Los suizos rechazaron masivamente ayer la creación de una renta básica para todos, empleados o ciudadanos sin trabajo, un proyecto único en el mundo que desató intensos debates en un país donde se venera el valor del trabajo.
Según las primeras tendencias difundidas por la televisión pública helvética, alrededor del 78 por ciento de los votantes rechazaron la propuesta, según una proyección nacional del instituto de sondeos Gfs.bern.
Las mesas electorales, abiertas durante sólo dos horas pues la mayoría de los suizos vota por correspondencia, cerraron a las 12, hora local. Los resultados definitivos se conocerán esta madrugada, aunque la tendencia es irreversible.
El rechazo a esta propuesta, planteada por un grupo sin afiliación política, no sorprende en un país que, en 2012, rehusó elevar el período anual de vacaciones pagas de cuatro a seis semanas por temor a perder competitividad.
“Los suizos votaron de forma realista”, declaró en la televisión RTS Andreas Ladner, profesor de la universidad de Lausana, tras divulgarse los resultados preliminares.
Esta iniciativa popular “por una Renta de Base Incondicional” (RBI) proponía pagar una asignación o salario a todos los suizos o extranjeros que vivieran en el país desde hace al menos cinco años, ya sea que tuvieran o no trabajo.
Para todos: u$s 2.500
La propuesta sugería una mensualidad de 2.500 francos suizos (2.260 euros o 2.533 dólares estadounidenses) para los adultos –suma con la que es muy difícil vivir en Suiza– y de 625 francos (565 euros y 634 dólares) para los menores.
Ello hubiera requerido una fuente de financiación suplementaria de unos 25.000 millones de francos por año, y por tanto un incremento de impuestos o nuevas tasas.
Este proyecto, único en el mundo, suscitaba gran debate en un país donde se venera el valor del trabajo.
“Es un sueño que existe desde hace tiempo” pero que se convirtió en “indispensable” debido al desempleo provocado por la creciente robotización, había explicado a la agencia AFP, antes de la votación, uno de los líderes de la iniciativa, Ralph Kundig.
Tras el sufragio, Kundig se declaró sin embargo “muy contento” por el resultado –uno de cada cinco electores votó por la RBI– pues, dijo: “Partíamos de muy atrás”.
Utópico y muy oneroso
Tanto el gobierno como la mayoría de los partidos políticos consideraban el proyecto utópico y excesivamente oneroso.
“Es un sueño viejo, un poco marxista. Son muchos buenos sentimientos, irrefutables pero sin ninguna reflexión económica”, observó por su parte el director del Centro Internacional de Estudios Monetarios y Bancarios de Ginebra, Charles Wyplosz, quien comentó a la AFP que si la relación entre la remuneración y el trabajo se acaba, “la gente hará menos”.
El ministro suizo de Interior, Alain Berset, doctor en Economía, había calificado al proyecto como “algo utópico”. Junto a él, el Parlamento y los partidos políticos, excepto los Verdes y la extrema izquierda, se opusieron a la idea.
Un nuevo mundo laboral
Para los Verdes, la RBI aseguraba un “mínimo vital”, una ventaja para los empleados, que podrían resistir mejor a “la presión del mercado de trabajo y rechazar condiciones laborales deplorables”.
El director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, agencia de Naciones Unidas), Guy Ryder, no llegó a posicionarse pero reconoció que la transformación a largo plazo del mundo laboral llevará a las sociedades a “encontrar medios de distribución de ingresos nacionales que no estén directamente relacionados con el trabajo o el salario”.
Otros temas votados
Consultados también en el referéndum sobre otros temas, un 66 por ciento de los votantes helvéticos aprobó una reforma para acelerar los trámites de asilo y un 61 por ciento, la autorización del diagnóstico genético preimplantacional (DGP).
El DGP permite seleccionar y congelar embriones, pero únicamente aquellos de las parejas portadoras de una enfermedad hereditaria grave o que no pueden tener progenie por vía natural. Los adversarios del proyecto denunciaron que se trata de una “ley eugenésica”.
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