Espectáculos

Crítica circo-teatro

Sueño de una noche de otoño

“Vangart”, una producción que sumó talento local e internacional y que se presenta en el Galpón 15 con entradas populares, apuesta al trabajo de un puñado de artistas rosarinos para abordar un espectáculo donde la destreza y una cuidada puesta en escena son los grandes protagonistas


La contemplación de un universo fantástico y extremadamente vital cuya trama se teje donde pareciera no llegar la mirada de la mayoría de los mortales es lo que se revela en Vangart, una producción que sumó talento local e internacional y que, tras su preestreno para prensa e invitados del miércoles último ofrece funciones en el Galpón 15 donde desarrolla sus actividades la Escuela Municipal de Artes Urbanas (Emau), en el sector central de la Franja Joven del Río, un semillero de talentos que aquí muestra algunos de sus frutos.

Se trata de una producción local de circo-teatro anunciada el año pasado y que lleva varios meses de trabajo, que involucra a los directores Sean Mc Keown (autor, Montreal) y James Santos (director artístico, Las Vegas), ambos referentes de la compañía canadiense Cirque du Soleil, y al rosarino Diego Castro (idea y producción), a quienes se sumó Emily Burton, set up general del show del Cirque du Soleil en el Caesar Palace de Las Vegas. Todos ellos se ponen al frente de un gran equipo que reúne, entre artistas y técnicos, a unas cuarenta personas.

El material se revela en principio como una propuesta que, como pasa con la estética del Cirque du Soleil, se vale de una búsqueda que intenta alcanzar el equilibrio entre lo técnico y la poesía escénica o lo narrativo tratando, precisamente, de borrar los detalles de esa técnica, abordando una serie de metáforas que si bien parten del nacimiento de una niña llamada Río que buscará ser el nexo entre la isla y la ciudad, luego elige otros destinos asociados a la fantasía como gran disparador.

Una profusión de escenas corales subyace al encanto de otras de carácter individual por su limpieza y cuidado, con algunos momentos de trabajos en altura de gran belleza y plasticidad, y otros de piso, tela y muletas de circo que aportan los mejores pasajes a un show sin baches y de gran factura técnica que tiene todo dado para poder seguir creciendo.

Quince artistas talentosos surgidos de un casting son los que le ponen el cuerpo a este montaje que cuenta con el apoyo del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y la Secretaría de Cultura y Educación municipal. Entre otros detalles de puesta y condimentos tecnológicos que dialogan con las rutinas de circo y momentos coreográficos, Vangart sirve, también, para el lucimiento del vestuario del talentoso creador rosarino Ramiro Sorrequieta, quien pareciera haber tomado una paleta de colores que responde radicalmente a las tonalidades que aporta el río y su entorno y que dialoga, a su vez, con el logrado maquillaje de Celeste Arrizabalaga, así como también con el universo sonoro creado por el compositor y músico Carlos Pezzoto (Charlie Egg) que responde cien por ciento a las partituras que acompañan habitualmente los espectáculos del Cirque.

Sin estridencias, dado que el montaje asume las coordenadas de lo que el equipo denominó como “espectáculo boutique”, con una capacidad para 180 espectadores por función y con una dimensión que en todo momento se ajusta a ese espacio y a ese público, el mayor lucimiento de la propuesta aparece, precisamente, cuando se entraman todas las coordenadas que conviven a nivel de puesta en escena: pantallas perimetrales, secuencias en escenario a la italiana, otras en la pasarela que atraviesa la platea, la vehemencia del sonido envolvente y la solvencia de todo el equipo artístico.

 

A diferencia de lo esperable, pero entendiendo que la ciudad y el río (que está muy cerca pero que no se ve) son apenas una inspiración que se vuelve metáfora, la propuesta, como destellos, busca y encuentra algunos detalles que son identitarios, como pasa con el jacarandá y sus flores que caen, los peces y otros animales que aparecen en algunas de las animaciones que complementan la escenografía y el uso del mapping, del mismo modo que los coatíes que conviven a lo largo de todo el montaje. Claramente, en Vangart ganaron la partida otros factores como la apuesta por la Word Music, incluso el tema principal es cantado en inglés en uno de los momentos más altos del show a nivel de puesta en escena pero que está bastante lejos de evocar a la ciudad, su música y su idiosincrasia.

De todos modos, emulando a Shakespeare, esta especie de Sueño de una noche de verano plagada de destreza que acontece en otoño, donde aquel bosque se vuelve río, isla y naturaleza, llegó para quedarse. Vangart es un show que va a mitad de camino entre un montaje asociado al mainstream del emblemático circo que pone espectáculos en todo el mundo y algo más artesanal y local, pero allí radica su gran potencial a futuro: la apuesta es, sin dudas, un primer escalón de una escalera en la que este equipo se prueba para ir por más porque el conocimiento, la experiencia y las ganas están en Rosario. Y este montaje es una prueba palmaria de que esas variables podrían convivir en un espectáculo de mayor escala y para un público aún más masivo, donde, como en éste, se ponga en valor el enorme talento de los artistas rosarinos en todas sus disciplinas.

Para agendar 

Vangart se presentará, siempre a las 20.30, en el Galpón 15 (Buenos Aires y el río), desde del jueves 28 al 1° de abril (función especial con la presencia de un músico invitado). Luego ofrecerá una nueva serie de funciones el 5, 6 y 7, del 18 al 21, y del 26 al 28 de abril. Las entradas tienen un costo de 500 pesos y se pueden adquirir en vangart.com.ar

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