El Hincha

Historia pura

Tablada de fiesta: Central Córdoba cumple 114 años y el Árabe repasa los momentos vividos en el club

Sergio Calvo heredó el puesto de Paco, su padre, y conoce todo lo que pasa en el Gabino Sosa. Sueña con que Mauro, su hijo menor, continúe su legado y reconoce que ver a Mariano, el mayor, vistiendo la casaca azul fue algo impagable. “Es mi segunda casa”, reconoce luego de tres décadas de trabajo


En su lugar de trabajo. El Gabino Sosa es la segunda casa del Árabe desde hace más de treinta años y conoce todos sus secretos. (Fotos: Juanjo Cavalcante)

Tablada está de fiesta. Un día como hoy, pero de 1906, se fundaba Central Córdoba. Un club ubicado en la zona sur de la ciudad que a lo largo de los años vivió buenos y malos momentos como toda institución, pero que siempre se mantuvo vigente por la pasión de sus hinchas y el cariño de la gente de Rosario.

Grandes jugadores vistieron su camiseta, como Gabino Sosa, Vicente De la Mata y el mismísimo Tomás Felipe Carlovich. Pero si hay un personaje vinculado a la historia del club y que hace años transita los pasillos del Gabino Sosa, ese es Sergio Calvo, más conocido para todos como “El Árabe”, el utilero del plantel.

Con él charló El Hincha para conocer parte de todo lo que ha vivido y lo que representa el Charrúa en su vida, a la que le dedica gran parte del día desde hace décadas.

—¿Cuánto hace que estás trabajando en el club?

—El 1° de agosto cumplí 30 años como utilero de la primera división y a eso hay que sumarle dos años más que estuve antes en divisiones inferiores, donde fui aprendiendo y dando una mano a la gente que recién comenzaba de la gestión del ex presidente Ricardo Méndez y mi papá ya estaba en el club, tenía tiempo libre los fines de semana y fui conociendo este oficio.

—Y si tenemos que hablar de la familia Calvo en el club, son muchos años más.

—Hace 45 años que estamos en Central Córdoba porque Paco, mi viejo, estuvo a cargo durante 15 y yo me encargué los últimos 30. Tuve el honor y la gran satisfacción de que mi hijo Mariano vistió la camiseta del Charrúa cuando estábamos en la Primera B Metropolitana.

—¿Ese fue de los momentos más emocionantes que viviste en el club?

—Sí, los ascensos también pero ver a un hijo con la camiseta de Córdoba es algo impagable, es un orgullo inmenso.

—En estas tres décadas viviste momentos buenos y malos, ¿cuáles son los que más recordas?

—Sin duda que los ascensos son lo mejor que uno vive, ver que el club se levanta de nuevo después de una gran caída también te llena de orgullo, te da ganas de seguir laburando y metiéndole. Lo negativo fueron los descensos y el mal manejo que tuvo la institución.

—Has visto muchos jugadores pasar y defender la camiseta azul, ¿de quiénes te acordas al momento de destacar algunos?

—Sin dudas que al Trinche Carlovich, a quien vi como jugador y lo tuve como director técnico: un fenómeno, un bohemio y una gran persona. Después he visto grandes jugadores de muy buen pie, caso Gustavo López, un pibe que estuvo jugando la B Nacional acá, Pablo Módica, David Guffanti o Pablo Bezombe. También he tenido grandes caudillos en el club como Andrés “La Bruja” Radice o Arnaldo “Cacho” Sialle.

—El tiempo pasa para todos, pero ¿cuánto cambió el club desde aquellas primeras épocas hasta hoy?

—Muchas veces recuerdo cuando estábamos en el “viejo” Nacional B y teníamos que viajar, me daba el gusto de preparar un bolso para ir a Buenos Aires y otro distinto cuando era al resto del país, ya sea Tucumán o Salta. Eran otros tiempos, de viajar en avión, codearse con la elite, a un paso de Primera, es otra cosa. La situación del club se vino abajo, a veces no se supo y otras no se pudo mantener y ahora está en un nuevo proceso de “refundación”, levantándose de a poco.

—Generalmente cuando los jugadores llegan o se van de un club, dicen: “Esta es mi casa”. En tu caso imagino que más todavía por el tiempo vivido.

—Sí, esta es mi segunda casa. Uno ha hecho cosas inexplicables por el club, desde lavar la ropa con la mano, de perder tiempo de la vida acá adentro, dejar de ir a cumpleaños de los hijos, estar de pretemporada que antes eran más largas y estar sin pasar meses en casa. Yo siempre digo que Central Córdoba es un club querido por toda la gente pero el que está acá adentro en el día a día sabe lo que es, valora desde el botón de la luz, la pelota hasta el yuyo. Se valora todo porque sabe lo que es el ascenso.

—El día que decidas dejar, ¿seguirá el “legado familiar” o está complicado?

—Los chicos ahora no son como los de antes. El que me sigue a mí, que viene a la cancha, a los viajes o a alguna pretemporada, es Mauro y tiene su trabajo. A él le gusta esto, sufre mucho por el club. Simpatiza por Central pero a Córdoba lo lleva adentro también. No sé, a lo mejor seguirá él, pero vamos a ver, todavía me falta varios años para jubilarme.

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