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Entrevista

Tarifazo: para Zaffaroni, habrá “sentencia razonable”

El ex integrante del máximo tribunal del país, confía en que la Corte Suprema tomará una resolución que servirá para “descomprimir” los aumentos tarifarios en los servicios públicos dispuestos por la administración Macri.


El ex juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Raúl Zaffaroni señaló ayer que confía en que el máximo tribunal “hará una sentencia razonable” que servirá para “descomprimir” los aumentos tarifarios en los servicios públicos dispuestos por el gobierno.

“Creo que la Corte Suprema hará una sentencia razonable, quizás no todo lo que deseamos, pero seguramente que va a intentar descomprimir esta situación. Si no me equivoco, aunque se enfrente al gobierno, de todos modos le haría un favor y, al mismo tiempo, recuperaría la Justicia algo de prestigio”, sostuvo el integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En una entrevista con la agencia NA, Zaffaroni se refirió también a las divisiones en el PJ y las perspectivas de conformar un frente opositor, entre otros temas.

—¿Qué opina sobre cómo el gobierno lleva adelante los aumentos tarifarios, que se encuentran judicializados?

—Me pregunto todos los días si en realidad el equipo de gobierno tiene interés en evaluar los alcances políticos de lo que hace, o si viven una realidad paralela. Creo que se pretende que con las tarifas se compense en parte el desplazamiento de recaudación por la supresión de las retenciones. Parecen intentar volver a un país agroexportador y nada más, pero en un regreso imposible. La Argentina de los años 30 era oligárquica, pero viable. Esto no es viable en el siglo XXI.

—La pelota ahora quedó en manos de la Corte Suprema. ¿Cuál podría ser el desenlace?

—Creo que esto se va a descomprimir y atisbo que la Corte hará una sentencia razonable, quizá no todo lo que deseamos, pero seguramente va a intentar descomprimir esta situación. Si no me equivoco, aunque se enfrente al gobierno, de todos modos le haría un favor y, al mismo tiempo, recuperaría la Justicia algo de prestigio. No creo que la Corte desperdicie esta oportunidad, pero puedo equivocarme.

—¿Qué piensa sobre la decisión judicial de ir a buscar a  Hebe de Bonafini con la fuerza pública para llevarla a declarar?

—Hay situaciones conflictivas, en que un juez se encuentra con un hierro candente sobre el escritorio. En tal caso no debería tomarlo con la mano. Frente a una situación conflictiva, la tradición judicial indica que lo correcto es bajarle la potencia. El escándalo de la orden de detención fue completamente inútil. No se trata de una cuestión de “igualdad ante la ley”, sino de saber si se provoca o no un conflicto que puede derivar en violencia y, en tal caso, actuar para evitar consecuencias que pueden ser de extrema gravedad.

—¿Qué podría haberse hecho?

—Bastaba con constituir el Juzgado un rato en la sede de las Madres y preguntarle a Hebe si quería o no declarar; seguro que decía que no. Se levantaba un acta haciendo constar que se le recordaban todos sus derechos y que se negaba a declarar y listo. Espero que a nadie se le ocurra repetir algo parecido, que por lo menos se siga lo que siempre fue tradición judicial, aunque es obvio que la torpeza puede no conocer límites.

—Legisladores que acataban a Cristina Kirchner, ahora rinden cuentas a los gobernadores. ¿El PJ llegará dividido a 2017?

—Creo que la presión sobre los gobernadores se va a diluir en forma natural, por efecto del déficit fiscal. Cuando no haya más dinero para repartir, no habrá más presión. Muchos de los extorsionados volverán al ruedo y, si bien no me preocupa mucho que haya dos peronismos, confío en que vuelva a producirse lo de siempre en el justicialismo: primero se dicen de todo, pero al final se unen. Si no sucede esto y si no se puede gobernar sin el peronismo, quizá no sea del todo malo hacerlo con dos peronismos. Habrá que ver cómo evoluciona.

—¿Le gustaría que Cristina sea protagonista de la construcción de una alternativa al gobierno?

—Eso es decisión de Cristina y no sé qué proyecto tiene. En este momento hay una confrontación entre un modelo de país que considero francamente colonialista, que responde a una etapa superior del colonialismo, conforme a la hipertrofia mundial del capital financiero, y otro que procura el desarrollo, que es la antípoda del colonialismo.

—Cristina instó a formar un Frente Ciudadano, pero el núcleo duro del kirchnerismo no tiene vocación de convocar a sectores no kirchneristas…

—Sería una soberbia inadmisible del kirchnerismo y del propio peronismo considerarse únicos en esta senda. Hay radicales, socialistas y ciudadanos no partidizados que quieren marchar por el mismo camino. Sin dudas que los habrá un poco más conservadores, que querrán ir más despacio, otros más inquietos que querrán ir más rápido, pero eso será cuestión de discutir después.

—¿Deben unirse?

—Lo principal es unir a todos los que quieran un desarrollo humano en el país y un modelo de sociedad incluyente. Más aún, es deseable la alternancia, pero siempre que sea entre quienes siguen por el camino del desarrollo humano, de una redistribución de riqueza más equitativa, de una inclusión social. No hay contradicción en cuanto a la velocidad. De allí que convocar a todos me parece acertado. Pero no puede haber alternancia entre desarrollo y colonialismo, porque eso significaría una alternancia entre avance y retroceso.

—Sin embargo, hubo una alternancia entre esos dos modelos que usted menciona…

—Una parte del electorado, confundido por los medios monopólicos que tienen intereses comunes e inextricables con el capital financiero transnacional, creyó que se planteaba una alternancia, cuando en realidad se planteó un cambio de régimen. La transversalidad que propone Cristina, también creo que se dará naturalmente, la impulsan las medidas del actual gobierno, no me cabe duda, sus actos descomedidos son el carburante, el combustible que promueve una coincidencia transversal.

“La «grieta» es generada por quienes buscan sacar de la cancha a Cristina Kirchner y a Scioli”

El ex juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni consideró ayer que la “grieta” es generada por quienes buscan “sacar de la cancha” a la ex presidenta Cristina Kirchner, al exgobernador bonaerense Daniel Scioli y a “cualquiera que pueda representarles un peligro electoral futuro”. “No veo ninguna grieta. En la Argentina siempre hubo proyectos políticos encontrados”, sostuvo el integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a NA.

—En campaña, Mauricio Macri se había comprometido a “cerrar la grieta” en la sociedad. ¿Cómo analiza el panorama?

—No veo ninguna “grieta”. En la Argentina siempre hubo proyectos políticos encontrados y me parece que en un Estado de derecho eso es más o menos normal. ¿O qué se pretende? ¿Un partido único? Casi medio electorado no comparte el proyecto oficialista, a juzgar por el voto popular. ¿De qué “grieta” hablan? En democracia se discuten proyectos políticos y modelos en juego. Para eso hay democracia.

—¿Qué modelos están en juego?

—Creo que hay un proyecto que responde al poder financiero transnacional y otro que pretende una independencia económica. Es perfectamente legítima la confrontación democrática y la discusión pública. La nuestra no es una democracia plebiscitaria, en la que quien gana hace lo que quiere y no se lo puede criticar ni resistir por medios legales. La democracia plebiscitaria no es democracia, porque desconoce el derecho de la minoría (en este caso de casi el 50 por ciento) y, por ende, desconoce también el derecho de la mayoría a cambiar de opinión.

—¿A quién le conviene la grieta?

—Me parece que la famosa “grieta” la generan quienes quieren sacar de la cancha a Cristina, a Scioli y a cualquiera que pueda representarles un peligro electoral futuro, como en Brasil quieren sacar del medio a Lula. Si hay dos proyectos, pues bien, discutan limpiamente, confronten como corresponde a una democracia y déjense de triquiñuelas. Aquí no hay más “grieta” que la que generan los que emplean métodos sucios, no democráticos.

—Movimientos sociales marcharon con la consigna “Paz, Pan y Trabajo”. ¿Cree que si el pan y el trabajo resultan amenazados, también se va a poner el riesgo la paz social?

—No me cabe duda acerca de que se pueden crear situaciones de violencia. Un proyecto excluyente, a la larga suele acudir a la violencia. No creo en la eficacia de la resistencia violenta, porque aunque se gane siempre se pierde con la violencia, porque las víctimas las ponen siempre los más humildes, los más vulnerables. Hay que luchar por medios no violentos, que parecen débiles, pero que son muy fuertes. La marcha del domingo pasado es alentadora: sectores muy diferentes convergieron unidos. Es un comienzo muy alentador. No es momento de peleas secundarias, sino de unión y solidaridad.

—¿Ese es el camino a imitar?

—No es fácil la lucha no violenta, porque no garantiza que los otros no usen la violencia, y la cuestión es saber bancarla y no volverse violento. Hay que aprender a no responder a las provocaciones, aguantar sabiendo que se espera una mínima violencia por parte de quien resiste, para que el verdadero violento lo estigmatice como violento.

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