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Tejer las redes: acerca del sostén, la identidad y la materia prima de hacer-ser en Trabajo Social

Florece, no sólo en primavera; sino a diario y en todas las estaciones: ¿Qué es y qué hace el Trabajo Social? Puede aquí parecer que el interrogante se siembra por el desconocimiento instalado en el imaginario social, al menos en términos de definiciones


Por: Lucía Cosciuc – Colegio de Profesionales de Trabajo Social Santa Fe 

La pregunta resuena. Florece, no sólo en primavera; sino a diario y en todas las estaciones: ¿Qué es y qué hace el Trabajo Social? Puede aquí parecer que el interrogante se siembra por el desconocimiento instalado en el imaginario social, al menos en términos de definiciones. También, es posible que esta pregunta recurrente se vincule más fervorosamente a nuestra propia necesidad como profesionales por diferenciar su especificidad de la noción de quien ejerce la “asistencia social”. O, incluso, a simplemente confundirlo con esta incompleta referencia que nos asocia habitualmente a la idea de ‘asistentes’: ampliamente discutida, ya que entendemos que como profesionales esta definición no contempla la magnitud ni la contundencia que nuestra profesión de ‘Trabajo’, así dispuesto con mayúsculas, imprime en la realidad cotidiana de quienes lo construyen y ejercen.

En lo personal, me gusta pensar que tal inquietud, ciertamente frecuente que nos llega como colectivo profesional, tiene más que ver con la multiplicidad de espacios, sentidos y formas en los que sabemos ser profesionales. Y es en este punto, aún de apertura, en donde podría explayarse con la más inimaginable creatividad y minuciosidad narrativa el sinfín de posibilidades que caben en el quehacer profesional del Trabajo Social.

Cuando hablamos de definiciones, encuadres y significados estancos e inalterables, seguro no estaremos hablando de Trabajo Social. De la misma forma en la que nuestra profesión adquiere sentido en el trabajo con otrxs, es que la significación se construye y redefine en igual medida en cada uno de esos encuentros y vínculos que se tejen, se enriquecen y se actualizan en los territorios. El corset de las definiciones, en la estrechez de su contorno, invalidaría -tal vez de forma permanente- el nutrido aporte que representan, particularmente para este Colectivo, los saberes que emergen en cada encuentro y cotidianeidad con quienes co-construimos esta comprometida profesión.

La verdadera singularidad de cada aporte y acción conjunta, de cada lazo de grupalidad que se celebra en lo multidisciplinario y en lo construido colectivamente, son sin dudas los pilares que cimientan la especificidad del Trabajo Social, y las bases desde las que también brota su identidad como Colectivo: aquella que sólo sabe ser alojando la riqueza de lo múltiple y lo diverso como bandera de lucha.

Desde aquí nos posicionamos cuando mencionamos la versatilidad y la capacidad de transformación profesional; porque claro está que los contextos en donde las demandas urgentes emergen y las necesidades de los sectores más vulnerados se multiplican también cambian rápida y profundamente. Y es por ello que requieren que quienes aborden e intervengan los nudos críticos de tales raíces lo hagan con la misma celeridad y con sobrado compromiso empático, cualidades inherentes a la esencia misma de cada profesional de nuestra disciplina.

La impericia con la que nos asumimos parte de todas las banderas que se enlazan en las calles buscando justicia, igualdad y/o ampliación de derechos nos acerca a cada uno de los sectores que transitan y padecen injusticias, violencias y cualquier otro tipo de vulneración de derechos. Por allí se nutre nuestra identidad y se forja un quehacer propio; que nos convoca y define. Y es desde estas arcas, amplias, inclusivas y socialmente cercanas, que seguiremos construyendo una especificidad tal vez variable en términos de definiciones, pero inobjetablemente comprometida en la recuperación de las experiencias concretas de las poblaciones con las que trabajamos y en la búsqueda incansable por transformar las situaciones que impiden el pleno goce de sus derechos.

Saber hacer desde la pluralidad, hacer tejiendo las redes que sostienen proyectos colectivos y que protegen, en voz alta y sin titubeos, los derechos adquiridos -y aquellos por adquirir- de todas las personas y comunidades es la fuente primaria, la voz de mando y sin dudas el horizonte de sentido que define la identidad individual y colectiva para cualquier profesional del Trabajo Social.

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