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Tradición y tecnología

Tejedoras de Purmamarca se reinventaron en pandemia y ya exportan desde una plataforma digital

El turismo del que obtenían sus ingresos se cortó, y encontraron en internet una manera de continuar con su actividad. La ausencia de visitantes las movió a unirse no sólo para la comercialización, sino también para la transmisión de sus saberes en épocas de aislamiento


Un grupo de 19 tejedoras jujeñas, en su mayoría de la localidad de Purmamarca, recuperaron técnicas ancestrales, se sumaron a una plataforma virtual para ofrecer sus productos y recobraron fuerzas para la venta de sus creaciones textiles, que llegaron a diversas provincias e incluso al exterior en pleno confinamiento social por la crisis que provocó la pandemia de coronavirus.

La nula llegada de visitantes que habitualmente colmaban los restaurantes, hoteles y sitios naturales del pueblo quebradeño, obligó a las artesanas organizarse, buscando alternativas para promover la venta y así obtener un ingreso económico ante el contexto adverso.

Para ello, emprendedores turísticos impulsaron una plataforma virtual comunitaria con la intención de “darnos una mano entre todos”, como explican, y convocaron a las artesanas que quedaron “varadas y sin ventas”, explicó Liliana Almada, quien junto a su pareja, Sergio Aramayo, impulsaron la iniciativa.

Así nació la página web El Mercado de Purmamarca, un sitio en la red que hace cuatro meses ofertaba vouchers hoteleros a futuro y se reconvirtió para ofrecer las producciones de las artesanas textiles y exponer el proceso de creación desde el momento de trabajar el vellón hasta las técnicas de hilados y la obtención de prendas únicas.

“Lo que hicimos fue poner en conocimiento todas las labores de los artesanos oriundos de Purmamarca y de los parajes cercanos teniendo como resultado un movimiento de venta en todo el país y el exterior”, celebró Almada.

En los últimos días, un total de 40 prendas fueron enviadas a Suiza luego de pasar etapas de calidad. Se le sumaron más de un centenar de transacciones con clientes de varias provincias del país. “Digamos que, con cuatro meses, estamos festejando este logro entre las artesanas”, agregó Almada.

Antiguas prácticas, nuevas tecnologías

Las mujeres utilizan fibras naturales y producen lana de oveja y llama para luego armar las vestimentas en telares que presentan entre dos a cinco agujas aunque también utilizan los llamados telares de cintura rescatando antiguas prácticas.

Marta Valdiviezo es una de las mujeres que se sumó a la propuesta: “Mi bisabuela Presentación Tolaba fue hilandera y me transmitió esto de hilar en la pushka a los 10 años”, contó un ejemplo personal que refleja la idea colectiva.

Una armonía transmitida de generación en generación

La artesana pasa al menos cinco horas del día en su taller bautizada “La Pushka”. Está en una de las callecitas de Purmamarca. El nombre honra los saberes de su bisabuela, que llamaba así al material que usaba para conseguir hebras finas.

Antes de que la pandemia trastocara todo, las tejedoras utilizaban también los añejos telares para iniciar a las y los jóvenes en el oficio del tejido de bufandas, tulmas, medias y mantas.

“El hilado se hace como un baile que realiza la puisca y uno va midiendo el grosor del hilo que quiere obtener”, graficó la creadora quebradeña, que se inspira en la idea de “recuperar puntos ancestrales”, sostuvo.

“El secreto de la artesana textil es la entrega que uno le da a la lana para una elaboración armónica, con paciencia y amor de las prendas”, definió sobre los requeridos productos ahora de manera virtual.

La ausencia y la unión

“Las artesanas nos hemos unido porque pasamos de tener a Purmamarca lleno de gente a ser un pueblo donde no llega nadie”, relató Valdiviezo sobre cómo se reconvirtieron frente al sacudón que implicó el confinamiento social para contener la pandemia. Eso las impulsó a “trabajar en equipo junto a las personas que manejan la tecnologías”.

Alejandra Alancay, que se sumó a la propuesta, coincide en la singularidad de una asociación de mundos que podrían parecer ajenos entre sí: “Somos de familias de artesanos y siento que llevamos en la sangre eso de hacer frazadas, tapices y chales, además de que ponemos nuestra energía en innovarnos, marcando una tendencia”.

La joven tejedora explicó cuáles son los colores característicos de las prendas de la Puna jujeña: “El marrón, también llamado chupi, además del blanco o crudo”. No es casual: “Nos representan”, aclaró en referencia a sus antecesores del lejano pueblo de Barrancas.

Sumar color

A lo ancestral, sin embargo, se incorporan estéticas contemporáneas. Los tradicionales guantes, medias y gorros de lana de llama no pierden vigencia, dijo, pero ahora “los chales y prendas con delicados bordados marcan la diferencia porque se ven más vistosos”.

Las prendas suman valor por su autenticidad y la utilización de tinturas naturales como las remolachas, cebollas y múltiples plantas de esa región que se utilizan para darle color a sus obras.

Los rústicos telares con pedales, antiquísimas técnica de hilado en puisca, la inspiración de las artesanas y la tecnología son las armas de las mujeres jujeñas que no dejan de producir prendas únicas en cuarentena y con .

Desde la Argentina y desde el exterior, quienes quieren conocer y adquirir los productos en venta ingresan a través de la página del mercado o al perfil “El Mercado de Purma” en las redes sociales Facebook e Instagram.

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