tercios y eso perjudicaría a la propia candidatura del ex presidente. 

 Kirchner sabe que su proyecto presidencial naufragará si no logra llegar al 40 por ciento de los votos en la primera vuelta, ya que en el balotaje le jugaría en contra su imagen negativa, alta en buena parte del país desde el conflicto con el campo, que dominó la vida política argentina en 2008.

 Por eso, además de los orgánicos y los “críticos” del PJ, Kirchner se verá prácticamente obligado a articular una estrategia conjunta con sectores que lo vienen respaldando pero que no le resultan atractivos en el terreno electoral, como el camionero Hugo Moyano y el ex piquetero Luis D´Elía.

 Moyano insinúa desde hace algún tiempo que su intención es postularse a la Gobernación bonaerense, mientras que D´Elía analiza la posibilidad de candidatearse a diputado nacional, apoyado por la Central de Movimientos Populares y su histórica presencia en la determinante tercera sección electoral.

 Kirchner tampoco descuida al diputado de centroizquierda Martín Sabbatella, un aliado del Gobierno en el Congreso y poseedor de un caudal electoral nada despreciable en la Provincia, donde acumula el cinco por ciento de intención de voto según las últimas encuestas conocidas.

  Hasta el nombre de Diego Armando Maradona figura en la lista del laboratorio electoral oficialista para la provincia de Buenos Aires, tentado por la popularidad a prueba de balas del técnico de la Selección, como lo prueba el recimiento que la gente le dio al equipo pese la frustración sudafricana.

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